El Barça de las fases

por MARTI PERARNAU el 6 noviembre, 2013 • 23:49

1.- El AC Milan tiene el aire de Dirk Bogarde esperando el final en la tumbona de la playa del Lido en “Muerte en Venecia”. Es el aire de la decadencia elegante. Sin duda, el club milanista saldrá de esta y regresará adonde estuvo en sus buenos tiempos, pero hoy es una pálida sombra, las cenizas del cigarrillo sobre un traje raído, es un equipo apenas sostenido por el recuerdo de una jerarquía que fue electrizante. Ha sido un rival esmerilado frente a un Barça que se busca y a ratos se encuentra, del mismo modo que en otros no se reconoce a sí mismo ni mirándose dos veces en el espejo.

2.- El Barça de las fases. Ahora mismo puede combinar veinte minutos excelentes de sometimiento del rival con quince de juego descontrolado en los que parece boquear como el pez fuera del agua. Como si le pesaran más las palabras que las piernas, el equipo parece agitado y algo aturdido. Pretende dominar el balón y el espacio al mismo tiempo y ese es un doblete con muchos pretendientes y ningún campeón garantizado. Este Barça es capaz de pasar del juego posicional más controlado al juego de las carreras y hacerlo sin pestañear, lo que suena bien, pero también es capaz de elegir mal los momentos y los ritmos, lo que le lleva al titubeo.

3.- El Milan ha salido al Camp Nou como en los últimos años: regalando las bandas, lección tantas veces expuesta que ya todos la conocen de carrerilla. El Tata Martino, en buena decisión, ha situado a Xavi e Iniesta en el cruce de caminos para abrir por fuera, a un costado para Alves, al otro para Neymar. Ortodoxo. Así ha manejado el Barça el primer tramo, veinte minutos casi exactos, excelentes: afuera para los extremos, adentro para Messi. Naturalmente, allí le esperaban todos los milanistas, amontonados por el centro para enjaular a don Leo. Consiguiéndolo.

4.- Ha durado veinte minutos y luego el Barça ha cambiado el guión, como si se hubiera cansado del mismo. Se ha estirado. Cuando se estira suceden dos cosas: la buena es que aumentan los espacios; la mala es que aumenta el descontrol. Aparecen las transiciones y el Barça de las transiciones aún no posee la solvencia del Barça del control. Alcanzará dicha solvencia o no, pero hoy no la tiene, del mismo modo que Alexis sin espacios regresa a su versión menos positiva.

5.- En el tramo de poco control ha obtenido sus primeros dos goles, ambos a pelota parada, el segundo mediante la cabeza de Busquets, lo que ha sido festejado con ovación por el Camp Nou, quizás por ser tan escasos sus tantos (10 en seis años), posiblemente como reconocimiento al jugador silencioso, pero vital, el palo mayor, la cabeza mejor amueblada del equipo.

6.- Con todo a favor, a Alves se le ha escapado Kaká, lo que merece una segunda lectura: Kaká se ha escapado de Alves. Parece inverosímil vistos los antecedentes del último trienio, pero ha ocurrido y la consecuencia ha devenido en autogol de Piqué, involuntario tropiezo. Alves podría simbolizar el momento del Barça: gana prácticamente todos sus duelos, es desequilibrante, febril a ratos, fertil en su producción, se desdobla por fuera y por dentro, desperdicia una tras otra las oportunidades que él mismo se fabrica y, de pronto, es tan capaz de la jugada excelsa como de perder un duelo esprintando con Kaká.

7.- Si algún detalle táctico ha chirriado en el primer tiempo ha sido la baja posición de Messi en algunos momentos que ha llevado a Iniesta a jugar de espaldas, que es tanto como inutilizarlo. Por lo general, él y Xavi se han mantenido próximos a Busquets, seguramente para que el Milan no pudiera llegar en carrera, pero estas posiciones se veían entorpecidas en algún caso por Messi, en cuanto a su zona de iniciación. Claro, tras las experiencias de pasados encuentros, Messi ha regresado al pasillo central, como cabía imaginar, y ni con agua caliente se irá de allí.

8.- Balotelli ha sido el hombre del segundo tiempo. No porque haya conseguido nada relevante, pero su sola presencia ha quebrado al Barça, que se ha sujetado en Piqué y Busquets, mientras Mascherano lidiaba con el delantero italiano, lo que por sí mismo era todo un reto. La producción ofensiva del Barça se ha basado entonces en esfuerzos largos. Carreras de 60 metros en las que ha tenido el buen tino de salir solo con los delanteros para evitar ser pagado con la misma moneda, al modo en que otros equipos se han prodigado en los últimos años, precisamente contra el Barça, el Madrid de Mourinho sin ir más lejos.

9.- El gol de la tranquilidad, no obstante, ha llegado desde la búsqueda del hombre libre, con el balón corriendo más rápido que las piernas. Como si fuese otra vez el tramo inicial, Messi y Cesc se han juntado en el balcón del área milanista, esta vez mucho más vacía de rivales, y buscando alejarse se han juntado para que el argentino marcara, sellando el vacío existencial de este Milan inanimado.

y 10.- En la búsqueda de combinar distintos ritmos de juego, con el objetivo de dominar balón y espacio, el Barça de Martino no encuentra todavía la proporción precisa, pero con los resultados de cara es más factible conseguirlo. Si algo sorprende no es, precisamente, la dificultad por acertar con los ingredientes exactos, sino esa voz recurrente que dice y reitera que el listón está demasiado alto y es imposible acercarse a él. En un equipo con Messi, Busquets, Valdés, Neymar y demás, cabe imaginar que solo sea una frase hecha y no una convicción.