1.- La izquierda eléctrica y Cañoncito Pum en el aniversario del adiós del original Cañoncito Pum, don Ferenc. El capitán de las certezas y Xavi como muleta para que Song no cojee. Y el pase atrás como recurso técnico.
2.- La baja de Alexis planta al Barça sin 9, sin quitanieves, nadie por el centro de ataque: los centrales del Zaragoza defenderán el aire. O el vendaval, cuando llegue Messi, que solo llega para decidir. Los puntas de la final de Wembley, pero cambiados de costado: Pedro en la derecha, el hombre que marca la presión; Villa por la izquierda, portentoso en su capacidad de crear espacios. Difícil entender al Barça actual sin un atacante que abra la autopista de la izquierda.
3.- El giro del equipo ya es una realidad contundente: por izquierdas, como pareció apuntarse en la Eurocopa cuando la conexión Alba-Iniesta empezó a ser diabólica. Y así es: corre Jordi Thunderball, toma aire en el rellano de Iniesta y percute por los espacios que genera el atacante, Villa, Tello o Alexis, con los tres se entiende el torpedo Alba.
4.- El Zaragoza es otro bien distinto al tristón del pasado curso. Hoy es un equipo feliz y consciente. Lo mostró en el Bernabéu y lo ha reconfirmado en el Camp Nou. Manolo Jiménez presiona desde un 4-4-2 con las tres líneas bastante juntas entre sí y la defensa muy alta. Aranda y Víctor Rodríguez sujetan la salida de Piqué y Puyol, lo que obliga a Song a bajar a por el balón y en esa función no posee la suavidad de Busquets.
5.- De hecho, Xavi también baja su posición, probablemente por desconfianza, causa principal del reducido sometimiento que el Barça ejerce sobre el visitante. Song no es capaz todavía (¿lo será alguna vez?) de dividir el balón y burlar la presión rival con solo levantar una ceja, que es lo que sabe hacer Busquets sin pestañear. A Song aún le queda mucho que aprender sobre cómo moverse sin balón (en este equipo, me refiero) o defender sin derribar al contrario con el corpachón.
6.- Y aprender bien la función de “aguador”. Busquets sube los bidones hasta donde haga falta. A Song, en cambio, aún hay que recogerle el cuero donde se puede y esta circunstancia obliga a Xavi a partir desde muy atrás. De ahí el discreto partido del cerebro blaugrana, cuya aportación es brillante de tres cuartos hacia arriba, pero menor si queda sujeto al mediocentro.
7.- Un espléndido Víctor Rodríguez ha dado siempre el apoyo en la mediapunta maña, con Aranda sujetando a la pareja Piqué-Puyol él solito. La suma de factores reduce el empuje blaugrana: salida difícil a través de Song, posición baja de Xavi, defensa alta del visitante y sensación de progresiva fatiga mental en viajeros como Iniesta o Pedro. Más que dominar, como tantas otras veces, el Barça se dedica a llegar.
8.- Y el Barça cuando llega es que llega de verdad. El primer gol es hijo de la izquierda eléctrica, donde Villa aparta rivales con su desmarque y Alba engaña yendo hacia dentro en lugar de hacia fuera para que Messi acune el balón con su pie derecho, en un gesto que solo parece posible efectuar con la mano. Claro, él lo hace con el pie, no en vano es quien es, aquel viejo asesino de adjetivos…
9.- Messi es un inhibidor de frecuencias rivales. Su mejor desmarque lo hace caminando o, simplemente, quedándose quieto. En esos casos, siempre son los defensas quienes le regalan el desmarque, el espacio suficiente para que amartille el revólver. Los defensas corren, olisqueando el peligro, aterrados por el miedo, y entonces, en el instante del pavor, Messi se frena en seco y con él, el tiempo. Zas, ya lo tiene: el espacio, el tiempo y el balón, todo junto. Cañoncito Pum.
10.- Y el pase atrás. Era una obviedad, claro, pero había que hacerlo y alguien tenía que arrastrar hasta cinco rivales para limpiar la zona. Ya son varios goles con este recurso, el segundo de hoy y, sobre todo, el tercero. En el tercero eran dos para cinco. Villa y Pedro se han bastado para llevarse a cinco defensas, quitar toda la nieve de la zona y dejar el caminito limpio para que Montoya pasara atrás. En ese momento llega Messi y ya se sabe…
11.- Otro partido “oficinesco” del Barça, al que ya ni los viajes transoceánicos parecen quebrarle el espinazo mientras bate récords y supera etapas sin ser todavía el gran Barça que sometía al rival con una simple caída de ojos. Mejores sensaciones atrás pese a la pujanza maña: ha vuelto el padre Puyol y la criatura está dejando de llorar aunque el equipo siga sufriendo con las líneas separadas, si bien algo menos en la transición defensiva.
y 12.- Arriba, Villa deja un partido extraordinario. Opaco y oscuro, alejado de los focos, pero descomunal apartando defensas, abriendo caminos para que entren los compañeros. A mucha gente le cuesta entenderlo, pero el atacante del Barça está para eso: para, machete en mano, desbrozar la selva defensiva y dejarla limpia para la llegada de Messi. Y Cañoncito Pum siempre llega puntual.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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