En el estadio de Gelsenkirchen, Portugal ganó en los penaltis a Inglaterra y pasó por segunda vez a las semifinales de un mundial. Tras ese triunfo se enfrentarían a los franceses de Zidane, que marcó el único gol de ese partido, jugado en Múnich (por tanto los ingleses se quedaban sin jugar su segunda final, un último escollo al título que no han vuelto a repetir desde su mundial –que ganaron– en 1966). La verdad es que los portugueses amortizaron a la perfección el gol de Maniche con el que eliminaron a los Países Bajos en octavos. El único gol de los portugueses en las eliminatorias los llevó a semifinales (cinco más en la fase de grupos: uno de Pauleta a Angola; uno de Deco y otro de Cristiano de penalti contra Irán; y uno de Maniche y otro de Simão Sabrosa para derrotar a los mexicanos). En las semifinales les cerró el paso Zinedine Zidane con un penalti que a la postre le serviría para darse de cabeza con Italia en la final. Pero esa es otra historia.
* Dave Bridge.
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