E-pistolario: Viernes negros

por el 14 marzo, 2015 • 22:23

ruz

Querido amigo:

Dispensa la ocurrencia de escribir en sábado. Conste que nunca sabes cuando te acecha Waterloo pese a la estupenda colección de ‘viernes negros‘ que ha conseguido acumular esta directiva. Ayer, ya sabes, el juez Ruz llevó camino del banquillo de los acusados a dos presidentes del Fútbol Club Barcelona y a la propia entidad por delitos contra la Hacienda Pública, por administración desleal realizada durante tres años consecutivos. Todo ello, ni siquiera hace falta recordarlo, derivado exclusivamente de las peripecias generadas por el contrato de Neymar. Ruz estima que el fraude realizado al fisco supera los 13 millones y sitúa el coste del fichaje del astro brasileño en 83,3 millones de euros, cantidad bien lejana a los 57,1 jurados y perjurados en tantas públicas ocasiones por quienes se arrogaron la medalla de la operación. Súmenle a la cifra multas, nóminas de abogados, diversas partidas de compensación expresadas en diferentes contratos y llegaremos, aunque solo sea un poquito, al cabo de la calle. De momento, la evidencia: Mintieron alevosamente, como bellacos compulsivos. Lo hubieran tenido fácil de haber seguido las enseñanzas del conocido refrán popular, aquel que reza antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Si en lugar de pretender pasar el desaguisado por ganga excelsa conseguida en rebajas gracias a la habilidad de series superiores en versión blaugrana, que arrancaban así presas de las fauces de otros seres pretendidamente superiores de nívea condición, hubieran dicho la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad, habríamos vivido un par de días con debate sobre el precio y su conveniencia y punto, se acabó. Pero Bale había situado el listón en 100 kilos y ellos pretendían quedar como los listos del cotarro presentando cifras muy por debajo. Les puede siempre la vanidad.

En cambio, ya ves, Hacienda se lleva por delante, si acumulamos, al tercer presidente azulgrana de la historia, permíteme aquí, Martí, una breve digresión. En su momento, cuando la dimisión de Núñez y el advenimiento de esa catástrofe inmediatamente posterior, el personal, gracias a otras cortinas de humo lanzadas por mano diestra, llegó a creer que el constructor ponía punto y final a su inacabable dictablanda a causa de la presión ejercida por el Elefant Blau de Laporta y compañía. Quia. Ni hablar. Núñez se largó porque le iba a caer encima la del pulpo por soborno de altos empleados públicos y estafa, acusación que quiso driblar y perpetuar en tribunales sin asumir el castigo impuesto a base de recursos, pleitos y dilaciones durante la friolera de 13 años hasta dar con sus huesos en Quatre Camins hace, como quien dice, apenas cuatro días. Volviendo a terreno presente, en singular homenaje a la tinta que el calamar suelta para desaparecer de escena cuando advierte el peligro, los señalados con el dedo desvían la atención alegando la singular celeridad con la que el juez Ruz ha realizado su trabajo. Ojo, como recuerda hoy una editorial de rotativo barcelonés nada sospechoso de darse el pico con el genérico Madrid, estamos hablando del señor que lleva los casos Gurtel y Bárcenas, poca broma. El mismísimo magistrado al que Rosell, siempre tan en su papel de enseñar el plumero, meses atrás pidió que acabara rápido con el sumario para demostrar su total inocencia, no sin antes advertir que Neymar había aterrizado por el Camp Nou gracias a su diestra mano para la ingeniería financiera, a la habilidad en el modo de plantear la operación. Toma ya, esgrimir el fantoche de la ingeniería financiera cuando la inmensa mayoría del personal reza para conseguir una radical regeneración de la vida pública. Hay que reconocerle cierto cuajo o esa arrogancia suicida que brinda el sentimiento de impunidad a los elegidos para la burguesa gloria.

Tinta de calamar eso de apelar a la supuesta camiseta blanca que luciría el señor juez bajo la toga. Razonamiento infantil y primario, que no se sostiene si logras razonar a nivel de zagal de P4. Si hubieras obrado conforme a ley, conforme obliga el prestigio, trayectoria y significado de la centenaria institución a la que deberías haber honrado con tu impoluta gestión, ya puede venir Ruz, el Papa de Roma o Charlton Heston en cuadriga que no te llevan a tribunales de ninguna de las maneras. Las condenas no llegan por capricho ajeno cuando hablamos de un estado de derecho. Como son pertinaces en su sesgado empecinamiento, para acabar de aliñar el caso, sacaron horas después un sonrojante comunicado envolviéndose con la bandera del Barça para denunciar vaya a saber qué supuesto conspiraciones. El texto, pésimo en su redactado y argumentación, alegaba que la historia del club anda repleta de agravios, de sufrimientos derivados del empeño ajeno por acabar con su papel representativo de la catalanidad. Anda ya. Ahí os habéis pasado siete salidas de autopista en la frenada hasta generar montañas de vergüenza ajena. Sonroja ver que estos interesados cazados al vuelo se atrevan a situarse al nivel de un Gamper o un Sunyol, por citar dos flagrantes ejemplos de monstruoso tamaño, cuando solo son hormiguitas en volumen, mínimas células en lo moral y deben asumir como responsables últimos las impericias perpetradas y los desaguisados que cometen. Pretenden a cada momento elevar la anécdota a categoría de gran noticia con trucos en exceso manidos. Eso de envolverse en banderas pretendiendo hallar debajo patente de corso y carta blanca no es de hoy y no cuela. No cuela. ¿La justicia es lenta como un caracol? Seguramente, pero fue Rosell quien exigió celeridad. Vaya, pues la ha tenido. Ruz ha querido despachar casos antes de que la política le cambie de despacho.

Y así, algún día, tarde o temprano, llegará la foto del banquillo de los acusados para escarnio y eterna persecución pública y privada de quienes no han logrado gestionar al nivel exigible por la institución y el decoro propio de una sociedad libre. En cualquier país, ya lo hemos argumentado, con mínima salud democrática, habrían dimitido y entraríamos en inminente campaña electoral. Aquí, nada de eso, para nuestro pesar. Aquí, el verbo dimitir no existe, no sale en el diccionario, no hay práctica definición ni aún vulnerando bárbaros delitos a mansalva. Bartomeu había entrado en desaforada fase de autopromoción dispuesto a hacernos creer que su presidencia justo empezó al día siguiente de la dura derrota en Anoeta, cuando Messi decidió tirar del carro, prescindiendo e ignorando el supuesto liderazgo de Luis Enrique y el presidente prometió al vestuario que les entregaría la cornucopia de la abundancia en dinero, primas y suculentas ampliaciones de contrato si aseguraban su continuidad mediante consecución de títulos, el único camino directo hasta el refrendo en urnas. Tenía un montón de citas preelectorales concertadas para mejorar su imagen que deberá ahora revisar. ¿Un Barça con presidente y cantidato a punto de procesar? Vaya, eso ya supone tensar la cuerda en demasía. Y ellos, que creen dominar todos los recovecos de la estrategia en aras a perpetuarse, no son conscientes de que media Barcelona conspira tras sus pasos. No deja de resultar curioso y poco ejemplar el silencio de otros precandidatos y personajes de peso, parapetados en el silencio con la excusa de no decir la suya por no afectar al equipo, eso que siempre rueda a su aire sin importarle nada ajeno al césped que no sea su propia cuenta corriente. Dicen, por ejemplo, que Busquets anda satisfechísimo con su prórroga contractual. Le han prometido por escrito incluso más de lo esperado. Y eso que el cargo de nómina en el porcentaje total de presupuesto lleva disparado desde los tiempos de Laporta, sin manera alguna de rebajarlo a causa de tanta promesa y tanto aumento para tener tranquilos y bajo control a los chicos. Al fin y al cabo, ellos, los futbolistas, son los que acaban dando o negando pan y sal a los de la corbata en el palco, quienes les facultan para proyectar beneficios en sus negocios particulares gracias a su imagen pública ligada a la gestión barcelonista de éxito y fama.

Pues eso. Mientras los precandidatos, fracciones y la mayoría absoluta del personal calla como un muerto, esperando que caigan solos como fruta madura a causa de tantos errores acumulados, la actual directiva resiste y prepara una nueva cara por si la presión también hace caer a Bartomeu. Y en los mentideros suena el nombre de Cardoner. Curioso fenómeno condicionado, tipo Pavlov: cada vez que sale a palestra don Jordi Cardoner Casaus, con sus dos apellidos interesadamente a cuestas, se oye un fragor de escopetas cargadas, de francotiradores subidos a las azoteas dispuestos a ajustar cuentas con los ancestros de dudosa hagiografía. El interesado debería saberlo y ser consciente, por su simple bien. Al margen de públicas y erróneas impresiones, el ADN familiar le colocó un montón de plomo en las alas y así que empiece a volar, caerán perdigonadas desde variadas y diversas posiciones de tiro. Es lo que tiene no estar libre de pecado ni poder tirar la primera piedra pese al aspecto jesuítico. Y con él se acaba la munición. No hay más. Ni Faus ni Vilarrubí, por diversas razones, por intereses o posiciones, por negocios o por no quemarse. Por lo que sea, con Bartomeu en manos de Ruz y Cardoner en la diana de avezados tiradores, se acaba la saga, se les acaba el oxígeno, máxime, Martí, cuando la erosión sigue galopante, cuando su mala cabeza provoca tropezones a cada nuevo paso.

Por ejemplo y sin ir más lejos, hablamos solo de lo contrastado, público y notorio. Otro nombre y apellido proyectado a pública palestra en los últimos días. Ramón Cierco, directivo del fútbol formativo, responsable de La Masia –nada menos–, vicepresidente de la Fundación del Barça -que tampoco está nada mal- y hasta ahora, como profesional y en vida civil, copresidente junto a su hermano de la Banca Privada d’Andorra. El propio gobierno del pequeño país pirenaico le ha hecho dimitir del cargo tras recibir un informe sobre blanqueo de dinero redactado desde el mismísimo Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. O sea, la cosa va en serio y solo reproducimos aspectos ya evidentes, publicados y de dominio público. Alega el susodicho informe lavado de dinero sucio realizado por mafias rusas y chinas gracias a la connivencia y servicios del BPA. En la campaña electoral del 2010, cuando Rosell marchaba disparado hacia la presidencia, Cierco le cedió un espacioso local gratia et amore situado en la céntrica calle París que le sirvió para dar el último toque de excelencia en la imagen, de poderío en candelero, ante los futuros votantes. Tan pronto como se confirmó la elección, en agradecimiento a los servicios prestados, Cierco entró en la junta en calidad de postrer miembro a bordo, el único que subió a bordo apenas en la penúltima parada del trayecto. A cierta burguesía local, eso de tener amigos en Andorra le pirra y le puede. Al menos, hasta ahora. Pues bueno, a pesar del escándalo, Ramón Cierco piensa continuar en la junta directiva. Eso sí, primero recibió un baño y masaje de uno de esos correveidiles que solo miran por su carrera y bolsillo pese a proclamarse periodistas y ser apenas advenedizos arribistas, presunto perpetrador de un texto en el que se le calificaba de persona estupenda, muy amable, correcta, simpática y tal. Vale, periodismo con mayúsculas, por la gloria de Pulitzer. Y hoy mismo, deprisa y corriendo, improvisando como acostumbran según caigan los nuevos chuzos de punta, el club ha suspendido un acto de la Fundación del Barça previsto para mañana y que contaba con la participación de Cierco. No quieren, por supuesto, que nadie le acerque un micrófono ni le formule cualquier pregunta mínimamente impertinente como, por ejemplo, oiga, perdone, ¿a qué espera usted para dimitir tras estas acusaciones, tras su sonora defenestración en Andorra? O sea que el pequeño principado obliga a cesar funciones, pero el Barça debe ser harina de otro costal. Apañados vamos.

Otrosí y para ir cerrando. De puertas afuera, silencio oficial de oposición y masa social, pendiente de Ipurúa, el City y, por supuesto, la presunta debilidad con que el Madrid afronta el clásico. De cenáculos adentro, la actividad no para y brinda incluso algún episodio divertido, sin excesiva transcendencia. Un precandidato leyó nuestro último intercambio e-pistolar y ha negado contactos con candidatos y presidentes a terceros, demostrando ignorar, pese a sus inversiones en el sector, el abecé de lo periodístico. Si realmente desmientes una información, debes dirigirte al autor en caso de que lo incierto y publicado te haya molestado y esgrimas la pura verdad, nunca a otros que preguntan por ello de rebote. Entonces, no haces más que confirmar la fiabilidad de las fuentes utilizadas por quién originalmente lo escribió. Es más, solo mostraremos la patita al caballero: usted se vio en Manchester con Bartomeu aprovechando la ida de octavos de la Champions. Y lo soltó a terceros que lo han filtrado a cuartos. Y en la cadena, el cronista acostumbra a estar en el quinto escalón, inexistente si hubiera mantenido cerrada la boca. Nada, una aportación gratuita caso de que pronto se vuelva a encontrar en situación similar. Si quiere triunfar en el futuro, debe conocer y dominar estos recursos y recovecos. O le pasará lo mismo que les ha sucedido a estos señores que querían engañar y no han sabido ni podido.

Además, en el momento de redactar esto, acaban de salir del horno Twitter los papeles de acuerdo entre Rosell, Bartomeu y el socio Jordi Cases, sellado hace medio año, para que las tres partes cesaran de inmediato las hostilidades. Lacito final quizá poético: confirma que, en esta vida, más tarde o más temprano, al final todo se sabe. Y todo sale a la luz. Que descanses, Martí, buen fin de semana y un abrazo.

Poblenou, quien no quiera polvo, que no vaya a la era

* Frederic Porta es escritor y periodista.


– Foto: EFE




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