God save the Queen, Martí,
Vaya, a los 97 años de edad ha fallecido don Joaquim Muntañola, insigne paladín de la ironía blanca, cuyos dibujos, tan distintivos, nos deleitaron desde la cuna, prácticamente. Gracias por el ejemplo y las sonrisas brindadas. Qué placer, qué cumplimiento de la tarea vital encomendada, Martí, irse de este barrio a tal edad y entre tantas agradecidas necrológicas, arte mentiroso y hagiográfico por costumbre pero que, en su caso, peca incluso de cierta cicatería. Así, con un deje de tristeza, coso la respuesta a tu última E-pistola. Muntañola mostraba un toque de sutileza, de finezza, tan propia de tu personalidad y adjudicada por paradigma a los ingleses. De ahí, deduzco, que cites a Wodehouse, el mejor escritor de humor nacido en la Inglaterra victoriana, aún imperial.
Wodehouse, el creador de Jeeves, inigualable retratista de su época, nos regaló otras perlas del tipo “siempre aconsejo a la gente que no aconseje”, aviso que intento seguir a pies juntillas y, creo, forma parte sustancial de tu talante. Deduzco, pues, que “Lo que queda del día” (Remains of the day) debe figurar entre tus films de cabecera. Rememórala, en especial aquella escena en que Anthony Hopkins, maravilloso en el papel de chevalier servant, le plancha el periódico a su señor, Lord Darlington, encarnado en la piel y pose de James Fox. Recordarás que en esa mansión se intenta evitar la escalada hacia la II Guerra Mundial y Darlington trata de empatizar con la firmeza de los alemanes, en demasía, incluso. Gente como él, o el propio duque de Windsor o Chamberlain, resultaron tan melifluos que propiciaron indirectamente, por inacción y cobardía, la tragedia generada a posteriori. Una absoluta degeneración de lo humano, dejémoslo ahí. El victimismo, amigo, me parece etiqueta burda, tópica, demasiado fácil, donde encasillar los actuales rifirrafes. Demuestra la historia que esa tendencia desapareció con el Dream Team, démosle gracias a Kubala.
Lo de hoy discurre por otro camino. El de los derechos mancillados, la igualdad de trato y oportunidades, el conseguir los laureles por méritos propios, sin empujoncillos de favor ni anulación de la rivalidad mediante decreto-ley no aparecido en el BOE. Queda claro que el Barça sólo gana títulos si viaja a la altura y velocidad del Sputnik. Caso de descender en la órbita y situarse al alcance de ciertos objetivos, sea cual fuere la causa, se disponen legión de escopetas para abatirlo a perdigonazo limpio, bajo lluvia de cartuchos disparados. Seguramente, eso es, hoy. Se puede perder una Liga, sólo faltaría, pero por medios y recursos que no sonrojarían en su vileza a Lord Darlington, ni alterarían su flema de caballero.
La directiva. Sólo los muy humildes e inteligentes permitirían sin urticaria la certeza alcanzada desde la égida de Guardiola. Por deseo natural y mayoritario hasta lo abrumador, Pep es el presidente, el director general, el técnico, el ideario coherente, el historiador y, aún, el recogepelotas del club. Encarna al Barça como lo hacía L’Avi de Valentí Castanys, contemporáneo de Muntañola. Quintaesencia y espíritu, rendir a su altura no resulta tarea dulce. Laporta lo intuyó por nariz cuando adoptaba el papel de doberman a la que algún intruso merodeaba el jardín de Pep y salía disparado para morder a quien se atreviera. Rosell, no, es incapaz de hacerlo y no corresponde delegar en Vilarrubí o Freixa el firme papel que no sabe cumplir. Asesores de comunicación le sobran, pero hace falta escucharlos, aprender y mejorar en el fraseo, exposición y relato. Sandro Rosell se movía como pez en el agua durante sus años como presidente in pectore. Le encantaba el papel de líder de la oposición. Se llevaba periodistas a su bodeguilla, viajaba por las peñas y seducía en la distancia corta. Pero ahora toca regir, gobernar, sentar criterio y mantener fijo el rumbo. Bajo los focos, sufre y transmite, incluso, angustia por el peso de la púrpura. El micrófono le desnuda por completo. De ahí que Guardiola siga siendo la referencia. Único y punto. Pero ni hombre tan conocedor y preparado puede realizar todos los papeles de la función (del auca, más contundente en catalán).
Discrepo a fondo en lo de agarrarse a demonios familiares, aunque vía Disraeli, dando la vida si cabe por seguir enriqueciéndome con tus diferencias de criterio. Nadie anhela un Villarat, por favor, menudo invento cochambroso. Sólo que gane el mejor. Tampoco considero oportuno citar como postulado de excusa, esa dictadura de los opacos acuñada por un estricto e imprescindible maestro en deontología periodística, Joaquim Maria Puyal. Enlazaría la exposición, de nuevo, con el victimismo y no es eso, no es eso. Sólo se exige lucha justa. Como lo sería demandar tratamiento igual hacia todos, sin desviaciones conscientes e inconscientes hacia el trato de favor a los poderosos, o, de paso, evitar que se eternice el dilema de dos para conocer campeón, sin dar vela en el entierro a los demás comparsas. Eso tampoco es nada bueno, Martí, eso polariza, enerva, reduce los matices y la brillantez de los colores expuestos en la paleta.
No se trata de victimismo, insisto por última vez, sino exigencia de respeto, primera base del trato democrático, sea deportivo, social o político. Nada de cuartelarias reacciones según vista el reo, ensañamiento con el excelso cuando le adviertes mortal. Y de Guardiola charlaremos otro día, que tiene e-carta para él solo. O e-tesis doctoral, según se mire. A las cinco quedará servido el té. Milord, ¿le importaría acompañar su esperada presencia con unas pastas?.
Brideshead, martes 6 de marzo de 2012
– Fotos: El Mundo Deportivo
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