Mi apreciado amigo,
Algún día debería preocuparme por comprender las asociaciones de ideas, pero, de momento, me limito a seguirlas vía intuición. Perdona, Martí, ¿alguien te ha comentado que el avatar de este blog recuerda a Valeri Brumel? Ya, claro, es Martí Perarnau superando el listón, creo que lo subiste hasta los 2’21, aún con rodillo ventral cuando el mundo se había enamorado ya del Fosbury Flop en México-68. Menudos Juegos aquellos. Entre el salto de Beamon, el Black power y propulsarse hacia atrás en la altura, no los habrá más revolucionarios, quizá por mimetismo con Mayo del 68. Brumel no llegó. Si la memoria no me falla, y mira que lo podría consultar a dos clics aunque no me de la realísima gana, tres años antes Valeri padeció un tremendo accidente de moto, con sólo 23 años del que se derivaron más de veinte operaciones a fin de recuperar su pierna de propulsión. No pudieron conseguirlo. Ni en la URSS, que consideraba al siberiano una de sus metáforas preferidas para demostrar al mundo la supuesta supremacía moral del comunismo sobre las perfidias del decadente capitalismo. Entre Brumel y el fibroso americano John Thomas, ¿recuerdas?, elevaron un palmo el récord de la especialidad en apenas tres años de duelo personal. Brumel llegó hasta los 2’28, Thomas no superó el 2’23 y esa foto de cabecera, que habrás observado cienes y cienes de veces, me retrotrae al que pudo ser tu ídolo y espejo personal, aunque nunca lo hayamos comentado. Brumel falleció con apenas 60 años en el arranque del nuevo milenio. Como no era Blokhin, ni mucho menos Yashine, casi nadie despachó siquiera una triste necrológica en su honor.
El día luce precioso en Barcelona, una de esas mañanas soleadas que se burlan del calendario invernal. Nada invita al recuerdo, sino a disfrutar del momento, aunque las dichosas asociaciones de ideas me lleven de nuevo al pasado, a escribirte sobre Paulino Alcántara, de quien el sábado se cumple el centenario de su debut con el Barça. Si, en la era de las redes sociales, a nadie le importará un cazzo el filipino romperredes, el estudiante de Medicina que supeditaba sus actuaciones a los libros y desaparecía con frecuencia de las alineaciones. Cada vez que subrayan la carrera de Messi hacia el récord de César, no puedo evitar que aparezcan los 357 goles en el mismo, exacto, número de partidos firmados por esa maravilla, aún hoy el mejor futbolista que jamás ofreció Asia al mundo.
Bien, puristas, no los consiguió en partido oficial, sí, vale. Pero entonces, cuando Paulino, ni Liga, ni Europa hasta 40 años después, ni nada. Aún así, respeto y admiración para el recuerdo de ese Alcántara de apabullante personalidad, el primer deportista que publicó sus Memorias a petición del respetable. El protoídolo de la picante Barcelona de la I Guerra Mundial, refugio de espías, bullicio de cabarets en el Paralelo, enriquecimiento para los neutrales. Te adjunto la foto clásica del crack del campo de la calle Industria, allí donde asomaban los traseros de cuantos empezaban a enloquecer por este sencillo deporte, al alcance de cualquiera, donde se empezó a fraguar la personalidad culé. Ante todo, por Paulino. Quien pierde la memoria, pierde la identidad.
En salto de siglo completo, luego te mando anécdotas de la globalización. Que el día sea tan bello allí como aquí, respira el aire limpio de la sierra y un abrazo,
Barcelona, 23 febrero 2012
– Foto: Archivo FC Barcelona
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