Hey Martí,
Pues vaya gracia, la señora de las llaves y el cafelito pendiente de su impuntualidad. No te imagino jaleando el vamos, Rayito, Rayito. Ay, Martí, ¡qué pereza! En confianza, entre mis lemas vitales figura la convicción en que the best is yet to come, como cantaba Frankie, el de New Jersey. Lo mejor queda por llegar. En cambio, echar la vista atrás sólo me genera tortícolis. Aguda, además. Vale que alguien tendrá que hacerlo, claro, si es que a alguien le importa que alguien se tome esa molestia, no sé si me explico, que me explico, seguro. Encantado de Samitier y Paulino, de Babe Ruth y Jim Thorpe, de Joe Di Maggio y Joe Louis, de Waldo y Quino, de Maroto y el de la moto, por exponer apenas una muestra de mi vasto santoral íntimo, pero me entra dentera con la manía de las etiquetas. Tanta, que escapo de cuantas puedo. El género humano precisa entender su entorno y para ello, encasillamos rápido sin apenas información, ni conocimiento. Humano, vale, sin embargo ahí no me pillas, nunca me recreo en el pretérito. Disfruto de sus enseñanzas, jamás lo consideraría refugio confortable. No existe más que ahora, la vida es lo que gastamos mientras divagamos en proyectos y la historia sigue marcándonos, por mucho que el burro de Fukuyama proclamara su fin, el muy neo-con.
Pedazo foto: Feliz por ver a Gigghia metiendo el segundo en el maracanazo como complemento a tu última E-pistola, aunque enseguida se me vaya la vista hacia el pobre Barboza, tirado en el suelo cual colilla, mancillado arquero brasileño en la final del 50 a quien debo una frase escalofriante, más o menos así: “En mi país no existe la pena de muerte y la perpetua se extiende a 30 años. En cambio, yo cumplo medio siglo de condena por aquel gol que nos derrotó”. El apestado Barboza murió sin ser rehabilitado. Desde entonces, hasta hace cuatro días, la etiqueta dictaminó que los porteros brasileños eran una pena. Como si Félix, el del 70, fuera manco. Peste de manía por la síntesis injusta. Gigghia y Schiaffino, en cambio, fueron goleadores y héroes de Uruguay, el paisito, hasta el fin de sus días. Que no, que no voy a limitar la vida al blanco y negro cuando cada día, Martí, descubrimos y asimilamos nuevos colores en el pantone.
Anda que te provoco unas reflexiones a las ocho de la mañana del domingo que pá que… Hablando de tópicos, contra los pseudoescritores que confiesan su pavor y sufrimiento ante el trance de encarar el folio en blanco, a mí me pone contento como unas castañuelas rellenarlo. Pero unos se saben vender y otros nacimos vendidos.
Guapa, la foto de Ava, ¿no te parece? Permíteme el juego de imágenes, la asociación de ideas: Ya que cito a Frank Sinatra, prefiero ver a la Gardner…
Tarde de domingo, proclive a sentir bajones ante lo que se avecina. Abrazote, nen.
Poblenou, domingo 26 de febrero de 2012
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