"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Mi querido amigo:
Nada, no hay manera, no aprenden. Debe ser que para alcanzar este peculiar virtuosismo que tanto expresan últimamente, nótese el sarcasmo con deje vitriólico, también resultan indispensables las diez mil horas de práctica previa. Hasta endurecer el morro cual cemento armado, digamos. El caso es que dan un paso y zas, hallan otro charco. Realizan una finta y zas, los huesos chafados contra la pared. Lo del circo y el crecimiento de los enanos, vamos, que no dan una a derechas. En las horas postreras y desde la anterior e-pistola, han tenido que saltar al quite los técnicos en impuestos para barrarles el paso y decirles bien a las claras que no vale marear la perdiz y despistar con algo tan serio como el fisco. Si te piden nueve, es que te los dejaste de pagar. Si pones trece a modo de propina, señal de que vaticinas un coscorrón de aúpa tras el nuevo resbalón. Sigamos sin movernos más allá de los recientes episodios, aún calientes: va el club, hasta parece un chiste de Eugenio, y pide un informe de urgencia al sesudo bufete tal, ese que parece una delantera al completo –Segarra De Figarolas & Freixa Romagosa, le llaman–, y ay, resulta que uno de los socios es el ya exportavoz de la entidad, toma, menuda casualidad, vaya tontería más tonta. Según ellos, asesores del club para cuestiones fiscales. Como si no hubiera otros en toda la ciudad o el planeta, si mucho me apuras. Ni guardar las apariencias. Suerte que acaban de redactar un precioso código ético que se pasan por el mismísimo arco del triunfo. Total, el dinero no es suyo y así, pues tampoco le pierden la pista del todo. ¿Conflicto de intereses? No, para nada, no fastidies… ¿Tiene importancia la cosa? Según ellos, la que quieras darle, apenas nada. Para cualquier persona decente, otro aldabonazo que muestra su real catadura, suficiente para exigir dimisiones… en un país democrático que no sea este, por supuesto.
Con el fenomenal Toni Freixa da hoy para hacer incluso parada y fonda. Mientras a otros del clan les suena en los oídos la música creada por el inmortal Nino Rota para The Godfather a cada paso que dan, a tal individuo –no entremos en juicios de valor, ya le crucifican otros– los tímpanos se le han llenado de Rubén Blades. Letra de Pedro Navaja, “quien a hierro mata, a hierro termina”, idónea para recordar que el exportavoz acumulaba buen rato sembrando el camino de cadáveres exquisitos. Le arreó a Johan, le atizó a Pep, hizo labores de dóberman contra Laporta y ahora, ya que estos barrios comportan la ventaja de conocerlos a todos, absolutamente a todos, obras y milagros incluidos, le están devolviendo los cariños prestados a doble carrillo. Mientras escribo, Martí, oigo los cachetazos como si esperaran turno en fila, larga y poblada la cola. Además, el señor letrado ha contribuido a la revancha ajena azuzando vísceras de adversarios mediante los estentóreos fallos profesionales realizados, tan espectaculares como constantes en las últimas y divertidas fechas. Hay canallesca independiente que le señala más a él que al pobre socio Jordi Cases como responsable de los males ante la Audiencia de Ruz por presentar tanto papel, tanto fenómeno de ingeniería financiera sin que siquiera se lo pidieran, detalle de impensable generosidad capaz de provocar que al juez se le sonrojaran los mofletes ante el atrevimiento. Encima, pésimos en el ejercicio de su teórico oficio; ellos, que van de élite de lo guay.
En este castillo de fuegos artificiales, continua traca y mascletà entre falleros del norte –con perdón, solo porque fallan más que las tradicionales escopetas de feria–, destaca como texto humorístico el código ético redactado por ellos mismos. Sí, ellos, los directivos en cuenta atrás hacia la puerta de salida, los del desaguisado in crescendo. No sabemos si es redacción en ironía británica del gran P. G. Wodehouse o paradigma del cinismo. Sesgo que también aparece en el presidente del nuevo talante distendido y tal, el prócer que hace exactamente un mes entendía a Cases hasta el punto máximo de comprensión, consistente en que el menda hubiera hecho, decía, exactamente lo mismo que el socio hoy crucificado. Ayer le echó directamente a los perros y, como diría el gran Joan Montull, socio de tropelías (presuntas) del colosal Félix Millet, le acusó incluso de haberse cargado a Kennedy en el magnicidio de Dallas. No me dirás que no da el tema de sí para sacar las palomitas del microondas y contemplar en pantalla panorámica esta rara mezcla de Scorsese con American Hustle. Todo el reparto, desde luego, no dice la verdad ni cuándo van al médico, pero improvisan que da gusto verles.
Lo de SFFR, más todo lo apuntado –y nos dejamos un montón para otro día– y esa manifiesta arrogancia en creerse al margen y por encima de la ley que sigue el común de los mortales nos lleva a una situación muy yanqui, paradigma de lo pragmático llevado a extremos. Allá, cuando debes votar por un político o representante de tus intereses, el imaginario popular te pide que realices antes una reflexión casi intuitiva y terriblemente efectiva. La pregunta retórica dice así: a este señor (o señora, vale), ¿le comprarías sin dudar un coche de segunda mano? Si la respuesta es sí a pies juntillas, de sopetón, avanti, vótale. Si dudas dos segundos, déjalo correr, no deposites la papeleta. Vale que en el fútbol español no le comprarías prácticamente a nadie ni uno de esos décimos premiados que tanto insistían en tocarle al de Castellón, el del aeropuerto del abuelo, el que sigue campando a sus anchas como tantos y tantos congéneres, pero a estos tampoco les acompañarías ya ni a la puerta de salida, no fuera que a la cartera le diera por desaparecer. Se lo han ganado con creces. Entre mentiras, medias verdades, conjuras y pleitos con sus ilustres antecesores, al final habrán mandado tres largos años mecidos en la inercia, sin haber aportado apenas nada positivo, lo cual también entraña su curioso mérito. No es valoración propia, no creas, sino fruto de los rumores que ahora inundan Barcelona y que hacen temer y esperar nuevas entregas de tan florido serial. Los más punzantes se centran en anunciar una situación económica de la entidad muchísimo peor de la que ellos proclaman, tan dados como son a considerar que a su responsable económico le deben un Nobel del ramo. No veas, amigo Martí, cómo se están afilando por aquí las bayonetas en espera del inminente cuerpo a cuerpo…
La balasera cruzada es de tal calibre que solo permite, en definitiva, un sentido en la apuesta: vamos corriendo hacia las elecciones anticipadas. Aquí, en este duelo a muerte, ha desenfundado todo quisque y van armados hasta los dientes. ¿Bandos? Un montón, aún quedan por definir. Gente que abandona el carro ya perdedor, los habituales listos que buscan nuevo refugio para sus intereses, personal con cuentas pendientes a los que no hay que hacer ningún caso por aprovechados y jetas, oráculos diversos, personajes de esta farándula que deberían estar en prisión y no callan ni sabiendo la suerte que tienen… Están tan debilitados que alguien les tirará pronto por la cabeza su particular acción de responsabilidad, con el objetivo de que pasen tanto sufrimiento como han pasado bastantes de sus predecesores y no se vayan de rositas cuando alguien audite su gestión, mucho menos brillante de lo que ellos afirman y sus palmeros jalean.
Nubarrones, tormenta, visos de tempestad que no preocupan al observador. En el Barça siempre acaba saliendo el sol, especializado como está por historia en realizar estas peculiares purgas de signo catártico. Otorga el club tanto poder a sus inquilinos provisionales que los gestores pierden el oremus y el mundo de vista. Hasta que llegan otros. Hasta que quizá llegue uno dispuesto a servir y no a servirse, ya conoces el mandamiento único en que debería resumirse esta religión. Que hoy maten a Tata quienes le vitoreaban hace una semana, que prometan las vacas sagradas portarse bien, que se aposten los francotiradores y mercenarios de diverso signo en distintas ventanas de la calle principal hasta dar la impresión de hallarnos en OK Corral son solo anécdotas. Lo trascendente, Martí, es que iniciamos la cuenta atrás hacia las elecciones anticipadas porque aún le queda cargador al actual establishment para seguir disparándose a los pies, porque haciéndose el harakiri en otra gráfica metáfora se pintan solos. La supuestamente monolítica junta se agrieta a pasos agigantados, y ya sabemos que, a partir de ahí, todo el mundo buscará su chalupa salvavidas mientras la orquesta del Titanic empieza a tocar. De hecho, Freixa, Bartomeu, Vilarrubí, Cardoner, Faus, están oyendo ya una banda sonora personalizada, a cada cual la suya. Al resto, la pura comparsa, no les debe llegar la camisa al cuerpo por si alguien les pide responsabilidades, ellos, que se creían triunfadores sociales por haber alcanzado el lucimiento del palco, benditos ingenuos.
Y los secundarios, ay, los secundarios que se atribuyen frase oportunista en la función. Gente como Javier Tebas o Wagner Ribeiro, que no pueden pasar sin sus cinco segundos de mojar pan allá donde puedan encontrar salsa. Tebas, sí, Tebas, como si no hubiera memoria en el país. Ribeiro, diríase que empapado hasta los tuétanos de su apellido al proclamar, humorista de él, la baratura de Neymar. Justo ahora. Por Dios, cada día treinta ejemplos para plantearnos seriamente cómo nos sigue gustando el fútbol pese a estar en manos tan peculiares, seamos finos. Y el petardazo que pone punto final al estallido festivo, por el momento: “¿Aprueba la propuesta del nuevo Camp Nou, el Espai Barça y el nuevo Palau Blaugrana?”. Con la que está cayendo, qué cachondos, insistamos. Si igual, ni llegan al 5 de abril, fecha de la hipotética consulta de carácter católico. Si, católico, ya que se votará por una cuestión de fe en la ciencia infusa, sin saber la parroquia a qué atenerse, difuso y nebuloso el proyecto que desean refrendar, deprisa, deprisa, con la ilusión de prolongar tiempo de mandato cuando saben ya, si se han parado a pensar, que llevan las alas llenas de plomo, que caerán pronto y solo podrán achacar su desgraciado y aceleradísimo ocaso a la propia irresponsabilidad.
Hasta la próxima, caballero. Al paso que vamos, igual es dentro de un rato. Un abrazo.
Poblenou, territorio libre de directivos
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: FC Barcelona
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