Perarnau Magazine

"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer


Frederic Porta / Firmas

E-pistolario: Papanatismo mesiánico

por el 12 noviembre, 2013 • 9:30

lionel-messi

Mi querido amigo:

Despedida a vuelapluma antes de agarrar el saco terrero, el casco, algunas provisiones en conserva, si da tiempo a la familia y largarnos, pies en polvorosa, al refugio nuclear. De lleno como debe estar ya, nos tocará morder a alguien para encontrar sitio. Bajo esta atmósfera de paroxismo, de entrada mosquea que tarden tanto tiempo en decretar tres días –o una semana, dada la magnitud de la tragedia– de luto oficial. Será que las autoridades andan también en shock. Leñe, se ha lesionado Messi, mira tú por dónde y aventuraríamos que el mundo puede parar de girar sobre su propia órbita en cualquier instante. Si no lo hace, señal de que el planeta es menos futbolero de lo que parecía. En fin, adiós, Martí, ha sido un placer, antes de que pronto nos toque escuchar las primeras noticias sobre reedición de suicidios colectivos en la Guyana y hecatombes varias. Dos meses sin el astro rey, ese que calienta el terruño tanto como el sol, dan para cantidades industriales de papanatismo y, mal augurio, han empezado a caer las primeras gotas de estupidez anunciadoras del inminente diluvio. Escalofríos entran ya con solo imaginar la que se nos viene encima. Y no entro ahora en terreno estrictamente futbolístico, qué va, sino en las inmensas arenas movedizas de la especulación, ese mar donde se ahogan las razones y el sentido común, esa inmensidad caníbal siempre a la espera de cobrar víctimas que no destacan, precisamente, por poseer el mínimo raciocinio.

Rotura en el bíceps femoral de la pierna izquierda, dicen. Hace cuatro días ni siquiera sabíamos situar salva sea la parte en nuestra anatomía –y tampoco Namibia, pero da igual–, para vernos ahora convertidos en rotundos especialistas, médicos o forenses, en tan sensible materia. Bíceps femoral. Y no se ponen de acuerdo en el número de lesiones padecidas desde aquella infausta noche en París, cuando se inició el culebrón y el drama sin que la audiencia se percatara; ella, tan despistada hasta que no le dan el tercer aviso. Esperemos que el búnker sirva para aislarnos de agoreros, lectores de vísceras, oráculos, adivinos de la bola y otros especímenes derivados de la posesión de la verdad absoluta, ese personal que nos insistirá en la certeza de diversas hipótesis como si acabaran de bajarlas en tablas desde el monte Sinaí. Hago las etiquetas y luego tú vas y le pones nombre y apellido a cada cual en este juego de horrores, propio del reciente Halloween. Habrá quien, para empezar, lo achaque al esfuerzo acumulado durante los años de esplendor, exceso combinado con alguna factura reciente por endiosamiento que le impide preparar el físico como en tiempos de gloria. Habrá quien sacuda a los galenos por no haber sabido anticipar la jugada. Claro, tanta hormona, tanta hormona, mira dónde nos ha llevado… Habrá quien le dé con ganas al cuadro técnico porque pasaba por allí. Y venga dale que te pego, horas y horas de debate baldío sobre el sexo de los ángeles, la prioridad del huevo sobre la gallina y otros rompecabezas de igual futilidad.

Sigamos dando pistas. Por supuesto, es año de mundial y el chico notaba la excesiva presión de campeonar, Argentina entera con la Kirchner en cabeza pidiéndole un milagro al santito de Rosario. Bueno, otra, que disponemos de mucha cuerda y no es cuestión de ahorrar en salvas cuando otros cargarán todo tipo de munición: eso le pasa a Leo por cambiar de dietista. Cuando introdujo el pescado en su menú particular y se dejó de tanto asado y tanta carne roja, ya se vio que el chico ascendió a los cielos. Igual ahora ha recaído en la tendencia hedonista, permitiéndose incluso un flan con nata, cicuta pura para su sprint, de ahí la actual debacle. En la desbandada de neuronas ya hemos oído incluso una teoría de traca: claro, ha tenido un hijo, eso le impide dormir bien por las noches y su salud se resiente. Toma del frasco, Martí, suma y sigue. Seguimos, pues: a ver, que nos expliquen su alejamiento de Juanjo Brau, eterno fisioterapeuta personal, recuperador, hombre de confianza y amigo, sombra en los prolongados tiempos de reinado. ¿Quién ha sido el memo que le ha distanciado de Brau? Que salga. ¿La directiva, algún envidioso, quién? Sin descartar que el parón sea sutil estrategia de los malvados gestores culés, dispuestos a promocionar a Neymar porque, como sabéis, Messi es un producto de tiempo anterior, por tanto susceptible de ser eliminado del mapa. Cuidado, nos lo ha dicho la prima del cuñado de la portera de una finca donde algún día dejan correo. O sea, de buena tinta, fetén, que te lo digo yo y esto es así. Esto es el primer paso hacia su adiós, lo van a traspasar para pagar el campo nuevo, ay.

Dos meses, Martí, dos meses con esta previsible murga. De ver y oír a hechiceros enfervorizados sosteniendo que volvió demasiado pronto. No, regresó mal. No, que no ha vuelto, ni se le espera… Y las manos que cargan de pimienta los guisos proclamando el peor de los augurios: como los restantes futbolistas del plantel son cojos y mancos, de aquí cuatro días, adiós liderato, adiós Champions y adiós puestos que dan plaza para competiciones de la UEFA, si mucho me apuras. Uy, Neymar tendrá que dar un paso adelante. Mejor que dé dos. O tres, ya puestos. Y Cesc, también. Un momento, ¿no ha dicho Cesc que su calvario en el Arsenal por similar lesión duró año y medio? Pues entonces, olvidémoslo, reunamos al comité de crisis de urgencia y situemos en el orden del día un único punto, consistente en la renuncia a las competiciones de la presente temporada. Habrá quien, catedrático en hurgar heridas hasta convertirlas en colmo de purulencia, echará mano de la comparación: adiós, Balón de Oro, festín para Cristiano que, embravecido con la ausencia, romperá seguro todos los registros anteriores. Incluso Diego Costa se sumará al aquelarre. La culpa, de Guardiola, por haberlo exprimido y largarse al Bayern. Hay que buscar culpables para colgarlos de la soga en plaza pública, detengan a los sospechosos habituales, da igual que sean o no convictos y/o confesos. Bien mirado, dentro de apenas dos semanas se cumple el medio siglo desde el magnicidio de Dallas y los amantes de las bizantinas teorías conspirativas aún no saben, o no desean saber, a ciencia cierta quién mató a Kennedy. Por tanto, debemos desentrañar quién lesionó a Messi, paso ineludible para el progreso de una humanidad que ya andaba bastante fastidiada en tiempo presente, ahora que nos fijamos de soslayo.

Dos meses, Martí, y la crónica de urgencia daría para muchísimo más, pero, ya que nos invade el pavor, detengámonos aquí. No, no consuela pensar qué pasará llegada la primavera, si todo volverá al cauce habitual y acostumbrado, con el pibe recuperado y en plenitud. Que ésta es otra: igual es mental, la cosa, y todavía será peor. Cierto que en marzo nadie recordará, ni tendrá el menor interés en hacerlo, el descalabro de suposiciones generado este lunes, 11 de noviembre, borrasca que nos acompañará, llueve que te lloverás, a lo largo de los próximos meses. Ya han anunciado que el 2013 se acabó para Messi, hala, ocho semanas borradas de un plumazo en su legendaria vida. Jopé con los oportunistas, qué fuertes van.

Bien pensado, seguro que vivíamos mejor cuando desconocíamos la existencia del taimado bíceps femoral, pero ahora ya es tarde y tengo que largarme corriendo. Se oyen alaridos alrededor, esto parece una tenebrosa escena de The Walking Dead. Para aquellos que consideran el fútbol español pura hipérbole sacada de madre, la puntilla razonada: es que, de verdad, no saben dar prioridad a las cosas realmente importantes de la existencia. Horror, el horror. Dos meses escuchando tertulianos de lengua infalible, coronel Kurtz, puro corazón de las tinieblas. No sé si podremos resistirlo. Mientras me envías algún mendrugo que roer bajo tierra, corre también a aislarte. Son señales inequívocas de que el fin del mundo se acerca. De hecho, ya está más cerca que ayer, qué miedo. Por cierto, reflexión de despedida, ¿no estaremos exagerando un poco con el indisimulado papanatismo de tipo mesiánico? No sé, se me ocurre… Ante todo, mucha calma, como aconsejaba el grupo filosófico gallego Siniestro Total. Lástima que lo dijeran sin libro de instrucciones para su práctica aplicación

Que Dios reparta suerte y pille confesados incluso a agnósticos y ateos,

Poblenou, la noche de los muertos vivientes

* Frederic Porta es periodista y escritor.

– Foto: EFE




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