Querido amigo:
Acepta mil disculpas por la tardanza. A lo largo de este lapso de ausencia, he esbozado telegramas, postales, misivas cortas y capítulos de folletín sin concretar en definitiva ninguna variante e-pistolar. Sería por exceso y no por defecto. Material lo había y hay, a espuertas, por toneladas, aunque esta vez intentaremos ignorar lo evidente, esa risa que traspasa la acera para cambiar de barrio sin esperar siquiera al color del semáforo. Podríamos hablar y divagar sobre tantas, tantas cosas, que, si pretendemos originalidad en el contenido, no queda otro remedio que obviarlas o despacharlas en una sola frase. Nos gustaría, por ejemplo, refutar coma por coma a doña Espe en su tremebundo artículo de los lunes para El Mundo por imprudentemente demagógico, reaccionario y sesgado, aunque no lo haremos. También daría para una larga reflexión versar sobre las manos en las que encomendamos nuestro futbolístico espíritu al ver qué tipos de manifiestos para la supresión de las autonomías firma Javier Tebas, sin mucha fuerza nueva ya, tan a la derecha aún que no sale siquiera en la democrática foto, pero tampoco merece eso echarnos las manos a la cabeza. Si nos diera por la socarronería, ha abierto teatro en plaza una de las mejores parejas cómicas que han visto estas calles –qué digo el Paralelo, pudiendo decir Broadway– desde el advenimiento de Lemmon y Matthau bajo textos de Neil Simon y puesta en escena del divino Wilder. Sí, Rexach y Braida dan para tanto, para eso y más. Un par de macanudos, dignos del palco para pícaros de la tercera edad propio de The Muppets y tan entrañables como los peluches, vamos, si no toman decisiones, si se limitan a ponerle morro y gracejo. Caso de que se les ocurra actuar, deberemos correr hacia el refugio atómico, al menos, que este par comporta mayor peligro que el proverbial saco de bombas.
Pues no, dejemos eso al margen pese a que cueste obviarlo y centrémonos en nuestro habitual tomate: las páginas de la sección de política azulgrana, hilos movidos entre bambalinas y estrategias varias metidos ya como estamos en plena harina de periodo electoral. Sí, electoral y ya en campaña aunque los responsables del invento sigan sin fijar fecha, pendientes de que la competición les resulte propicia y alargue el plazo hasta las urnas todo lo que buenamente puedan y les permita el viento futbolístico a favor. Y muy largo nos lo fían pese a estar ya, Bartomeu y su corto sanedrín de asesores, en frenética actividad, renovando la imagen como una de esas milagrosas cremas de belleza. Hoy mismo, el presidente accidental ha conseguido la foto que buscaba pasándole la mano por el lomo a Cruyff y a Giró, mandamás de La Caixa, instantánea que en clave local equivale a matar –en licencia figurada, no fastidiemos– los habituales dos pájaros del mismo tiro. Pasta para los patios de colegio de Johan bendecido desde el auténtico poder económico. Total, el primero, por ser de hoy, de los tropecientos mil actos de autobombo con los que Bartomeu ha decidido lanzar o relanzar su imagen de aquí a mediados largos de julio, fecha en la que, por lo pronto, piensa convocar los anunciados comicios. ¿Tan tarde? Por supuesto, que falta por ver qué gana el equipo y si los triunfos le brindan la anhelada continuidad en bandeja de plata. ¿Y eso? Le queda mucha tela por cortar y necesita tiempo, mucho tiempo, como si encarnara algún personaje de la literatura clásica. Muy largo nos lo fiarán, eso del votar e intentaremos, Martí, dar razones y argumentos, los que se comentan y conocen en el mundillo donde el barcelonismo cuece sus habas, pocas cocinas y algunos restaurantes de postín.
¿Cómo está ahora mismo el panorama de las candidaturas? Complejo, casi necesitas un GPS para orientarte y a la que te despistas dos días, miau, te han girado ya la tortilla. Empecemos: Bartomeu irá solo o pretende hacerlo. Sí, por el camino salpicado de actos, inauguraciones de pantanos (ya nos entendemos), photo-opportunities, presencias en los medios cómplices y largos minutos de telediario como si fuera un presentador más en la diaria dosis de noticias, el otrora okupa pretende sacarse de encima un montón de cosas, compañeros de viaje y casos. Para empezar, Rosell. Bueno, mantendrán la amistad en privado, sabiendo que no le interesa en absoluto seguir ligado al ex. ¿Razón? Esos mentideros apuestan a que Sandro pringará con el tema Neymar en la Audiencia e igual salen aún alguna que otra sorpresa más por el abrupto camino iniciado. En cambio, los abogados del actual presidente le dicen que puede estar tranquilo: llegará a finales de julio sin procesamiento, ni siquiera imputación, a eso apuestan. Por tanto, avanti a tutta macchina, arriba esos ánimos. Hay que correr para presentar a un Bartomeu sin atadura alguna, dispuesto a cambiar de junta directiva, despedir a todo cuanto huela a Rosell para conseguir un reset absoluto de imagen y percepción. Fuera lastre: si puede, descargará a Javier Faus, demasiado ligado a Catar, quemado en su inexistente relación con Messi, al que ninguneó en su día sin que al astro se le haya olvidado ya, ni ahora ni nunca. Bartomeu habla directamente con los chicos, con los futbolistas, y les ha prometido que habrá carta blanca si van a todas (Busquets ya puede dar fe de ello con su flamante renovación), consiguen alzar alguna copa y, de puertas afuera, borran todo rastro de divergencia o falta de comunicación como protesta hacia el actual cuadro técnico. Si hace falta, el actual y reducido think tank presidencial despistará ante el gran público poniendo el acento en la excelente química de los tres delanteros o persistiendo, qué pesados, en hipotéticos refuerzos aunque no puedan ficharlos por sanción de la FIFA.
A Catar le queda poco recorrido, por mucho que fuera poderosísimo aliado dispuesto a poner la pasta que hiciera falta. Ellos siguen queriendo pagar la fiesta, pero el receptor no está ya tan receptivo. A los ricachones del oro negro, se les acaba la limpieza de imagen gracias al Barça. Dejarán pronto de ser los paganinis. Entre los planes de Bartomeu figura incluso cambiar de estrategia en la remodelación del Estadi y ese Espai Barça ya aprobado en referéndum, cuando las fanfarrias oficialistas minimizaron incluso el coste de 650 millones de euros, como si fueran cacahuetes asumibles para su bolsillo. Pues, mira, ya no, hasta eso quedará alterado para congraciarse con amplios sectores reticentes al despilfarro, a que el gasto en inversión se dispare hasta lo inasumible o hasta caer en brazos del capital árabe. Ahora optan por lo prudente: mejor lavarle la cara al Camp Nou poquito a poco, a larguísimo plazo, de verano en verano y en cómodas anualidades, sin necesidad de pedir crédito a nadie, y menos aún a los cataríes, con los jaleos que ha provocado ese polémico aliado, detestado por un amplio segmento, si quieren el más alineado con el modelo de los valores, el más combativo desde la oposición. Ya no se puede volver atrás, a los tiempos de Unicef, pero tampoco es cuestión de persistir en peligrosas compañías patrocinadoras. Tal es el susto con Catar que incluso han contactado con altísimos personajes de la diplomacia internacional para saber si habrá o no pronto represalias de Estados Unidos ante los atentados y provocaciones del Estado Islámico. Aunque no lo parezca, siguen leyendo un artículo pretendidamente relacionado con fútbol, sí. Ojo, y quien dice mundo árabe, puede exponer también Israel y el lobby judío, cuyos intereses andan entretejidos con los del vicepresidente Vilarrubí. Incluso hay quien se acuerda de Lluís Bassat y le da vela secundaria en este proceso. Repertorio amplio, amplísimo, de candidaturas en el que figurarán a su aire Javier Bordas y Toni Freixa encabezando una opción que igual ni siquiera pasa el preceptivo corte de firmas de apoyo. A Bordas, empresario de la noche, se le adjudica el fichaje y la responsabilidad de la comisión deportiva de la que forman parte Ariedo Braida y Charly Rexach. Aún con contrato por un año, fecha de caducidad para junio. Braida y todos. Y todos, son todos los mencionados. A Bordas le espera el mismo destino que a Freixa en esta junta. O sea, cero.
¿Y Laporta? Hermético. Preguntas y los suyos responden con un disciplinado “ya sabes cómo es, impredecible, ni nosotros conocemos sus planes…”. Por encima de sus deseos y proyecciones, figura una certeza: media Barcelona le anda buscando cosquillas en su currículo pretérito, mientras la otra media, o casi, espera el hipotético material de tales pesquisas, encantada de vocear las nuevas acusaciones que se desprendan de las investigaciones por viejas rencillas, cuentas pendientes y radicales desavenencias de corte ideológico. Volverá a salir la comisión cobrada en Uzbekistán, volverán a emerger fiestas en Luz de Gas, volverán a intentar que se le pasen las ganas de acceder a una segunda oportunidad. Máxime cuando –en club tan judicializado– aún espera turno el lúgubre caso de las escuchas, del feo espionaje organizado en tiempos anteriores al 2010 que, pese al lapso transcurrido, puede salpicar con evidentes manchas a más de un implicado. Especialmente, en orden interno: es inaudito que a un club, o una empresa, ya puestos, se le ocurra leer e intervenir los correos de sus altos cargos, empleados medios o simples trabajadores, como ocurrió en su día en el Barça.
Otro nombre a palestra: Víctor Font, el joven millonario con intereses y contactos en Dubái, que iba para aliado de Laporta y ahora parece torcer el rumbo hacia Barto, quien le ha querido embrujar con un puesto de responsabilidad para que conozca el club desde dentro antes de lanzarse a mayores y futuras ambiciones presidenciales. Vaya si bulle el cotarro en las oficinas anejas al Camp Nou. Tanto que incluso temas menores son tratados como Mel Gibson cuando se decantaba por cortar el cable azul o el amarillo de la bomba en cualquiera de sus electrizantes pelis de acción. O acertaba o daba la impresión de que podía volar con él hasta la platea del cine, vamos. Ahora, igual: para no ganarnos la tirria eterna de algunos implicados, digamos apenas que algunos a los que el personal tenía por asesores del entorno más íntimo, decisivo y disuasorio del presidente han caído ya en desgracia y no pintan nada de nada. Que sigan cobrando y callen hasta pasado el verano, lo que haga falta y sea necesario para brindar sensación de que se acabaron ya los líos en esa casa desde que Bartomeu puede trabajar con las manos libres. Según él y sus escasos adláteres, hace cuatro días. Si por ellos fuera, desde Anoeta, ya nos entendemos en toda la extensión de la estrategia.
Dentro de algunas semanas, si es que el viento deportivo sigue soplando a favor, Josep Maria Bartomeu presentará en sociedad a su nuevo equipo con caras nuevas, guiños hacia diversas tendencias de otras ideologías azulgranas (haberlas, haylas a docenas) y mucho lastre ya soltado. Ahora mismo, digan lo que digan las encuestas, se siente favorito y con los planes bien trazados. Controla el vestuario, que negocia directamente con él para evitar resbalones de intermediarios poco duchos como pasara en un pasado reciente. Controla los medios susceptibles de generar corriente de opinión mayoritario, a los que promete continuidad de relación en términos ventajosos si apuestan por lo evidente y lo primario, consistente en formular que ahora las cosas van bien y mejor irán si no tocamos nada a partir de Messi, Neymar, Suárez y Bartomeu, detrás, cerrando cartel y en minúsculas si es necesario. Será protagonista mientras precise de votos. Después, logrado el objetivo de pervivencia en el palco ya refrendada por las urnas, adoptará un papel más discreto porque habrá ganado su gran batalla. Habrá sellado la metamorfosis desde secundario que se encontró de repente en el cargo a definitivo con planes propios. Y cuando te han bendecido las urnas, ganas en carisma, belleza, altura, seducción y todo lo que no tenías antes, eso ya lo sabemos y va incluido en el paquete de oferta de la erótica del poder desde el primer día.
¿Divertido, verdad? Bueno, ya sabemos cómo funciona esto. La inmensa mayoría dedicada a vitorear la recuperación del liderato, a glosar las hazañas de Leo Messi y, por detrás del decorado, una increíble dosis de agitación, de movimientos que pasan desapercibidos. Y esto evoluciona a diario, Martí, aunque parece a primera vista que el buque permanezca inmóvil, el mar de fondo lleva brutal corriente. Sin hablar por no cansar hoy de otros insignes apellidos, ex directivos, ex candidatos, que también andan en danza continua de conspiración, alianza y pacto. A todos les ha dado por considerar trascendentales los próximos comicios –y lo serán, sin duda–, por lo que se han lanzado de cabeza al cauce. De seguir este ritmo, pronto necesitaremos una guía de personajes para no perdernos, bajo la tranquilidad de saber que si el marcador les continúa favorable caerán un montón de la lista y si el equipo pierde seguiremos sumando personajes con derecho a frase en este peculiar sainete. De aquí a julio ya avanzado queda toda una primavera, todo un amplísimo trimestre. Fíjate que ahora, ni siquiera nadie pone proyectos o programas, nombre o atractivos sobre la mesa. Estamos aún en las primeras escaramuzas, sí, pero conste que Bartomeu ha aprovechado a fondo el cargo. Curioso, por no hablar ni hemos hablado de Benedito, cuyo papel parece haber dejado de cotizar en este Ibex-35.
Un abrazo, Martí, a seguir disfrutando del análisis, del continuo columpiar de quienes olvidaron que hace cuatro días decían blanco y ahora apuestan por negro, benditos pecados de eso que algún día se llamó periodismo deportivo y hoy, por ejemplo, podría ser bautizado como coña marinera para divertimento de amnésicos y peces de colores.
Poblenou, entre bastidores y decorados
* Frederic Porta es escritor y periodista.
– Foto: Andreu Dalmau (EFE)
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