Mi muy olímpico y atareado amigo,
Te tengo abandonado, sí, lo reconozco. Mientras te pegas atracones de curro, confieso mi vileza, yo entro y salgo de una modorra de sofá cosa mala y en la última siesta, la pesadilla de panza llena ha resultado casi letal, puro dejà vu. Maldita canícula. No debería engullir tanto, que después me convierto en un onírico émulo de H. G. Wells, el de la máquina del tiempo, y me despierto hecho unos zorros. Soñaba que era concejal en Villar del Río, sí, el pueblo de Berlanga, metido en el equipo de gestión consistorial liderado por Pepe Isbert y Manolo Morán, pero en lugar de agasajar al americano, a la susodicha peña le había dado por seguir los Juegos y esperar la primera medalla como en sus tiempos ficticios, allá por los primeros 50, en pleno subdesarrollo y olé. Entonces no llegaba nunca el premio, lo recordarás, sin duda. Mecido en fondo musical con el consiguiente sonsonete del ‘americano, te recibimos con alegría’, los regidores de tan insigne plaza buscaban culpables a la pertinaz sequía de metales. Uno, con pañuelo de cuatro nudos y camiseta imperio, lo achacaba al contubernio judeomasónico internacional –pobre, hace 23 años ya que nos apañamos sin la URSS–, a la envidia y la tirria del mundo mundial ante nuestro salero indómito. Otro concejal, creo que el maestro del pueblo, presentaba una moción de apoyo a nuestros representantes deportivos vía redes sociales, pese a la mala idea y peor jaez que abunda por esas modernidades. Quería el menda enviar ánimos a la expedición patria desplazada hasta la Pérfida Albión, sin que supiera meter en 140 caracteres y un feisbú (perdona si yerro, en eso de las modernidades me pasa aquello del ahora que sé decir penícula, le llaman flin y nunca llego al cabo de la calle) la prolija lista de reclamaciones acumuladas. Nos tienen manía y punto, acertó a diagnosticar el menda como síntesis de su disperso razonamiento. Y le sobraron más de cien letras, mira tú qué ahorro.
A saber: Perico se ha quedado a un centímetro de la gloria por una medición errónea del árbitro kazajo; a Manolín le han sisado la final por medio milímetro de nada; a María se le ha puesto a llover justo cuando empezaba, que también es mala pata, y así, hasta mil argumentos de postín. Me huelen a excusa barata, pero cualquiera les tose, que al hablar de lo nuestro se ponen muy burros y no atienden a razones. Pues eso, que habría que estigmatizar al árbitro venezolano ese de Newcastle, enviado de Chávez para quitarnos el oro y subirnos la cuenta de crudo. ¿Responsables de algo? No, hombre, no fastidies, que el mal que nos aqueja siempre es fruto de la conspiración ajena.
Les veía tan apurados que, poco metido en el programa de actos, he preguntado, con evidente deseo de insuflar ánimo a la decaída parroquia, cuándo llegaba el lanzamiento de chorizo, el toque de pandereta o el concurso de picaresca, pruebas en las que nuestro dominio de tales artes resulta ancestral y coparíamos, seguro, el podio de honor. Pero resulta que de eso no hay, que Coubertin, el muy ladino, ya dejó dicho que ni agua a los del sur en tales menesteres, donde tanto destacan y aún más ahora, que andamos refinados en el abuso de jeta. Lo dicho, la ojeriza que nos tienen. Cuando pongo la tele, que es como la única, la de siempre, también no ya rejuvenezco, sino que salto a ignotos tiempos, anteriores incluso, me parece, a La Casa de los Martínez o los Chiripitifláuticos, pero entonces eran capaces de hablar siete horas sin decir nada y ahora no llegan a los siete segundos, por lo general, sin soltar alguna memez, tópico o registro similar, quizá con ánimo de confirmar al divulgador Punset en su célebre frase “las neuronas están fritas”. Jopé con los enviados especiales, qué tropa, como diría su presidente…
Oye, tú que sabes de lo cual, ¿queda mucho para llegar a la medalla? Porque esto ya cansa y este salto atrás, en triple mortal con tirabuzón, de medio siglo largo hasta colocarnos en las penurias de entonces ya lo hemos vivido, padecido e, incluso, pagado. Claro, tanto rescate, tanta troika, tanta prima de riesgo y luego pasa lo que pasa, que no te comes un colín, sales en desfile con esa horterada de uniforme y te ajustan cuentas en cada prueba hasta que se agotan los epítetos de disculpa. Y el interés al siete largo, que no lo pagaremos ni hartos de pacharán antes que pongan The End en el horizonte del mundo, como en los westerns. Dicho lo cual, sin ofender, ¿cuándo vuelve el fútbol? Al menos, ahí se pegan los dos de siempre y ya resultan hasta conocidos en sus mínimos tics y muecas. Abusando de tu paciencia –a causa del sopor con que he despedido esta siesta, colocada quede la excusa–, ¿sabes si aceptarán en el repertorio pruebas tan sacras y patrias como el lanzamiento de botijo o el alzamiento de sangría? Lo ha propuesto uno del concejo de Villar del Río, para mí que aleccionado por el espíritu del gran Rafael Azcona, y no deja el hombre de tener su aquel de razón.
Bueno, pues te dejo, que andarás ocupado con los anillos esos. Antes de que repliques, ya te prometo no abandonarme en el sofá, no sea que me vuelva a meter en el túnel del tiempo y no sepa hallar, otra vez, el camino de salida. Parece que haya desaparecido el Plan ADO y ahora busquemos un Plan Ponds, belleza en siete días y comprado a cómodos plazos, que no estamos de economía, ni de deporte en élite, para mayores alegrías. Lo triste de ser pobre tras haber sido nuevo rico, no sé si me explico. La responsable de tanta espera y sinsabor, la Merkel, claro, chúpate esa. Al fin y al cabo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación, os la voy a dar… Por cierto, diría yo que si llega una medalla por fin, que el héroe o la heroína de turno la devuelva, no sea que también incluyan su precio en la ayuda y nos salga la broma por un pico.
Échale más leña al fuego, venga, al turrón, que sólo quedan tres semanas más, o así. ¿O se vuelve a decir asina o asín, depende del uso? Tuyo, sudoroso.
Villar del Río, 30 julio de 2012
– Foto: As
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