Perarnau Magazine

"La competición no forja el carácter. Lo revela". Imanol Ibarrondo


Frederic Porta / Firmas

E-pistolario: Nunca pasa nada

por el 16 mayo, 2012 • 10:00

 

Mi querido amigo:

Conocí en su día a un castizo con mantra peculiar. Cualquier aspecto, trivial o dramático, planteado en conversación quedaba despanzurrado gracias a su frase de cabecera: “Nunca pasa nada y si pasa, se le saluda”. Imagino que jaquecas, las mínimas, el hombre. Pues aquí nos tienes, Martí, ha terminado la Liga y por mil preguntas curiosonas que nos planteemos, ya conocemos de antemano su respuesta. En sinónimo, será más de lo mismo. Todo predecible, todo ya visto, como si fuera una fiesta mayor que se repite anualmente en idéntica fecha con el mismo programa y bajo fin de fiesta protagonizado por castillos de fuegos artificiales, ruidosos, breves y vacíos, aparentes mientras duran. O sea, nada. Cae y sigue cayendo, querido, y no habrá signos de interrogación suficientes para responder a tanta zozobra. Por tanto, nos los ahorraremos. Empecemos por arriba y por el principio: Comeremos récord de cien hasta el día del juicio final o casi, sin que nadie solicite siquiera corrección en los principios y modales del preparador técnico, ni contención en el gasto a quien el New York Times se molesta en señalar como futuro gran pufo, próxima traca en país excedente de ellas, baste con hojear cada día el periódico. Cabe reconocer que al bolsillo del personaje le han sentado estupendamente los negocios del palco. A su empresa, por lo visto, en absoluto, perdido ya la mitad del valor en bolsa. Y qué más da, que da lo mismo…

A su eterna némesis, por contra, se le coloca de antemano una corriente de opinión curiosa: El sustituto no será capaz. Hala, ahí queda. Y el cesante ya no sabrá tocar la tecla indicada para conseguir el último gallardete en su abracadabrante lista de éxitos. Al legado, a lo mostrado y enseñado, paletadas de tierra encima, prisa por sepelio. No aprendamos nada, Martí, que da lo mismo que da igual. El resto, ya ves, a nadie le interesará cuadrar cuentas tan históricamente descuadradas. Sale con sentido común uno de ellos, el consejero delegado del Espanyol, recordando la deuda, el déficit y los números rojos que obligan contención y casi le apedrean. El panem et circenses no sabe de cuentas de explotación, ni quiere saber, ni se piensa presentar para examen. Que quede para septiembre de un año de éstos. Cuanto más lejos, mejor. Nadie es capaz de decirnos a ciencia cierta, bajo luz y taquígrafos, qué Everest alcanza la montaña de dinero debida. Para qué. Igual desciende alguien con fama de mirar el euro, de no estirar el brazo una pulgada más de lo que permite la manga, que se salva por mediación quasi divina aquel que andaba en concurso de acreedores y fichaba a mansalva mientras tanto. No existe contradicción, ni regla cuando igual da que da lo mismo. Puedes extasiarte ante las benditas emociones de la jornada postrera y jurar en arameo según te haya acompañado o no la baraka, que la prima de riesgo, el riesgo de intervención, la quiebra o los cuatro jinetes del Apocalipsis lanzados a caballo no van contigo, pertenecen a la ventanilla de al lado, otro negociado, otro mundo ajeno, a mí, que me registren. Mientras tanto, sigamos en la conveniente inopia.

A la espera de Eurocopa y nuevas entregas de balón rodante, entretendremos las meninges con fases de ascenso curiosas, eternamente mecidas por música de pandereta. Así, cualquier modesto del norte tendrá que gastarse un ojo de la cara en eliminatoria con otro menda que quede lo más lejano posible a su punto de procedencia. No ya en el sur, sino en las Canarias, a poder ser. Y también, en entrañable tradición de mayo, mes de María, nos llenarán los oídos de conspiraciones, maletines y sobornos varios para que nunca pase nada y si pasa, se le salude cortésmente. Ya curtidos en el irredento desmadre, tampoco se aprovechará el parón para organizar comités de competición, apelación y chimpón  mínimamente profesionales y sin esa secular arbitrariedad que les caracteriza según castiguen a Fulano o Mengano, siendo Fulano el poderoso al que echar una manita y Mengano, el pringao al que conviene escarmentar. Al menos, que tengan a bien reunirse consigo mismo cuando les caiga una decisión en festivo. Bah, ni eso, total, para qué.

Y seguiremos enrolados en el circo del eterno bucle donde se realizan números con los pies y quien utilice la cabeza es traidor a la causa. Con la crisis, al menos, podrían ejemplificar con algunos descensos administrativos, que ahora la gente no saldría a la calle, so pena de ver caer su propia cara de vergüenza ante la estupidez de la reivindicación por simple comparativa. Un país en bancarrota y yo me movilizo por mi equipo, hay que ser inútil. Pero seguirán las astronómicas deudas a la Seguridad Social (de todos), a la Hacienda (de todos), a los futbolistas (que juegan) y más paletadas de tierra al mangoneo generalizado de funestos gestores. Bajo el manto del panem et circenses, querido Martí, se refugia nuestro fútbol y se tapan nuestras balompédicas miserias y vergüenzas. Un futbolero a ultranza, el gran Eduardo Galeano, declaraba días atrás que hoy el mundo se divide entre indignos e indignados. En este indigno submundo, proclamarse lo segundo significa desconocer por donde se mueve el cotarro, qué proceder siguen quienes sacuden sus hilos y cómo se comportan, en paroxismo incoherente, sus millones de feligreses. Ya puestos, que dediquen el dinero salvavidas de Bankia al circo carpetovetónico por excelencia y así seguiremos viendo goles, fichando figuras y ajenos a la realidad, en pleno desvarío onírico, que es lo que procede cuando del futbol español se trata. Después pretenderemos que nos traten de serios. Venga, que no falte de nada y prosiga la fiesta de tantos indignos, que, en este invento, indignarse, indignarse, sólo te lo permites cuando el marcador es adverso a tus pulsiones preferidas. Perdida la esperanza de solución, convendrás en que no tenemos remedio. Pues eso, a ver quien ficha el Barça, el Madrid o mi repajolero equipo y olé.

No trabajes tanto, que debes ser el único. Un indignado abrazo, señor.

La Bernarda, miércoles 16 de mayo de 2012




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