Querido Martí:
Bien pensado, no caben en la misma frase. No procede encabezar una e-pistola situando a Cruyff y Bartomeu juntos, ni de coña. Tampoco a Luis Enrique, otro de los protagonistas en este aguacero que comienza a jarrear auténticos chuzos de punta por sorpresa, no sé si te has fijado en el detalle. Arranquemos el relato. Presentación pública en L’Auditori de El últim partit, documental dedicado a las cuatro décadas del advenimiento entre nosotros, pobres mortales, de tan peculiar mesías holandés, único personaje con verbo y lenguaje propio de variados dialectos, ya que puedes escucharlo entre líneas, entenderlo a través del balón o reflexionar a partir de esas curiosas metáforas que encierran floridos tratados de filosofía. Gallina de piel, en un momento dado. Hable sobre lo que hable y guste hablar, lo hace meridianamente clarito. Y en la première de ayer, gozó de nutrido y selecto respaldo. En él, todo es desmesura y para pena y desgracia del barcelonismo, a la que nombras la divinidad, se abren las aguas como Moisés ante el mar Rojo, convertidas en antagónicas trincheras. Quien quiera repasar el legado, allá queda como evidencia donde las luces deslumbran y las sombras, francamente, no alcanzan siquiera para erigirse en contrapeso. No expondremos aquí pros y contras de tan imprescindible personaje, convencidos que da lo mismo para aquellos que se declaran felices al chapotear entre tinieblas y le profesan manifiesta tirria. Ya ves, vamos, con lo que ha creado al servicio de la causa. De cara a enemigos y detractores, el propio Cruyff ha dado la clave: ha hecho siempre y por sistema cuanto le ha venido en gana, más libre que la canción de Nino Bravo. Antes, hoy y seguirá igual. Nada como la patente de corso que da el genio, la distinción, ser único. De los otros, de los vulgares, sobran, de ahí tanta envidia, tanto deseo de reducirlo a poco cuando es, francamente, demasiado, excesivo.
En promoción del recomendable y personalísimo documental, Cruyff, oráculo unipersonal, ha iniciado un periplo por potentes altavoces donde versa sobre el delicado momento azulgrana en todo su ancho y complejo esplendor, pronunciándose sin ambages sobre lo futbolístico, lo onírico y lo político para deleite de su parroquia, congregada en misa y atenta al sermón de tan distinguido oficiante con gran alarde de oportunidad, que no oportunismo. Caen chuzos de punta y ahora que han resucitado a Laporta, Johan se apunta a volver con él mientras los actuales rectores, como si trazaran contraofensivas sobre el mapa de batalla, emprenden la enésima campaña mediática de autopromoción, de huida adelante en su cuestionada gestión. Anoche, le tocó a Bartomeu, quien apareció sin gafas en la tele para que no le reduzcan a la broma de apodarle Nobita. O se las sacó, como procede cuando toca baño y masaje, táchese lo que no le interese al lector. Sí, Luis Enrique lleva razón: se ha abierto la veda, pero no limitada al terreno que él maneja. La guerra es general, abierta y en cada azotea se aposta un francotirador, ante cada edificio estratégico los bandos plantan material de artillería pesada. Y esto será sin cuartel, quedamos avisados. Mientras las fuerzas opositoras reclutan guerrillas, el protestado establishment rosellista ni siquiera intuye por donde llegan los tiros. No andan duchos en materia de análisis como para advertir que el poder político les ha puesto la proa y algunos entre sus cómplices mediáticos ya andan posicionándose para el día después, pues buenos son ellos, dispuestos a traicionarles dentro de dos marcadores adversos. Los hay con, incluso, bayoneta calada dispuestos al cuerpo a cuerpo, como Sala i Martín cuando baja a la arena con evidentes ganas de clavarle la tunda que corresponda y sea menester a Javier Faus, adalid de la línea dura oficial. Faus ideó con Rosell la estrategia de presentar un apocalipsis económico en el momento de llegar y mantiene empecinado el dantesco panorama dibujado entonces, aunque la realidad, la justicia y quien sea se empeñen en demostrar lo rotundamente contrario. Que no estaban tan mal, desde luego. De Rosell, por cierto, nunca más se ha sabido y en otro divertido pie de página marginal, el personal se divide entre quienes le imaginan moviendo hilos desde oscuras bambalinas o quienes le dan por definitivamente desaparecido de escena, acurrucado y temiéndose lo peor para sus intereses e imagen. Saca la nariz una tercera fracción, de sesgo más conspirativo y propaladora de rumores, convencida de que el huidizo huido dejó contratos firmados que hipotecarán gravemente el futuro de la entidad por vía de la remodelación del estadio. Si esos papeles existen, más vale que los saquen ya de paseo en alguna portada o acabarán provocando un panorama postnuclear dentro de cierto tiempo, cuando la desgracia pueda llegar a confirmar que el auténtico dueño del club vive en Catar.
Bartomeu despista en todos los sentidos. Hay quien le define como el mayor de los cínicos, poniendo buena cara a esta tempestad perfecta que ellos solitos erraron hasta crear. El rictus amable de los hipócritas. Sin ser votado ni acertar en apenas nada, reclama paciencia a una afición que jamás de los jamases se ha distinguido por tan santa y notable virtud. En todo caso, la peña fue resignada, perdedora, victimista, derrotista y un montón de calificativos más en tiempos pretéritos, pero nunca paciente. Braceando en el agua, el presidente accidental está echando mano de todos los aliados y cambia de consejeros en lo mediático para intentar, más bien pretender, decir que todo va bien cuando ya se antoja público y notorio para mayorías absolutas que han escrito renglones torcidos, con caligrafía digna de párvulos y continuos borrones. Saben que este invento siempre se ha sustentado por la parte deportiva y no les queda otra que aferrarse a ello, último salvavidas a mano. Lástima, para sus intereses de supervivencia en el cargo, que ese par de consecutivos reveses hayan añadido temporal al mar de fondo porque, en efecto, otra vez, se ha abierto la veda, como dice el entrenador.
Curioso, Martí, ya volvemos a estar exactamente como estábamos hace doce meses, con el único cambio de la crítica susurrada al oído contra Martino trocada hoy en manifiestas acusaciones privadas a las (aún hipotéticas) carencias del asturiano. Que no escucha, que no habla, que mantiene distancias increíbles, que es demasiado engreído, que no ha sabido explicar por dónde quiere que vayan los tiros… Y unos cuantos dardos más, en variación de arsenal bastante rica si la comparamos con lo lanzado contra el Tata, discurso entonces limitado a dos proclamas básicas: esto le viene grande y no tiene ni idea de lo que exige la élite. Lo sabíamos en noviembre del 2013 y todo el mundo, todo, calló sin hallar remedio, ni molestarse a procurar terceras vías, soluciones paralelas, bomberos en ayuda o llámenle como quieran. El equipo se vino abajo con estrépito en la recta final hasta el punto de entregar, como esperaban los observadores, el título de liga en la última jornada sin opción alguna, tan flojo de remos que ya ni llegaba al capote tendido, al caramelo que le habían dispuesto como la carambola al monarca aquel, fácil, fácil. Pues ni eso, no podían ya ni con las botas, estaban fundidos en cuerpo, mente y alma. Ahora, han decidido continuar la tarea de derribo y demolición del modelo recibido (“la idea”, como la llama religiosamente San Johan), dispuestos a sustituir, bella analogía, la gran orquesta de fama mundial por tres solistas que te garantizarán, cómo no, la victoria en el 97 % de los lances. El 3 % restante no es la comisión bajo mano, no seamos malpensados. Significa que perderás irremediablemente ante las mejores escuadras, significa quedarte en el segundo escalón y con las ganas porque el equipo, así de claro, ha perdido sus características señas de identidad y fía su destino a trajinar sones allá delante para que el trío de tenores las convierta en preciosas arias. Para propia desgracia, corren el riesgo de soltar gallos desafinados, como ante el Celta, cuando se cruzan los palos o se advierte estudio de anulación en los rivales, cada vez con mayor convicción a la hora de pertrecharse y buscar antídotos solventes contra quien antaño fuera devastador conjunto, arrollador, imposible de parar.
Sin deseo de vaticinio ni de ser agoreros, si antes Luis Enrique ya parecía Atlas, cargado con el club y la continuidad de esta cuestionada directiva sobre sus hombros, ahora se le ha colocado una abeja juguetona en la punta de la nariz justo en el peor momento. Y no la podrá espantar. Justo cuando debe mostrar alternativas, capacidad, salida a la crisis, liderazgo, poder de maniobra y el consabido etcétera, se le ve especialmente tenso, distante y peleón ante una canallesca contra la que, jamás de los jamases, puedes ponerte gallito o bravo, so riesgo de ser condenado a galeras. De momento, Martí, algunos se plantean que escoger lo obvio, lo que tienes a mano, lo presentado como relevo de Guardiola sin ninguna base donde sostener la percepción, igual te ha salido, también, rana en el acopio de esos dos años de descenso continuado, cada día más cercano al concepto de caída libre. Volvamos a las acostumbradas, caballero, aquí el viento cambia a velocidad de espanto, pero con lo de hoy, solo lo de hoy y el posicionamiento de la bien pertrechada oposición, daría para detallarte la Enciclopedia Británica en formato de e-pistola. Y ahora, Ajax, emblemático rival donde los haya. Y siempre, ese vaso comunicante vestido de blanco que sirve de espejo donde hoy se refleja tu ojerosa imagen. Tiene el Barça mala cara. Y tampoco le funcionan algunos órganos. Y no ha dormido bien. Y suma y sigue que no cesa. Evidentemente, cada derrota acerca la convocatoria electoral soñada antes por pocos, hoy por bastantes y creciendo en proximidad a ritmo exponencial. Cruyff también ha disparado sus ráfagas, por si le faltaba algún ingrediente al guiso. Ante la refriega dialéctica, no queda otra que agarrar casco y saco terrero, no vaya a ser. Algún día, dentro de largo tiempo, cuando los historiadores quieran estudiar el fenómeno, convendrán que en estos días empezó la cuenta atrás para cuatro años de medias verdades, intereses disimulados, falta de capacidad y evidentes lagunas. The final countdown, himno épico, banda sonora a cargo de Europe, sonando ya en las cercanías del Camp Nou como sonaban las trompetas en Jericó, puro estrépito.
Seguimos, vaya bien por las Bavieras y saluda a tus simpáticos amigos cuidadores del césped por donde pisa el ausente, líder del gobierno provisional de la república azulgrana en el exilio. No se le ocurrirá, ya lo sabemos, pero si a Guardiola se le antojara salir también a palestra para señalar con el dedo, igual votábamos antes incluso de comprar regalos navideños, qué cosas. Y, como decían antes, a cierre de edición epistolar, la fiscalía argumenta que los Núñez deben ingresar en prisión para cumplir la condena impuesta. A ver, ¿no brama tanto el personal contra la corrupción, esa horrible percepción imperante? Pues eso, seamos coherentes. Un abrazo y al refugio.
Poblenou, ya sabes mi paradero
* Frederic Porta es periodista y escritor.
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