Querido amigo:
Ni caso, tú a lo tuyo, con tu Mundial y tu mesecito de gran jaleo, que yo haré como si no estuviera, me moveré cual gato, a lo mío, librado a mis murgas de costumbre. Da ganas de dedicarle la misiva de hoy a Rafa Cabeleira, ese que me envuelve y hechiza con sus escritos porque, de buen seguro, conoce la expresión y a sus ficticios protagonistas. Recuerdo, y disculpa la intimidad, que cuando volvía loca a mi santa madre normalmente me dispensaba una cinematográfica cita a modo de regañina. En lugar de atizarme un “niño, me estás volviendo loca” con toda la razón del mundo, dejaba caer aquel suavísimo “niño, me estás haciendo luz de gas”. Y no va por el boliche barcelonés de Muntaner/Diagonal, celebérrimo urbi et orbe desde las salidas noctámbulas de Laporta. Lo de mamá iba por el original en celuloide, por la pobre Ingrid Bergman de la peli a la que el pérfido Charles Boyer pretendía enloquecer para internar en algún psiquiátrico y quedarse con su patrimonio y posibles. Me estás haciendo luz de gas… Luz que sube y baja como si fuera producto de una calenturienta imaginación a punto de perder la chaveta cuando solo obedece a la estrategia de mentes perversas. Dudaba si titular esto con un almodovariano Cosas que nunca leí, ya ampliaremos luego el concepto, pero prefiero quedarme con el clásico en blanco y negro, que esto a confesar hoy, aquí y ahora, Martí, no viene dotado de alegre color alguno. Solo matiz de grises.
Te cuento. Del mismo modo sibilino que se entretuvieron en empujar a Messi hacia la puerta sin éxito –básicamente porque Neymar no ha deslumbrado–, de idéntica manera decidida, puño de hierro en guante de seda, que han pretendido acabar con la herencia por odio africano hacia los predecesores, ahora intentan una enésima maniobra en movimiento luz de gas de los que te dejan dudando a la primera, no sea que te aflija el mismo síndrome de la señora Bergman en ficción y creas que te estás volviendo borde. Luego, cuando te fijas e hilas cabos como si anduvieras leyendo una novela policíaca de Dennis Lehane, todo cuadra, caes en la cuenta y algo en la conciencia apresta a movilizarte de inmediato. La cosa que nos ocupa pasó desapercibida en su momento, como aquel que despista y no quiere reparar en el detalle. Remontémonos a la escena de la presentación de Luis Enrique. En un escenario multicolor como el país de la abeja Maya, todo el mundo feliz y contento con la novedad, algo chirría y cambia de sopetón el idílico ambiente cuando le preguntan por Xavi, santo y seña del barcelonismo, más culé que el palo de la bandera, futbolista recordman en laureles y el sinfín curricular que cualquiera podría detallar aún mejor que el escribano. Muy bien. Responde el asturiano por sorpresa que bueno, mira, ya hablaremos, en todo caso, después y luego, que más tarde. Y la cosa pasa desapercibida, como la inmensa mayoría de maniobras y batallas importantes desde que esta directiva instauró su peculiar, procelosa, subterránea, sibilina (paro aquí) manera de hacer las cosas, consistente en decir blanco y hacer negro, que una cosa es predicar y otra dar trigo, que bien distinto es parecer perfecto de modales y boquilla para luego proceder como un serial killer. Pasan las semanas y tupido velo. Xavi al Mundial y ya hablaremos mientras, entre bambalinas, empujan suavemente al ya legendario futbolista hacia la mismísima puerta de salida.
Van creciendo los rumores, ellos los van avivando. En el último, filtran a los afines la existencia de una oferta tremenda del club catarí Al Arabi, chorro de dinero por cuatro años. Como 28 kilos limpios, un pasote. Encima, apadrinado el acuerdo por Jan Laporta, dejan caer como quien no quiere la cosa. Así, pintan un panorama de renuncia para alguien con 34 años, ya de vuelta de todo en alta competición, que quiere pegar el último atraco (es argot de futbolistas, conste, bastante animal por gráfico) en el contrato de despedida y ya no se ve con fuerzas de seguir. También han usado a sus archienemigos de comic Soriano y Begiristain, cuando esgrimen veladamente la otra opción, ese New York City franquiciado por el Manchester azul celeste donde recalará el Guaje dentro de cuatro días. Al personaje no se le pregunta sobre el asunto de su porvenir, no puede responder tampoco. Total, está en otra guerra, en el Mundial con la selección, ya tenemos excusa para maniobrar. Y dejan caer por los mentideros que se ha comprobado este año su provecta edad, que nunca volverá a ser el mismo y que resulta humano velar por la tranquilidad económica de sus nietos. Por favor, vaya acercándose hacia la puerta. Nadie argumenta en los cuchicheos los dos años pendientes aún de contrato por cumplir, ni las ganas que tienen algunos de los que manejan los números culés de ahorrarse su alta ficha para no seguir gravando un coste de plantilla disparado hasta la exageración, tema que algún día será noticia y que deberíamos tratar porque nadie nunca habla de ello. En tiempos, el propio Soriano hablaba de un 60 % máximo como ideal de coste para el total del presupuesto y ahora, dudo que ellos mismos sepan hasta qué cotas estratosféricas se ha disparado el precio del plantel profesional. El caso es que la continuidad de Xavi anda en alerta roja, en luz de gas, aprovechando su ausencia. Artera maniobra, vive Gamper, enésima revelación de que estos no respetan ni a los símbolos.
Mientras juegan con tales cartas marcadas en la partida que han decidido iniciar con Xavi, cuentan los mentideros generalmente bien informados – olé, tópico– que han pasado página para cerrar rápido, rápido el desaguisado del curso anterior. Ay, Martí, y resulta que la temporada ha dejado secuelas anímicas y fuego cruzado de acusaciones por haber callado demasiado sobre la manifiesta incapacidad de Tata Martino para llevar las riendas de un equipo premium. Ninguna intención por nuestra parte de astillar el árbol caído, adalid de la elegancia en sala de prensa, pero nos choca ese deseo, otra vez subterráneo y lejos de cámara, de echar tierra rápido sobre lo vivido. Los hay que aún recuerdan fechas. Por ejemplo, agosto, cuando los futbolistas comprobaron que los métodos eran vetustos, anacrónicos, aunque nadie rechistó. Por ejemplo, noviembre, cuando el propio Martino reconoció a sus superiores en el club que esto le iba grande, que no podía con el encargo. Nadie tomó medidas entoces, nadie rechistó ni dio el paso adelante para corregir el rumbo errante. No querían enmendar la plana al único valedor del míster, Sandro Rosell, que para eso mandaba en modo absoluto. Mientras tanto, según confesión de protagonistas directos, el día a día se convertía en un suplicio y nadie, nadie entre los futbolistas lograba rendir a su habitual nivel. Alguna punta de Iniesta, de Pedro, de Busquets o de gente que buscó refuerzo de preparación física por su cuenta y riesgo privados para no acabar haciendo el ridículo sobre el césped. Parece mentira que haya sucedido algo así en un club que mantiene en nómina al sabio de sabios, al revolucionario del tema, al catedrático y reconocido Paco Seirul·lo. Pero no: todos decidieron mirar hacia otra parte y solo le faltó al argentino la espantá de su único valedor para acabar definitivamente por no entender nada de nada de cuanto le estaba pasando en ese club tan peculiar y extremo.
Ahora, la directiva quiere aprovechar dos treguas caídas del cielo, el Mundial y la otorgada por el juez Ruz hasta finales de julio en la Audiencia Nacional, prórroga para la declaración de imputados. Pero no lo conseguirá, no hay manera. No hay paz porque no aciertan con el tono ni con la tecla. Se les complicará el tema con Xavi a pesar de haberlo instigado y se les abren nuevos frentes. El penúltimo, por ejemplo, la desfachatez con que Bartomeu lanzó su arenga al senado de socios más antiguos, epítome de populismo y demagogia, suma de palabrería hueca que contrasta aún más la realidad con la que pretenden vender al socio, un cuento de hadas, un sueño completamente irreal, imposible, alucinación que solo ellos y sus afines creadores de corriente de opinión son capaces de comprar por amplias tragaderas, por pura necesidad de aferrarse al cargo. La arenga ha soliviantado a sectores de la oposición, por fin decidida a mover pieza y salir de su largo silencio. Por decirlo en términos políticos y sociales en boga desde el uso y abuso que Pablo Iglesias hace del término desde Podemos, la casta azulgrana, representada por su presidente, suelta unas barbaridades en discurso que solo pueden obedecer a creer con seguridad que somos, rematadamente todos, unos perfectos imbéciles. Habló Bartomeu de transparencia, rigor, de que el club está en las mejores manos y de que no deben dejar los socios que la crítica les desgaste cuando son ellos, acumulando larga lista de despropósitos y temeridades, quienes están acabando con los buenos tiempos a la velocidad de la luz. O digna de Gaspart, si así lo prefieren por ejemplo gráfico. ¡Ah! No nos olvidemos: cuando hablábamos de las “cosas que nunca leí”, iba por referencia a la imposibilidad de leer textos con exposiciones similares en los diarios de mayor tirada, dedicados a la preservación de sus negocios y complicidades y olvidados de servir al público con la verdad o un acercamiento máximo a ella tal como sería su obligación. Produce vergüenza, propia por oficio y ajena por aprovechados, la situación del periodismo deportivo local. Salvo excepciones, claro. Las acostumbradas por categoría y decencia.
En otro apartado que nadie comenta, secuestrada como anda la opinión pública, solo pendiente de seguir los mensajes interesados, las distracciones lanzadas desde el poder mediático del Camp Nou, pica la comezón en algunos sectores, internos y externos, por otro aspecto de incapacidad manifiesta. No hay manera de acabar bien con las promesas que salen del filial, ni tampoco se halla el camino para aligerar esos 14 millones de coste anual de la cantera a base de sacar partido de cuantos, con calidad sobrada, dejan la entidad por no alcanzar su exagerado grado de exigencia, por no rebosar talento a espuertas. Se ha perdido al mediocampista Espinosa y se han ido algunos baluartes de los últimos tiempos como Ilie, Sergi Gómez y Planas sin que nadie les haya dado siquiera la humana palmadita afectuosa en la espalda. De sacar un duro por ellos, ni hablar. Encima, se van cabreados por las enormes diferencias salariales permitidas por Zubizarreta. Hay quien cobraba 2 y quien se llevaba 8, ya ves, tan jovencitos y en Segunda…
Huyen hacia adelante mientras les crecen los enanos. Se creen en periodo de tregua cuando apenas viven un espejismo del todo irreal. Hacen luz de gas a Xavi, a las promesas mal despedidas, al pasado que no desean asumir y también al socio, al que pretender confundir en la definición de términos no necesariamente sinónimos como velocidad y tocino. Creen que podrán seguir, nadar y flotar, pero su destino no es otro que morir en la orilla por mucho que el socio parezca hoy pasar de todo, que esa es otra merecedora de e-pistola por fascículos o casi. No hemos sacado de paseo la bola de cristal, ni aspiramos a adivinos. Simplemente, vaticinio en conclusión por todo cuanto llevan hecho (mal) y acumulado (demasiado). Por cierto, ¿alguien sabe de verdad cuánto costará Neymar? Van por los 106 millones y no contamos el sueldo, por supuesto. Pronto, con las nuevas multas derivadas del fraude fiscal doblaremos aquellos famosos 57,1 tan insistidos por el Ausente, aquel que tanto se enfadaba cuando le pedían cuentas. Lo más normal en democracia, por cierto. Lo que no es muy normal, precisamente, es mentir cual bellaco. Cuando eres y actúas como demócrata, ser sincero sale natural. Si eres casi un remedo de Charles Boyer en el dominio de la luz de gas en sus diversas variantes, entonces, pues mira, no, la verdad te la trae al fresco, que solo andas pendiente de tus intereses, claro.
Cuídate, caballero, y no te tomes demasiado en serio el Mundial, que también en eso hay mucha propaganda, exceso y pasar gato por liebre.
Poblenou, trinchera de observación
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: Alberto Estévez (EFE)
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