Perarnau Magazine

"Entonces marcábamos goles, pero no nos daban trofeos por hacerlo". Telmo Zarra


Frederic Porta / Firmas

E-pistolario: Le toca a Juanfran

por el 17 octubre, 2012 • 13:57

Apreciado Martí,

Disculpa el retraso, la falta de nuevas en los últimos días, creo que generado por ese habitual fenómeno del alud de información, que siempre me acaba pillando debajo, sepultado. Quizá he abusado de consumo pseudoinformativo/opinativo en las últimas fechas y eso acostumbra a retraerme, lo tengo ya comprobado. Con un par de minutos de seguimiento a esas descerebradas tertulias televisivas de la TDT ya me supera la conocida parálisis por análisis. Me pongo a darle vueltas a la estupidez supina, a los subterfugios ladinos utilizados por personal que vendería a su madre si eso le mantuviera la cuota actual de notoriedad pública y se me bloquean los mecanismos, se me pasan las ganas. Días atrás, sin ir más lejos, un falso profeta subió a su púlpito para arrearle con ganas a Xavi Hernández a propósito de ciertos comentarios del eternamente comedido y reflexivo centrocampista. Le dio de tal manera con el bate dialéctico que daban deseos de emigrar, no ya por la crisis, sino porque el establishment mediático ha apostado por la bajeza chillona y de ahí ya no los moverás nunca jamás, que vociferar genera pasta, por muchos efectos contrarios a la razón que acaben produciendo. La inteligencia ha tirado la toalla sin remedio, o eso parece en mi desazón.

Anoche, el público del Manzanares dedicó sus irrespetuosas chanzas a La Marsellesa al tiempo que desempolvaba el viejo clásico del polaco y el bote, así, como quien no da mayor importancia al divertimento. Los polvos que traen los lodos, lo visceral y descerebrado, lo más bajo en el escalafón democrático, convertido en esencia y pauta, ya ves. De postre, hilo perlas en busca del collar, Juanfran falla el último balón y la Galia se lleva un empate casi anunciado a partir del toma y daca sin ningún timón que fue esa segunda mitad. Y a partir de ahí, el atlético es llevado a la plaza pública de las redes sociales donde se ha vuelto a instaurar la guillotina, por suerte apenas dialéctica, pero que también daña, no olvidemos. El linchamiento instantáneo al pobre lateral me recordó aquel divino gag de El jovencito Frankenstein, cuando Igor, desenterrando la fosa del monstruo en potencia junto al científico loco, quiere quitarle hierro a la situación víctima de un ataque de positivismo: “Jefe, tranquilo, podría ser peor, podría llover”. Y en efecto, el chaparrón que les cae encima es instantáneo, pura Ley de Murphy. Pues eso, al bueno de Juanfran apenas le puede consolar ahora la celeridad con la que lo mediático consume a sus presas para buscar en horas la siguiente víctima. Una vez lapidado, a otra cosa, mariposa. Y, sobre todo, que peor le habría resultado tan humano error si estuviera a sueldo del Madrid o el Barça. Entonces, la formidable maquinaria de una de las dos Españas le hubiera saltado a la yugular con mayor saña, si cabe. No hay remedio, Martí, tú que eres un ferviente machadiano. Es lo que hay y tampoco nadie hará la menor reflexión por cambiar tan deprimente panorama.

En la mañana de ayer me tocó charlar con un grupo de estudiantes yankees a propósito del Clásico, de las sustanciales diferencias entre la manera de vivir y comprender la práctica deportiva al mayor nivel, sea en la superpotencia o por estas pasionales tierras. Para captar su joven e hiperactiva atención les hablé de grandes héroes de su patria que ayudaron a transformar con su ejemplo, diverso para cada caso, la evolución del país. Todos ellos, monumentales: Jim Thorpe, Babe Ruth, Lou Gherig, Joe Louis, Jesse Owens, Bob Matthias, Joe Di Maggio, Jackie Robinson, Wilma Rudolph, Muhammad Ali, los atletas del Black Power en México’68… Imagínate, Martí, alinear tantos y tantos referentes en apenas tres líneas genera un atracón de historia, de legado, de respeto reverencial. Era mi prólogo antes de introducirlos en las creaciones de Juan Gamper y los hermanos Padrós, pero apenas algún despierto entre el centenar del auditorio conocía a un par de los citados y, siempre, de manera superficial, sin haber ahondado culturalmente en su formidable ejemplo y obra de progreso. Si el deporte es metáfora de vida y también cultura, el panorama también resultaba aquí para echar a correr, situado el panorama en términos castizos.

Acabada la disertación, en el turno de diálogo, un joven de colmillo retorcido me preguntó cómo reaccionaría la prensa deportiva de Madrid si CR7 metiera con la mano en el último minuto el gol que decidiera una hipotética final entre España y Portugal. Touché. Abierta la veda de los condicionales, otro alumno, que también demostraba conocimiento de los mecanismos primarios del estado, buscó respuesta nativa a la pregunta que le incomodaba desde la observación: ¿Por qué se exige aún a los catalanes de La Roja un certificado de compromiso tras formar parte sustancial en tan pletórica navegación, radiante en triunfos y reconocimiento? Con preguntas así, querido amigo, comprenderás que pierdes el mundo de vista, se te pasan las ganas de escribir y resulta preciso un tremendo ejercicio de optimismo a ultranza para seguir adelante.

Ya ves, Martí, diminutas tapas, picadas de aquí y de allá, que apenas logran alcanzar conclusiones archisabidas: Vaya tiempos estos, en los que es necesario luchar a brazo partido por las evidencias, alinearte contra la sinrazón en inferioridad numérica y de condiciones y desear fervientemente que vendan pronto sentido común por galones en las superficies comerciales, a precio de ganga subvencionada. No ya inteligencia, sino respeto, comedimiento y cuanto quepa bajo el ambiguo paraguas del concepto espíritu democrático. Simplemente, razón a espuertas para no creer que el fallo de Juanfran, último muñeco del pimpampum nacional, ha de borrar forzosamente del mapa la ardua y exitosa ruta trazada en el último lustro. Y eso, que boten los polacos y después despreciaremos su enfado por la costumbre de que insultar sale gratis, aunque luego acarree enorme coste cuando pretenden pasar sus facturas emocionales.

Un abrazo, amigo, debe ser la llegada del otoño. Igual algún día de estos todo vuelve a ser normal y el ruido deja de comerse a la materia gris.

Poblenou, 17 de octubre

* Frederic Porta es periodista y escritor.


– Foto: Juan Medina (Reuters)




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