"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Mi querido amigo:
Vuelvo a estar en danza, disculpa, permíteme señalar a modo de culpable el ritmo de los eventos, a la marcha que ha pillado este asunto de las fracciones del Barça liadas a garrotazos. Ha salido Laporta a la palestra, de adorno y paseo, en plan torero, agradándose y agrandado desde el paseíllo hasta la estocada clavada. Hasta la bola en el morlaco, por cierto. Por decirlo rápido y en concepto breve, la sentencia del juez le ha resucitado. Si te parece poco, miras enfrente, hacia el otro lado, y resulta que les han trocado el relato sostenido durante los últimos cuatro años en crasa y oronda mentira. Entraron a saco planteando supuestos que, ahora mismo, un señor con toga al que metieron por medio, se supone sin conocimiento alguno de balones y nulas ganas de alinearse, les ha desmontado el chiringuito urdido de mala manera en sentencia detallada superior a los 90 folios. Si el país fuera normal, Martí, si habitáramos bajo unas estructuras sociales sanas y radicalmente democráticas, estarían ya dimitiendo y en trance de vaciar despachos, que éste es mucho Watergate, les han pillado con el paso cambiado, in fraganti y las manos en la masa, así, todo a una. Fueron los más votados y no supieron aprovechar el margen de confianza popular de manera magnánima, tal cual como el PP con su mayoría absoluta en paralelismo evidente. Sólo aterrizar, empezaron a representar el caduco oficio de las plañideras y a demostrar escaso vuelo dándole alas al victimismo, que es la justificación ideal para pobres de espíritu y gentes incapaces de declinar eso tan loable conocido como autocrítica.
Y empezaron, jaleados por sus compinches mediáticos, a quejarse del solar heredado, de lo mal que lo habían dejado todo, del riesgo de bancarrota. Venga insinuaciones de mamoneo (con perdón), venga dejarlas caer, así, como quien no quiere la cosa, sembrando que te sembrarás sospechas de corrupción, de abuso, de despotismo nada ilustrado y a las claras, por el morro, por su cara bonita y mucha jeta. De los cesantes, claro, que ellos eran monaguillos castos y puros. Huy, orden de fotocopias en blanco y negro. Huy, vendamos a Chigrinski rápido para pagar nóminas cuando, ahora se cayó la venda de la visual, es evidente que era una manera de marcarle territorio y músculo a su valedor, el tal Pep Guardiola, demasiado en sintonía química con aquellos a los que repudiaban. Ha crecido desde el martes como un soufflé la percepción de que fue la inquina, la envidia, las cuentas personales pendientes y otras bajas pasiones nada edificantes las que sirvieron de combustible emocional entre los nuevos, los sucesores dispuestos a pasar por la piedra todo cuanto les antecedió, fueran personas o modelo de éxito. Y como bien has escrito, Martí, a partir del rencor no creas nada, sólo te entretienes en destruir. En el caso que nos ocupa, cargarse con pico y pala la herencia recibida. Y empiezas a redactar tus propios renglones sobre falso: fuera Unicef de la zamarra por necesidad de ingresar gracias a Qatar, lobby que te rondaba de mucho antes y al que sitúas como excusa en el candelero. O el candelabro, que diría la impagable Mazagatos. Los chicos de la escuela de negocios se desmarcan rápido en posición ideológica, en manera de hacer, en forma de tratar y hacer tratos. Mientras está Guardiola, la nave va por inercia de timón, por descomunal talento. A la que el líder -o Dalai Lama, como ellos le bautizaron por evidente recelo y envidia-, se vació y debieron tomar sus propias decisiones en cuenta y riesgo, a la vista queda el festival. Lo que antes era títulos y admiración ahora se ha trocado en juicios y escándalos. Dicen blanco y se llenan la boca de valores y otras maravillas, obran en negro y actúan en correspondencia. Les salen los tiros por la culata o se los pegan en los propios pies, ha desaparecido de escena el presidente escogido y ahora sólo pueden achicar el agua del bote, no queda más remedio que huir hacia delante. Ahora volveremos a ellos y lo que harán de inmediato, atrapados como están en callejón sin salida.
Laporta, resucitado. Y limpio de pecado, aunque pesen ciertos recuerdos de cuando el éxito le hizo perder el mundo de vista. Repasen las perlas, las cargas de profundidad que ha soltado durante el paseo de hoy ante la canallesca en envidiable comunicación no verbal, puño de hierro enguantado en terciopelo. Blue Velvet en la banda sonora de la matinal o similar. Encantado de meterse bajo el foco, territorio donde se siente pez en el agua mientras otros, huidizos, se escudan en el papel escrito o el plasma, sin admitir preguntas, sin confiar en las propias armas de seducción conocidas como convicción y carisma. Se lo han dejado en bandeja de plata, como en la entrañable, vieja película de Wilder, Lemmon y Matthau. Exonerado, diríase que pasado por la mejor de las tintorerías para dejar el traje casi inmaculado tras la porquería lanzada por la acorazada mediática conchabada con los adversarios. Jan es como es, piensa como piensa y lo que piensa, no se esconde ni lo hará. Seguirá fiel a sus aliados, continuará bebiendo champán o arrojándoselo por la cabeza en caso de juerga. Y a quien no le guste, que no mire. No es perfecto, ni ganas. La ha pifiado en innumerables ocasiones, pero no le toques las narices recordándoselo porque antes lo volverá a repetir que mostrará arrepentimiento. Por encima de todo, esgrime que él ganaba. En lo deportivo, en lo social y en lo económico. Lo ha repetido hasta la saciedad ahora que, probada la veleidad en el coso político, los giros del destino le colocan de nuevo en la parrilla de salida para permitirse pugnar por la recuperación de su protagonismo en ese sueño en trance de amargo despertar llamado Barça, con meses por delante para ver pasar, sentadito en la puerta, el cadáver del acérrimo grupo de contrincantes en caso de que Luis Enrique no dé pronto, ya, con la tecla de ganar. Jolín cómo se lo han puesto. Casi a huevo. Y como persistan en el error, ni Fernando VII lo tenía más fácil, desaparecida la oposición por estrategia y tacticismo. De todos modos, esto es una noria, un minipimer que prepara mayonesas a gusto a velocidades supersónicas. Lo que hoy es verde, mañana será rojo o gris, véte tú a saber. Fíjense en las vueltas dadas desde el repaso del Bernabéu que hoy parece sonar ya lejano, sin siquiera haber encajado su lluvia de golpes, aún tendido el barcelonismo en la lona escuchando el largo conteo que no cesa.
Saltemos de trinchera. Enfrente, nada habrá gustado el fuego cruzado de artillería. Y detalles que les caerán como sal en la herida a la que puedan hablarlo mañana reunidos con Javier Faus, el hombre fuerte actual, aún en viaje asiático. Ahora nos queda claro, y hasta apostaríamos por ello, que seguirán adelante con el recurso, por puntillo, por puro orgullo, por no quedar otro remedio desde su altiva visión de la jugarreta. Algunos, en sagaz maniobra, les piden que convoquen de nuevo a la asamblea de compromisarios para legitimar el nuevo paso, sabiendo que los veinte días de plazo corren deprisa en dirección contraria a sus intereses. La mayoría entendería que enterraran el hacha y algunos lanzan capotes de ayuda hablando de ‘paz social’, de la romántica, huera, propagandística necesidad de olvidar lo sucedido y dedicarse al solaz de unas imposibles pajillas conjuntas. No, no lo harán, ni piensan hacerlo porque 17 familias las han pasado canutas durante cuatro largos años, sintiendo sudores fríos con sólo pensar qué pasaría si les exigieran tres millones de euros de su patrimonio. Que no son Rotschild, ni Rockefeller, que sienten cómo han ido a por ellos con injustificable saña, metidos en el mismo saco liderado por el objetivo claro de su vendetta, el tal Laporta. Hagan lo que hagan, olviden el recurso o sigan adelante, llevan las de perder, no les entenderán, seguirán sin saberse explicar porque se han pasado la partida en continuo farol, nada les sostenía ni justificaba. Si a los aficionados culés les diera por repasar el detalle, por no estar sólo pendientes del marcador, quizá repararían en que todo es muy bestia, exagerado. Igual uno resucita sin que te lo esperes como otros se caen con todo el equipo aunque se empeñen en disimular el batacazo. Otro más en la lista.
Como al equipo no le dé por ganar rápido contra algún rival solvente, como la Champions se complique en Ámsterdam, como al Madrid se le ocurra ponerse líder liguero antes de un parpadeo, esto se complicará a la manera de los guiones propios de folletines de enredo. Evidente. Muy evidente todo. Unos con nuevo traje a medida y otros que han quedado nuevamente desnudos, qué cosas. Hasta pronto, caballero. Allá va un abrazo.
Poblenou, no ganamos para sorpresas
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: Jordi Cotrina (El Periódico)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal