"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Querido amigo,
Recibo tu carta con la acostumbrada alegría. Igual quedamos dos con la sangre de horchata y eso, hay que celebrarlo. Debo decirte, ante todo, que aquí, a la confusión apuntada en tu última E-pístola, le ha sucedido la gráfica imagen del mono armado con kalashnikov a punto de liarla en el garaje del chiste. Lleva incluso banda sonora, mira, qué cosas, que llevo todo el día con aquel ‘Stuck in the middle with you” de los viejos Stealers Wheels sonándome por las meninges. Atrapado en medio del fregado contigo, válgame la traducción. De la celebración en Cibeles, qué contarte: nada, apenas nada. Desde aquí, da la impresión de haberse vivido con el mando a distancia en la mano. Más fácil así: cada vez que aparece el mefistofélico Mourinho o Iker a punto de colocarle la bufanda a la diosa del carro, cambio de canal realizado al alimón por millones de almas, santas Pascuas y aquí, paz y después, gloria. El personal ha optado por el socorrido “ojos que no ven, corazón que no siente”, mientras la canallesca opta, en decisión propia de exclusiva cuenta y riesgo, por imitar al simio cargando el AK-47 hasta arriba de munición. ¿Viene a cuento de algo? No, por supuesto, pero han disparado la adrenalina de los rumores, las conspiraciones, las conjeturas y especulaciones sobre un futuro que ni siquiera ha comenzado en el Barça. Aún sigue Pep, pendiente de la emocional cita del derby, con el Espanyol de cuerpo presente, que bastante tienen ya los pericos con sus cuitas, y en lugar de paladear la ceremonia del adiós hasta convertirla en liturgia inolvidable, nada de eso, a vaciar el cargador en cualquier dirección. Será que el culé no cambia, o no quiere cambiar, o que los medios distorsionan la realidad hasta extremos psicotrópicos. De alucinación, digo.
En la canción de marras, la letra arranca fuerte de bajo y guitarra acústica: “Bien, no sé a qué he venido esta noche, me huelo que algo va mal, estoy que me caigo de la silla y no sé ni cómo bajaré las escaleras”. Cuando sitúas el panorama así, sólo puedes ir a peor, claro. Y eso es analogía apresurada del momento blaugrana. No tienen nada que temer, nada de qué preocuparse, pero la visión del blanco en rúa parece perturbar su espíritu. Ni hay cambio de ciclo, ni se ha escrito la última página de esta sensacional plantilla, aunque en siete días, escasos y previsibles, la satisfacción por la continuidad del modelo con la instantánea elección del sustituto Tito Vilanova ha dejado paso al proverbial manojo de nervios que era este club y su entorno mucho antes del Dream Team, antes incluso de fichar a Cruyff como jugador. Hemos vuelto a los 60, ya ves, Martí, o eso se intuye. Regreso a la década prodigiosa, ésta sí que no te la esperabas. Sin comerlo, ni beberlo, ni razón alguna salen a palestra los nombres que citas como candidatos al cadalso, el rumor de una profunda remodelación, las dudas sobre quien cubrirá el vacío carismático e ideológico del próximamente ausente (no lo pongo en mayúscula, que me recuerda al régimen con José Antonio y se me eriza el vello sólo de pensarlo).
¿Motivo? Ninguno. Pero el miedo es libre y la nostalgia ha echado a correr. Menuda memez, menudo dislate, como tú mismo apuntas, vaya manera de provocar interesadas amnesias. Si hasta Pedro sale a la palestra como si también preparara las maletas, por el amor de Kubala… No te quito ni ápice: diría que aquí, puesto a la manera de Johan, se había aprendido e interiorizado que lo importante y exigible consiste en llegar vivo a marzo en todas las competiciones. Después, si sale con barba, San Antón y si no, la Purísima Concepción, ya nos entendemos. Pues no. De golpe y porrazo, un desbordamiento de adrenalina incomprensible para desandar lo andado y esperar a que el mono proceda en la lotería de tiros. Que no, que no es eso. Que vuelvan las aguas a su cauce, a repasar el barcelonismo todo lo aprendido en estos cuatro lujosos años y comprobará cómo nada ha cambiado. Sólo que el rival, pasado de récords, ha ganado la Liga, eso es todo, sin dramatizar. Ni cambio de ciclo, ni a chupar rueda, ni leches. Tanto jaleo no viene a cuento. En todo caso, entre Rosell, Zubi y Tito, con esa elogiable y sorprendente discreción esgrimida ahora, deben preparar cómo engrasan los ejes para que no chirríen en septiembre, léase refuerzos y nuevas estrategias. El jaleo no conduce a nada, que esto no es el Titanic tras rozar el iceberg. Aunque parezca que, en lugar de mi canción del día, algunos escuchen ya a la orquesta del buque tocar en pleno hundimiento, vaya exageración, vaya falta de respeto hacia el propio trabajo realizado.
En fin, que esta noche tienes más fútbol y no es cuestión de cansarte. Al final, volviendo a lo del mando a distancia, tendremos que abstraernos de cualquier medio, información o colega para analizar a posteriori, según avancen los hechos contrastados. A veces, como hoy, cansa mucho oír el cuento de Pedro (no Rodríguez, el de siempre) y el lobo, ya muy gastado. Aunque de fondo suene la ráfaga del kalashnikov, que esa tampoco es buena banda sonora para el momento. Cuídate, un abrazo y a seguir pasmándonos, que debe ser lo nuestro. Se agradece tu amistad, no sobra nunca expresarlo.
San Vito, sábado 5 de mayo de 2012
– Foto: RT
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