Mi querido amigo:
Duelo a garrotazos, pintura negra de Goya. Vuelta a las trincheras que nunca fueron anegadas porque jamás se ha producido armisticio. Tampoco nos pongamos profundos, que este tipo de movimientos sísmicos en la falla blaugrana -bastante más voluble que la de San Andrés- nos acompañan desde que don Lluís d’Ossó causaba estragos en la paciencia de Gamper y alguien acertó al diseñar ese escudo con forma de olla en ebullición. Hay señas de identidad mantenidas desde el primer día y esa despunta, seguramente, entre las más notorias y características. El mar de fondo sólo parece amainar en los periodos de mayor pesca -y seguimos presenciando el más fértil-, sin que la impresión pase de eso, simple espejismo. La barcaza zozobra, sistemáticamente. No vamos a parafrasear a Machado, el pobre no está para eso, hablando de los dos Barças y el que te hiela sistemáticamente el corazón porque éste ha sido desde antiguo parlamento que alberga voces variadas, diversas y caracterizadas por la pasión, cuando no se trata abiertamente de distintos intereses y antitéticas maneras de entender tal fenómeno. Aún así, Martí, siempre a punto para quien desee esa irrefutable prueba del algodón, si queremos evaluar acciones y situaciones basta con atender a los hechos y olvidar las palabras. Dicen en América con rotunda ejemplaridad, shit talks, money walks. Sin ser pedestremente textuales, una cosa es predicar y la otra, dar trigo. Verbigracia, por sus hechos les conoceréis.
A Pep Guardiola, de vez en cuando, se le hincha la vena y agota la paciencia para proceder en supuesto exabrupto. Decimos supuesto porque personaje tan metódico y minucioso sabe perfectamente cómo planificar sus hipotéticas rabietas y darles el timing justo, la teatralidad y puesta en escena imprescindible. Ahora, viene el puñetazo encima de la mesa a la salud de las figuras interpuestas, los eternos intermediarios, los terceros de la discordia continua, cuyo papel en el día a día barcelonista ha crecido durante los últimos tiempos de manera exponencial. En cualquier centro de poder abundan los correveidile, propagadores del rumor y el último chascarrillo, dados a la arbitrariedad y alineados con ciertas ramas del establishment. En los últimos años han florecido, arrimando su brasa y discutibles posicionamientos al poder sucesor de Laporta. Y la propuesta desde sus oráculos no supera el vuelo rasante de lo estrictamente personal, es odio africano, es continua dialéctica de estar conmigo o estar contra mí, sin otros grises ni matices que valgan, de ahí que la idea de trincheras enfrentadas sea utilizada con frecuencia por aquellos que quieren presentar el panorama a la audiencia de modo harto gráfico. Unos y otros no se soportan y exigen saber con quién estás y con quién andas, como si fuera imposible mantener la independencia o ver tan bravos toros desde la barrera. El empuje de esas dos melées en continua colisión genera que salten las chispas y a Guardiola, por lo visto, le han puesto unos cuantos dedos en el ojo sin atender al reglamento que él desearía respetar, más versallesco. Sólo en el Barcelona pueden ir al derribo de su mejor activo sin atender ni respetar las razones de su provisional alejamiento. Porque con Pep, la distancia siempre será momentánea y eso lo saben y temen, y no les cabe en la cabeza comprender que se llevara mejor con quienes ellos aborrecen, como si les costara entender que, a partir de cierta edad, cada cual baja las escaleras como quiere y con quien mejor le parece de compañía, de ahí la expresa mención a Cruyff, coco y sacerdote supremo entre los aborrecidos por aquellos con los que Guardiola acaba de partir peras públicamente y bajo el mayor de los estrépitos posibles.
A partir de ahora, tiempo de atender a los hechos y a las hipotéticas réplicas, momento para juzgar cómo obran (y no maniobran) y cuál es su proyecto de actuación. Tras el legado recibido y al no tratarse teóricamente de administraciones republicanas o demócratas, bastaba con dejar reposar el modelo, sacar partido de la constitución recién escrita y completada en caso de duda y seguir exactamente por el mismo camino trazado. Pero no. No desean seguir consejo tan sabio y sabido del “si no está roto, no lo arregles” y parecen decididos a intervenir más allá del simple retoque. Su modo de gestionar, sin meternos en juicios de valor, salta a la vista con cada decisión y cada cual ya se afeita para valorar el grado de acierto o error, sin ir más lejos, en las decisiones deportivas tomadas esta misma semana o en la manera de despachar faena, plantear prioridades o diseñar proyectos.
Desde la perspectiva blanca del máximo adversario deportivo, nada nuevo bajo el sol, nada con lo que frotarse las manos, pura coherencia con lo que el Barça ha sido toda su vida, prematuro lanzar las campanas al vuelo cuando se trata de una más entre las crisis cíclicas, espasmódicas, que antes se sucedían y ahora, en todo caso, aparecen de modo más espaciado. Ya ves, Martí, que apenas hace falta citar a nadie, que pocos nombres o dedos acusadores aparecen en el relato porque no es necesario. Esto es así, tomémoslo con británica flema, y cada cual sabrá razonar sobre sus filias y fobias, aún cuando aquí manden las vísceras de manera mayoritaria porque se trata de fútbol, sus personalidades y sus sentimientos. En todo caso, al fragor antes generado por los medios convencionales cuando se disponían a sentar cátedra o crear corrientes de opinión se le han sumado ahora las redes sociales en prodigioso totum revolutum que, desgraciadamente, sólo añade ruido, confusión e instintos primarios a la batalla por ver quién prevalece entre las muy diversas y variadas maneras de entender el Barça, ente en elecciones continuas y eternas. Habrá que esperar a la anunciada réplica de la plana mayor y observar en qué términos se propone. Si calan las bayonetas desde el poder, flaco favor se harán unos y otros y coincidirán en el frenesí sin reparar que la institución debería quedar por encima de todos, sea de sus legítimas visiones y maneras de entenderla, sea también al margen de esas manías, antipatías de cada uno con cada cual.
Lo de Guardiola en Trieste es apenas punto y final, cierre de carpeta, a una manera de hacer y proceder. Ahora, y ya llevan tres años, mandan otros que entienden la gestión de modo bien distinto, se manejan y proceden en las antípodas de los anteriores. La acertarán o la pifiarán sin que puedan achacárselo a terceros, que eso de matar al mensajero o acusar del error a quien primero pase cerca resulta banal. Y al final, en todo caso, las urnas decidirán entre fracciones. A los francotiradores nunca se les desarma de otro modo, aunque puedan ganar o perder munición a cada paso que dan, sea, por ejemplo, con Villa, Deulofeu, Thiago o las danzantes cifras del traspaso de Neymar, por citar ejemplos en la palestra. Nada nuevo bajo el sol: Se trata de aplicar aquello tan viejo de ‘por sus obras los conoceréis’.
Sacar el casco y el saco terrero a estas alturas de movida ya produce pereza. Si quieren emular a la creación de Goya enterrándose hasta la rodilla antes de sacudirse, allá ellos. Contarán con partidarios y detractores, lo normal, pero no habrán inventado nada. Toda la vida, igual. O conmigo o contra mí.
Poblenou, tendido siete
* Frederic Porta es escritor y periodista.
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