Mi muy paciente amigo,
En confianza, y disculpa el arrebato, nunca me acostumbraré a la globalización. Con lo de la aldea global, me he quedado en la primera parte, la del villorrio. Resulta que iniciamos E-pistolario y llega veloz un saludo desde Barranquilla, Colombia, a propósito de la primera entrada. De la primera, ya, de entrada. Te sitúo: A comienzos del pasado diciembre, tuve el privilegio de ser invitado por la Universidad del Norte para dar unas charlas sobre comunicación y, también, periodismo deportivo. Rematamos las jornadas, ya que saltábamos el charco, con un divertimento sobre los entresijos históricos en la rivalidad entre Barça y Madrid, más allá del simple césped. Ya te lo imaginas, en retahíla lineal: Gamper, los Pedrós, Paulino, Sami, la Marcha Real, cómo se forjan personalidades y rivalidades, la Guerra (In) Civil, Chamartín convertido en Bernabéu, les 5 Copes, Kubala y Di Stéfano, “el mejor embajador de España”, el 0-5, la Quinta del Buitre, el Dream Team y el etcétera previsible.
Martí, chico, ni te imaginas la pasión de estudiantes y periodistas colombianos por conocer los recovecos y texturas de tal trastienda. Una locura. De entrada, ya preguntaban si Isaac Cuenca iba de veras, acabado de debutar, el chico. De salida, venga fotos con el móvil a la primera ficha de Messi, como japoneses plasmando la Gioconda en el Louvre. Y como guinda, un dominio de la materia que flipas a colores. Un nuevo amigo, más culé que el palo de la bandera, como diría Xavi, el profesor Alfredo Sabbagh, nos agradece la idea del E-pistolario. Que lo haga, por decir, el amigo Josep Maria Deu, pase, por barcelonés y colega. Pero que se enteren a la primera allá por Barranquilla, me genera escalofrío. Con esto de Internet, a veces tengo la sensación de haber quedado a cenar con un amigo, verbigracia, vos, y encontrarte 500 sentados a la mesa, sin intimidad posible. Y eso me genera pudor ante el fenómeno de la extimidad, tan propio de los nuevos medios. En fin, signo de los tiempos.
A lo que íbamos. Sabbagh y esa mayoría de barcelonistas de raíz colombiana me generó una reflexión inmediata. Desde los 50 del pasado siglo, la América latina amante del balompié se proclamaba madridista a carta cabal. Por don Alfredo Di Stéfano, naturalmente. Ahora, la tortilla ha girado del revés. ¿Razones? Marginemos por primaria la idea del carro ganador. Tiene que ver con la belleza en la práctica, el estilo de juego, la apuesta por los chicos de casa, la etiqueta del més que un club proyectada en causa común para éticos y estéticos. En otros foros, ya la habría liado y me lloverían comentarios dedicados a la salud de mis familiares, difuntos o vivos, sin la menor aportación o réplica para las ideas expuestas. Ese es el mayor mal de esta cosa, máxime cuando sólo pretendes plantear reflexiones. Si fuera ideólogo del Madrid, que los hay y bastantes, como en cualquier movimiento de masas, me preguntaría qué ha pasado, qué hemos hecho mal ante la certificación de este vuelco: El mundo se ha pintado, mayoritariamente, el alma de blaugrana.
Si juegas con fuego, sales quemado. Y ese planteamiento de derrocar la hegemonía azulgrana como sea, por lo civil o lo criminal, que escribiría el admirado Ramon Besa, ya pasa un montón de intangibles facturas emocionales que Florentino Pérez jamás podrá pagar. El mundo se posiciona, los clásicos se retransmiten en directo para más de 170 países y que cada cual saque conclusiones más allá de las formuladas. Sabbagh sabe, por un tal Martí Perarnau, que unos cincuenta chavales aseguran el recambio generacional a sus amados colores. Del Madrid, aquel Madrid que fue mitificado, apenas trasciende el rostro amargado de su entrenador, las violentas tendencias de algún defensa y la arrogancia de su goleador. Sólo se preocuparán por eso, desgraciadamente, el día que lo calculen en euros, coherencia con aquel son tan pobres que sólo tienen dinero. Allá ellos. Donde tienen la cartera, el Barça ha robado el corazón de mucha gente. En la globalización, poca broma.
Feliz viernes y a ver si algún día charlamos de Dean Martin. Cuídate,
Barcelona, 23 de febrero de 2012
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