"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Mi querido amigo:
Ya ves, se suceden las situaciones a ritmo vertiginoso. Ahora, con Messi, dando la sensación de que nada pasa con Leo, pero puede pasar. No, no, tranquilo, pero te aviso por si acaso. Esta junta directiva maneja el recurso de los globos sonda como ninguna y cuando salen a decir que la situación anda bajo control, te echas a temblar por acto reflejo, porque, transcurridos casi cuatro años desde las preceptivas presentaciones, hemos alcanzado la triste conclusión de que no dicen la verdad ni al médico y convierten cualquier situación en pulso estratégico venga o no a cuento, aunque sea la más simple de resolver del mundo. Qué facilidad, qué empeño para complicarlo todo. En lugar de servir al club y sus principales intereses, preservando el patrimonio en talento deportivo, se han enzarzado en una estúpida vigencia de jerarquías con el astro, consistente en un cavernícola quién la tiene más larga o el no menos reaccionario a ver quién manda aquí desde que Javier Faus, el hombre de Catar en Catalunya, le llamó “ese señor” en público como si Messi ni siquiera mereciera ser llamado por su nombre. Hoy, en retorcido sentido de peculiar venganza, andan echando un pulso con el mejor jugador de la historia para que pase por el tubo, su tubo. Y no sabemos de qué tubo estamos hablando, pero a ellos les brinda una orgásmica, pletórica sensación de poder esa zozobra que pone al barcelonismo de los nervios, eso de creerse iguales o superiores al genio del balón cuando nadie ni nada haga imaginar que los tiros van por ahí, que existe necesidad o evidencia de mantener una pugna con él.
Volvamos, como siempre, a luchar por las evidencias. Que no se le permitan al petiso tres partidos de bajón, que se le presente como culpable de los últimos desaguisados, es de una miseria moral formidable. Obvio que no lo merece, obvio que ahí queda su flamante hoja de servicios, obvio que sus 26 años impiden hablar de fin de ciclo porque puede liderar sin problemas el siguiente a poco que le brinden desde el club las condiciones necesarias. Pero no. Aquí, ya no lo dudo, se trata de ponerse en la misma frase que Messi sin haber hecho jamás el mínimo mérito para merecerlo y conjurarse para bajarle vete a saber qué humos, suponemos que el excedente fabricante por este puñado de neonuñistas que almacenan una formidable retahíla de errores durante su gestión y una no menos estupenda relación de cómplices para que parezca fallo ajeno, imputable a cualquiera menos a ellos, por supuesto. Ah, y por cierto, hartos ya de la infamia de dejar caer lo del Mundial, como si esa ambición lo explicara todo y colocara al club que le paga en lugar secundario. Por Kubala, menudo argumento: ni Cruyff ni Di Stéfano ganaron jamás uno, ni falta que les hizo para mantener plaza en el Olimpo. Ni que a Messi el mismísimo Perón resucitado le pusiera el pistolón en el pecho, no fastidies. Claro que pedirle elegancia a los rastreros implica paralelismo con las peras y el olmo.
Vaya manera de marear la perdiz. Si no son esas las pulsiones que les mueven, podrían explicarlas claramente, pero les delatarían, ponzoñosas como son: no soportamos que Messi nos robe el plano. También, si quisieran y mostraran un ápice de buena voluntad, se sentarían a la mesa para evitar que cada contrato de renovación y puesta al día de emolumentos resulte pura opereta bufa. Por mil complejidades y cláusulas, por mil flecos y detalles, por enésimos derechos de imagen o publicitarios, basta con la buena voluntad, con mirarse a los ojos para saber si estamos los dos en el mismo barco o hay alguien en la mesa con agenda oculta. Agenda oculta, esa que continuamente maneja esta directiva, hábil como su espejo referencial nuñista a la hora de buscar escudos, cortafuegos y víctimas que les antecedan en el sacrificio de piezas. Ya que no pueden echar mano de Martino, que les ha dimitido en obra e incluso en comunicación no verbal (volveremos a ello), acaban de proponer a Andoni Zubizarreta como próximo chivo expiatorio, comunicando urbi et orbe que él será el encargado de la renovación. Él, solo él. Si falla, será su culpa y entregaremos su cabeza porque siempre sobrarán los secretarios técnicos. El caso es aguantar, seguir, forzar hasta el 2016 y una vez allí, volver a utilizar los resortes y recursos del poder para pugnar por la reelección. En su mensaje no descuidan nada: incluso calificar como inexistente a la oposición o ningunear de manera absoluta a los hipotéticos candidatos que desean esas elecciones inmediatas que no concederán.
Han sido, Martí, cuatro años de desmantelamiento y, a la par, aprovechamiento de la inercia ganadora. La nave iba en estupenda velocidad de crucero aunque ellos hubieran cambiado la manera de proceder y relacionarse con la vital parte deportiva, esa donde jamás tendrían que haberse metido. Pero no, el presidente huido era un absoluto intervencionista obsesionado en dejar su huella, su gran y redentorista huella, su nunca jamás bien ponderada huella, y ya ves dónde estamos: poniendo a Messi camino de la picota, de que parezca un accidente, de hacer ver que es él quien decide irse. Lo harán así en lugar de acercarse amistosamente, con respeto y consideración, porque solo les importa, exigencia de su desmesurado ego, que Leo pase por el aro impuesto por los señores triunfadores del universo. Si el objetivo consiste en aburrir al estandarte de la mejor época, al mejor futbolista de la historia, de acuerdo, continúen con la tarea de demolición y verdades a medias, pero antes, déjennos decirles que van desnudos, que no han realizado su labor por ineficacia flagrante. Tras el descalabro sufrido en este remedo de Semana Trágica futbolística, ahora sí resulta sencillo vislumbrar dos bandos evidentes entre el barcelonismo: quienes desean preservar el statu quo, el establishment, las cosas como están y, enfrente, los abogados del sentido común, del diagnóstico realizado según síntomas e indicios empíricos. No se puede simplificar, ni caer en el socorrido lenguaje bélico de las trincheras enfrentadas. Se trata de interés, se trata de engañar, de despistar con ayuda de los altavoces cómplices para seguir con mando en plaza o, por el contrario, pretender denunciar a quienes lo blanden de manera tan persistentemente errada y abogar por una corrección inmediata en la hoja de ruta del club, que debería pasar a otras manos o, si es deseo de la mayoría como corresponde en democracia, continuar en las mismas que nos han llevado hasta aquí, pero ahora refrendadas por la nueva llamada a comicios.
Te comentaba en las vísperas de Mestalla que las habíamos pasado cantinfleando, venga hablar y hablar sin decir nada, para evitar ir a la sustancia, tapándolo todo con hueca palabrería, y ahora, consumado el triple patinazo, se prodigan los capotazos para despistarnos, para alejarnos de la tozuda y persistente realidad. No se trata hoy de reventarlo todo, ni de pedir, en salto retroactivo hasta el 2003, el foc nou (fuego nuevo, mejor traducido como volver a empezar) y purificador que acabara con todo vestigio de nuñismo. Once años después, han vuelto a mandar ellos, vaya, los herederos del constructor por confesión propia, la antítesis de los años gloriosos. Como nos hemos cansado de argumentar, acompañados por cuatro y el cabo en la denuncia, perdidos como náufragos dispersos por un archipiélago de reflexión sin excesiva audiencia, se trataba ahora, hace cuatro días, de recuperar la cultura del esfuerzo impuesta por el modelo de éxito y ser fieles a los rasgos diferenciales que catapultaron el trabajo bien hecho hacia la gloria, pero no, nada de eso y mira que todo queda meridianamente claro. Tan claro como la luz del día en medio de esa interesadísima ceremonia que nos lanzan para ganar tiempo y confundirnos.
Decía Einstein que se trata de simplificar los mensajes, aunque hables de la teoría de la relatividad, para que los entienda tu propia abuela. O una masa social, que a veces cuesta entender y motivar en su carácter primario, gregario, totalmente pasivo y acomodaticio: aquí hablamos de pasiones, de ilusiones, de confianza en tus representantes y es ya casi utópico confiar en Bartomeu y su gente, en Zubizarreta y su equipo, en una estructura negligente que no ha sabido realizar el trabajo realizado. Francamente, ¿hay algún barcelonista que crea en su capacidad para liderar la renovación cuando suman ya dos largos años de retraso en la tarea? Justo desde que Guardiola se largó, antes de que se hicieran daño.
Siguiendo en certezas del mundo de la comunicación, donde el setenta por ciento de lo que transmite cualquiera es su lenguaje no verbal, contemplar la rueda de prensa de Gerardo Martino tras la derrota en Valencia ratificó nuestro mantenido estupor: este hombre ya no está aquí. Mentalmente, anda ya de regreso en la Argentina y le importa más el recuento de los interrogatorios pendientes ante luz y taquígrafos que la dirección del plantel en los partidos restantes hasta final de campaña, justo la mitad. Si quedan cinco partidos, serán diez los encuentros ante periodistas más la propina del adiós tan anunciado como veces negado. De repente, algún día en el pasado, Martino advirtió la magnitud de la entidad contratante, la imposibilidad de responder a cuanto le pedían y la espantá de su único valedor le pareció un tiro de gracia al deseo de continuidad. Desde entonces, ha hecho más política que evolución en las alineaciones y si le pidieron dos pasos adelante, ha acabado por dar diez hacia atrás por falta de ascendente entre sus mandados, que, evidentemente, no creen en él. Habrá que buscar, pues, entrenador cuando alguien decida que la comedia ya no puede continuar, que ya es evidente el divorcio por fraude en las expectativas. Martino no era, en efecto, el técnico que convenía al Barça, y eso quiere decir exactamente eso, nada más. De este árbol caído, ninguna leña. Solo agradecimiento por las formas y el debido respeto.
Y el plantel. Con la venia previa de la FIFA –que esa es otra y gorda–, aluvión de bajas en perspectiva porque muchos ya han decidido marcharse, motu proprio o sugerido empujón hacia la puerta de salida. Para conocer la lista definitiva, imprescindible criterio previo, visión de futuro, planteamiento de objetivos y algo tan simple como saber qué demonios se quiere y se visualiza como línea de actuación. No existe nada de eso hoy mismo, de ahí, por ejemplo, que insistan con la cortina de humo de Jürgen Klopp, que es como pedirle a Gustave Eiffel que dibuje una réplica de Mona Lisa. A cada cual, lo suyo, según su talento y sector. Lo del Barça, querido Martí, está claro como el agua para aquel que quiera ver el cuadro finalmente pintado tras cuatro años de neonuñismo y, de paso, dispuesto a poner oídos sordos a sus voceros interesados. Salta todo a la vista, es público y notorio. Pero marearán millones de perdices, toda la especie si hace falta para mantener sus privilegios, que eso también es tan viejo como la humanidad. Messi, culpable, lo que nos quedaba por ver, habrase visto….
Te mando un abrazo y el recordatorio de atender a esa iniciativa modesta del aplauso a Messi en el minuto 10 del partido ante el Athletic y la protesta de pañuelos blancos contra el palco al minuto siguiente, manera de expresar una desazón casi ingenua de tan bienintencionada como es. Recibirá la queja gente de colmillo resabiado que no quiere saber nada de preservar el sentimiento, de atender a quienes desean un ideal sin destrozo. Se creen seres superiores y esa falta de humildad les envalentona, pero no saben que les pierde. Les pierde tanto orgullo, tanta arrogancia, Martí.
Poblenou, no hay ruedas de molino
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: EFE
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