Mi complaciente amigo,
Plano de situación: Semáforo de Barcelona. Ensimismado, fijo la vista en la bonita efigie del periquito lucida en el coche de delante. Moderno, el logo. Orgullo de los espanyolistas, denominados aquí pericos aún antes de que Ricardo El Divino Zamora les guardara la meta. Por el mismo precio, sólo azar mediante, podríamos reconocerles hoy por gatos o gatos negros y parecería más coherente con la fidelidad del relato. Pero se han quedado en periquitos y ni siquiera muchos de sus incondicionales conocen el porqué, distraídos por las inefables leyendas urbanas.
Crónica de los hechos, Martí: Desde 1910, Barcelona y Español se muestran una tirria nada disimulada. Trasfondo de razones políticas, sin duda, y menos aún, a esas alturas de milenio. Se producen situaciones que aumentan notablemente la mutua animadversión: Verbigracia, los inolvidables y ya olvidados caso Garchitorena y Derby de la calderilla. Algún día nos extenderemos en ellos. A lo largo de aquellos tiempos, los catalanes, que son unos cachondos a pesar del cliché, consumen prensa satírica a porrillo. En 1922, el dibujante y escritor Valentí Castanys crea el semanario irónico-deportivo Xut!, donde, en compañía de glorias como Ricard Opisso, Salvador Mestres, Ollé Bertrán o Picanyol, desbrozan con inigualable ingenio la actualidad de fútbol y boxeo, preferentemente. No existía tele, por si cabe recordarlo, que también. Vamos, que la gente se entretenía leyendo…
En esa irreverente revista, se ríen incluso, como dicen los nativos, “del muerto y de quien le vela”. Castanys, seguido y aplaudido por sus contemporáneos, crea la figura dibujada de L’Avi del Barça (El abuelo) por la socarronería de darle gusto al fuste superior de los culés y le pega también a los blanquiazules, a quienes “acusa” de ser “cuatro gatos” en su campo. Eso de “Quatre Gats” es frase recurrente en el idioma, recuerda que también lo usaron Santiago Rusiñol y su brillante cohorte. Desde Estados Unidos llegan entonces las aventuras animadas de El Gato Félix, nombre original, rebautizado en sus inicios aquí como El Gato Perico. Castanys dibuja gatos negros por su mal agüero y los asocia al sentir blanquiazul. Después, el tiro le saldría por la culata: Genaro de la Riva, presidente del Español, le libra del cierre de la revista que pretendía ejecutar la dictadura de Primo de Rivera. Desde luego, más tolerancia y sentido del humor, difícil. Tomemos actual nota.
Imagínate la metamorfosis: De cuatro gatos a cuatro gatos Pericos, saltando a la abreviatura de pericos o al diminutivo de periquitos. Ya hemos cuadrado el círculo. Nada que ver con entrañables plumíferos, queda clara la génesis. Y ahora las leyendas urbanas: Los españolistas optaron por creerse que, en el viejo Sarriá, terreno contiguo de la Manigua, abundaban las palmeras, correcto, repletas de habitantes voladores. Ni uno. Hace apenas cuatro días que la parte alta de Barcelona alberga notoria colonia de cotorras, en origen escapadas de sus domésticas jaulas. A un periquito de verdad le soplas la polución y palma, no están hechos para el aire contaminado de la urbe. Si no viven en interior, claro.
Otrosí: Los barcelonistas también llegaron a creer en su mayoría que Can Rabia era el ingenioso e hiriente sambenito, inventado por Xut!, que colgaban a los rivales para reflejar su envidia, padecida ante la evidente hegemonía ciudadana de los hijos de Gamper. Error: Can Rabia aún existe, es el nombre de una calle, derivada seguramente del nombre de la masía primigenia que servía como referencia geográfica.
Pues eso. Y la propina: Manuel Vázquez Montalbán, a quien seguimos echando muchísimo de menos, dejó escrito que tan feroz rivalidad se extinguió al reflexionar el Barcelona sobre su auténtico adversario (por favor, no hablemos nunca de enemigos) y supo que no era otro, desde el caso Di Stéfano, que el Real Madrid. Así, tras la final de Copa del 57, Barcelona, 1 (gol de Sampedro) – Español, O, MVM pone punto final a esa rivalidad a ultranza. El último medio siglo forma parte de otro registro histórico. Brillante, la reflexión del malogrado escritor y periodista.
Ya ves, Martí, ahora podrían ser conocidos universalmente como los gatos, o los gatos negros, que procuran fatalidad a sus rivales. En cambio, y ya nos está de fábula, son y serán pericos o periquitos. Pero conste la anécdota en acta, que decía aquel. Para nuevas generaciones, te mando imagen del gato Félix (o Perico) original. Con él, saludos y mucha nostalgia de Xut!, que apenas encontrarás en alguna hemeroteca pública o a precio de uranio enriquecido en el Mercat de Sant Antoni, cuando montan las paraditas del domingo y, algunos, salivamos durante la esporádica visita. Eran enormes, espectaculares. Sobre todo, Opisso (de Tarragona y amigo de Picasso) y Castanys, toda una institución.
A conservarse tan lozano como las caricaturas de Xut!.
Can Ràbia, domingo 4 de marzo de 2012
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