Benvolgut Fede,
Ay amigo, menuda papeleta si tienes que atender a los nerviosos en el diván… Esas dos preguntas empiezan a resultar agobiantes: ¿Cómo lo ves? ¿Pasaremos? Pues lo veo mal y no tengo ni idea. Esas vienen siendo mis respuestas diplomáticas para evitar un ¡Y yo qué sé! más realista pero que parece un descrédito en estos tiempos que corren, en los que todo el mundo ha de aparentar saber de todo y poseer dotes adivinatorias. Total, nadie te reclamará tus errores al día siguiente. ¡Y yo qué sé, Fede! ¡Y yo qué sé!
Hombre, algunas cosas sabemos ahora que incluso alguien tan reacio a la autocrítica como Xavi acepta que en el camino transitado esta temporada se han ido perdiendo detallitos hasta quedarse en los huesos. Como en aquellas películas de Hitchcock en las que veías cómo acechaban serios problemas a la rueda del automóvil de la protagonista: le habían aflojado una tuerca y bajo esa música tensa que añadía el genial inglés percibías que aquella rueda iba destinada al abismo porque a cada vuelta se destensaba más el tornillo. Lo perdía y luego otro y luego otro hasta que ¡zas!, a la cuneta. La chica salía airosa, por cierto, pero tú quedabas con el cuerpo agarrotado por la intensidad del drama.
Visto desde lejos, la temporada del Barça me ha parecido algo similar a lo de Hitch. El anterior metió tanta presión en esa caldera, les apretó tanto, les atosigó hasta el detalle más ínfimo, que cuando se fue a Múnich, vía Nueva York, estos se desparramaron como la lava del volcán. Les agitó tanto para sacarles jugo a su talento que, cuando saltó el tapón, aquello fue el podio de la Fórmula 1 en tarde brasileña: el desbrave. Ojo, que te conozco. Hablo solo del césped, del verde, del juego. Era tan duro hacerle caso minuto a minuto al comandante, que te exigía presionar cada fuera de banda como si no hubiera mañana, que en cuanto llegó el subcomandante se aflojaron las tuercas. El coche siguió funcionando: encajaba más goles pero metía muchos más y míster látigo ya no exigía esa fe perruna en los detalles. Pero a cada vuelta los tornillos se destensaban más hasta que, pillado en un bache, el automóvil acabó en la cuneta y hete aquí que ahora nos preguntan por doquier que cómo lo vemos. Hombre, pues con la rueda pinchada.
¿Tiene arreglo? Pues claro. Rueda de recambio y apretar bien las tuercas, no se vaya a soltar de nuevo, pero el mecánico principal no está y el sustituto se maneja menos bien en las emergencias, así que resulta enternecedor tanto diván. Oiga amigo, que estos no se han convertido en unos ganapanes del cuarto de la noche a la mañana. Que siguen siendo grandes futbolistas. Hombre, si cometen los mismos errores que tanto han repetido en esta secuencia de Las Tres Derrotas, pues a la cuneta que irán. Pero caramba, que de pronto en Barcelona parecen tener un equipo de cuarta que solo será capaz de remontar la eliminatoria si desde el exterior se hace la vertical puente. Yo esto no lo he entendido nunca, pero ahora mucho menos. Resulta que un equipo que venía ganando 14 de 19 títulos, que es un promedio como para reflexionar, ahora va y necesita animación artificial… Y banderitas de remontada. Hombre, si es para vender periódicos y banderitas pues vale, que cosas peores se venden incluso en el ikea, pero si es para que estos chicos ganen el partido como necesitan, pues eso ya no. Que ya te pueden animar lo que quieras desde la cuneta que o pones bien la rueda, convenientemente hinchada y con los tornillos apretados, o no sales del arcén.
Pues eso amigo, que mucho diván y mucha banderita y mucho gritito pero estos solo remontan si juegan como hacían con el comandante: culo apretado, tonterías en casa, árbitro inexistente, aspavientos los justos, pelota al pasto y a correr como cabrones, que era el credo hasta que se pensaron que más sueltos seguirían siendo invencibles.
Desde el Madrid que celebra Las Tres Victorias
– Parte meteorológico / Frederic Porta
– Busco diván plegable / Frederic Porta
– Gif: «Psicosis» (Vayagif.com)
– Foto: «Atrapa a un ladrón»
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