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Dos tristes historias en el Bökelbergstadion

por el 6 febrero, 2014 • 22:35

Deisler

La jornada 20 de la Bundesliga abre con un duelo de gran relevancia. El Bayer Leverkusen y el Borussia Mönchengladbach se medirán para confirmar, en cierta manera, sus roles dentro del campeonato. Uno de más que posible segundón del Bayern y otro de aspirante a Champions League.

 No obstante, en cuanto a precedentes, el conjunto aspirino cuenta con la ventaja de las victorias, con 23 con respecto a los potros, que suman 15 por su parte en 63 duelos en la Bundesliga. Aunque dentro de todos los resultados, uno deslumbra sobre el resto, uno que aguarda el patetismo del duelo como el preludio de dos tristes historias que se sucedieron en el fútbol teutón.

Corría la temporada 98/99 y tanto Bayer Leverkusen como Borussia Mönchengladbach se medían en el antiguo Bökelbergstadion, antiguo recinto de los potros, en la jornada 10 de la Bundesliga. Los visitantes, con los Kovac, Ramelow o Ze Roberto, marchaban terceros, persiguiendo en la tabla a los dos equipos de Múnich. Por su parte, el conjunto local de Friedel Rausch quedaron fijados en el último puesto de la clasificación, y no cambiarían de lugar al final de la campaña a pesar de lo que sucedería delante de su público ante el Bayer.

El Gladbach sufriría una de las derrotas más dolorosas que ha vivido en toda su historia con un terrible 2-8. Cuando la amargura de las malas sensaciones deportivas está patente, recibir 8 goles en casa se convirtió en un duro varapalo para el equipo, el peor de la temporada. No obstante, ciñendo el objetivo hacia las particularidades, dos figuras de aquel club descompuesto comenzarían sus carreras deportivas, sin saber que en sus excepcionales cualidades sobre el césped había dos mentalidades débiles. Robert Enke se encontraba bajo los palos de aquel partido y Sebastian Deisler daba dinamismo a la medular.

Respectivos jugadores abandonarían el equipo en esa misma temporada dado el descenso de categoría. Enke marcharía hacia el Benfica de Jupp Heynckes y Deisler no abandonaría el campeonato, jugando para el equipo de la capital, el Hertha. Diferentes historias y, sobre todo, diferente drama de dos figuras que el fútbol se perdió por razones bastante particulares.

Robert Enke no tuvo la solidez mental para aguantar el foco de presión que generaba el fútbol.  Quedaba sumido en las depresiones cuando erraba o cuando la situación no acompañaba. El sentido de soledad de un guardameta cuando todo el mundo está pendiente de si eres un héroe o un incompetente.

Era un portero felino y seguro bajo palos, en ocasiones un coloso. Sin embargo, tenía una trayectoria de subidas y bajadas, quizás, sucediéndose algunas de las mejores en Alemania, tanto en el endeble Mönchengladbach como en su último equipo, el Hannover. “Si pudieras entrar en mi mente aunque fuera solo media hora, entenderías porqué me estoy volviendo loco”, dijo Robert a su mujer, Teresa, cuando se acercaba el final de su historia y de su vida, antes de que un 10 de noviembre de 2009 decidiera poner punto y final a todo.

La historia de Sebastian Deisler ha sido una de las más truncadas por las lesiones, demasiado desmoralizantes para el centrocampista. Seguramente fuera uno de los mejores talentos de Alemania a principios del siglo XXI. Poseía una pierna derecha prodigiosa y un talento fuera de lo común, tanto en el Hertha como en el Bayern de Múnich, el culmen teutón. Sus continuas lesiones de rodilla que le llevaron cinco veces a la sala de operaciones, derivaron en sucesivas depresiones nerviosas por las que tuvo que estar ingresado en dos ocasiones, tanto en 2003 como en 2004. Además de su terrible mala suerte, todo aquello se acentuaba tras haberse perdido los Mundiales de Corea y Japón y de Alemania, incluyendo también la Eurocopa de Portugal, en los que a buen seguro hubiera sido titular.

Ya no juego al fútbol con alegría”, aseguró Sebastian Deisler el día de su retirada. Alemania y el fútbol mundial se perdería a este genio de la medular, que abandonaría su carrera deportiva a los 27 años de edad, harto de consumirse con la peor situación para un futblista. Su tragedia, muy distinta a la de Enke, todavía se lamenta.

Dos historias que coincidieron en aquel Borussia Mönchengladbach que sufrió una soberana paliza por parte del Bayer Leverkusen. En aquel club mermado, dos mentes perturbadas, por los devenires del fútbol, coexistieron, demostrando sus excepcionales cualidades con los guantes y con las botas.

* Guillermo González es periodista.




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