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Sebastian Coe, vicepresidente de la IAAF y candidato a reemplazar a Lamine Diack como presidente el próximo año, declaró recientemente que la situación que está viviendo el atletismo con el dopaje es de igual dimensión que el de Ben Johnson durante los JJ. OO. de Seúl 1988.
En menos de un mes hemos vivido el escándalo del dopaje en Rusia, la sanción de 8 años a Jon Drummond por tráfico de sustancias dopantes y el positivo de Rita Jeptoo, la mejor maratoniana del momento. El caso más relevante, y preocupante, es el del supuesto dopaje sistemático en Rusia.
A finales del año 2013 la prensa británica denunció que el atletismo ruso estaba manchado por casos de dopaje que eran ocultados por las autoridades del país. La noticia procedía de un tabloide, y no tuvo mucho eco. En ese momento también se empezaron a dar noticias de que un canal alemán emitiría en breve un documental sobre el dopaje en Rusia.
En el Campeonato de Europa de Zúrich, el atletismo ruso hizo aguas por todos lados. El retroceso en el medallero fue histórico. El país que había dominado históricamente en el Viejo Continente quedó cuarto en el medallero, y hubo pruebas, como el 400 femenino, en el que no colocó a nadie en la final. Al mismo tiempo se produjo un auténtico baby boom de muchas de las mejores atletas rusas: Chernova, Isinbayeva, Zaripova, Abakumova, Katsura, Lysenko, Guschina o Krivoshpka.
A principios de diciembre, la cadena alemana ARD emitíó el documental Los secretos dopaje: cómo consigue Rusia sus ganadores. En él se acusa a Rusia de dopaje sistemático generalizado. Las acusaciones más graves vienen de la la lanzadora Yevgeniya Pecherina, la ochocentista Yuliya Stepanova y su marido, Vitaly Stepanov, que era miembro de la RUSADA (Agencia rusa contra el dopaje). El vídeo afirma que los funcionarios rusos encubrían casos de dopaje y Pecherina llegó a afirmar que el 99 % de atletas rusos estaban dopados. La lanzadora aseguró que en Rusia se puede conseguir todo lo que uno quiera, refiriéndose a productos dopantes.
Liliya Shobukhova, vencedora de las clasificación general de las World Marathon Majors también admitió el pago de 450.000 euros por encubrir un positivo que le permitió acudir a los JJ. OO. de Londres 2012. El documental también incluye una supuesto encuentro telefónico con Mariya Savinova, medalla de oro en el 800 de Moscú 2013, en el que reconoce practicas dopantes. El documental también muestra lo fácil que es comprar productos dopantes en Rusia. Supuestamente se puede ver en la película cómo piden sustancias dopantes a una farmacia y es enviado a la propia puerta de Vitaly Stepanov. 3925 rublos (53 euros) es lo que cuesta enviar a la puerta de tu casa EPO. En el documental hacen la comparación con el repartidor de pizza, por lo fácil que es el reparto. La manera de escabullirse en el extranjero era viajar con nombres falsos, así lo denuncia Stepanova en la cinta. Cuenta el caso de las habituales concentraciones de atletas rusos en el Algarve portugués.
Otra de las acusaciones recae sobre Sergey Portugalov, jefe de los servicios médicos de la federación rusa (VFLA). Según el autor del documental, los que son responsables de mantener el deporte limpio en Rusia eran, en cambio, los que suministraban sustancias dopantes. A cambio cobraban el 5%.
Coincidiendo con la emisión del documental, el periódico L’Equipe publicó una información en la que recogía declaraciones del mánager de Liliya Shobukhova en las que reconocía que había pagado 450.000 euros para ocultar su dopaje y así poder participar en los JJ.OO.de Londres 2012. La información, detallada por su mánager, también la confirmó Shobukhova en el documental, y señaló que después de hacerse público su positivo, la Federación Rusa de Atletismo le devolvió 300.000 euros. Es decir, 150.000 se quedaron por el camino. Shobukhova confirmó esta información delante de la cámara y dijo que todo comenzó en 2011, cuando la federación le pidió, inicialmente, 150.000 euros para no tener problemas de dopaje. Después de dar positivo y hacerlo público, la federación le reembolsó 300.000.
Uno de las personas que aparece a final del documental es Vaelntin Balkhinichev, tesorero de la IAAF y presidente de la federación rus. Según la película, estuvo involucrado en la transacción de dinero y estaba al corriente del caso de soborno, aunque no quiso hacer ningún tipo de declaración delante de las cámaras de la televisión alemana cuando fue preguntado por el tema.
También se acusa a Papa Massata Diack, uno de los hijos de Lamine Diack (presidente de la IAAF), de estar implicado en este turbio asunto al ser uno de los socios de la cuenta de Singapur donde se transfirió el dinero pagado por Shobukhova.
Las reacciones al documental fueron inmediatas, y tanto la AMA como la IAAF emitieron comunicados indicando que crearían comisiones para investigar todo lo que se denunciaba. En el caso de la IAAF, llegó a emitir hasta cinco comunicados en relación a la información fue apareciendo durante estos días. En el cuarto informó de que Valentin Balakhnichev se apartaba voluntariamente de los órganos de dirección de la IAAF, y también hacía lo mismo Papa Massata Diack, uno de los hijos que tiene Lamine Diack.
A la semana de la emisión del documental, apareció un artículo en The Telegraph que denunciaba que la IAAF tuvo 225 casos de atletas con valores hematológicos sospechosos. Los nombres no trascendieron, pero se supo que los 225 atletas de la lista (otras fuentes indican que es superior) eran de 39 países. Entre ellos, 58 rusos, 25 kenianos y 12 españoles. Además, tres campeones olímpicos en Londres. La IAAF contestó, y su portavoz, Nick Davis, remitió un comunicado al conocido portal atlético Let’s Run.
Davis señaló que los casos anómalos fueron del 2006 al 2008 y que el pasaporte biológico se inició en 2009. Además, aclaró que un valor anómalo no es sinónimo de positivo. Acusar a todos eses atletas de dopaje es una temeridad, a la vista del comunicado de la IAAF, pero la duda, que se plantean algunas fuentes, es saber si la IAAF estaba haciendo todo lo posible para luchar contra el dopaje.
En el mejor de los escenarios, para la IAAF, es una falta total de control sobre unos datos personales que deberían estar totalmente amparados por la confidencialidad, en caso de dar por buenos sus argumentos. El máximo organismo creó una comisión ética para estudiar el caso, pero resulta cuando menos chocante que tuvieran conocimiento de las denuncias de extorsión de Shobukhova en abril y solo ahora es cuando se estudia el caso.
La otra crítica es por la política de externalizar la parte de actividad comercial de la IAAF, que quedó en manos del japonés Dentsu y de Papa Massata Diack. El hijo de Diak también fue acusado de intentar sobornar para que Doha fuera elegida para el Campeonato del Mundo de 2017. Supuestamente, los hechos se remontarían a 2011 y la cantidad pedida por Diack fue de 5 millones de libras.
La única cabeza que ha rodado hasta la fecha es la de Gabriel Dollé, director médico y de antidopaje de la IAAF. Dollé dimitió de su cargo después de ser entrevistado por la Comisión Ética de la IAAF.
Los que conocen la casa por dentro hablan de que la dirección de Diack no está siendo nada profesional, que lleva las riendas de un gigante, la IAAF, como si fuera una empresa familiar donde enchufa a un chofer por ser compatriota y amigo o hace de la federación un organismo sin ningún tipo de criterio a la hora de fomentar el atletismo, cuando por ejemplo lleva un Campeonato del Mundo a Doha, lugar sin tradición atlética y donde los atletas tendrán que sufrir un intenso calor.
Las autoridades rusas, por su parte, han negado los hechos y han amenazado con tomar acciones legales contra la cadena que emitió el documental y contra los atletas que testificaron en él. Kazarin, entrenador de Savinova y que también es acusado en el documental, también declaró que tomará medidas legales contra la cadena alemana, ARD, que promete una segunda parte del documental.
La AMA abrió una comisión de investigación y también ha tomado muestras a 3000 deportistas rusos.
* Óscar Fernández Villar.
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