Guernsey: refugio de genios. En esa pequeña isla al oeste de Normandía, en pleno Canal de la Mancha, estuvo exiliado Víctor Hugo y allí se gestó el primer trazo de Los Miserables. Paraíso fiscal de 63.000 habitantes, situada en territorio francés, pero dependiente de la Corona Británica, sus tierras cobijan a otro héroe de nuestro tiempo, uno de los mejores jugadores de la década de los 90 y que ha anunciado su regreso: Matthew Le Tissier.
Es Le Tissier leyenda viva en Southampton, ciudad y equipo donde cumplió su ciclo deportivo vital. De sus puertos zarpó el Titanic y allí mismo echó raíces el joven Matt, que lució la elástica rojiblanca durante 17 temporadas. Su apariencia distaba por completo de la de un deportista de élite. Desgarbado y fondón, nunca ocultó su afición por la comida y la cerveza, admitiendo que no pudo completar algunos entrenamientos debido a un empacho de salchichas y magdalenas. Una vez en el césped, el ‘7’ de The Dell flotaba sobre la campiña inglesa en la que los balones largos, el juego aéreo, el poderío físico y los tackles a ras de suelo definían la Premier de aquella época. Como un anacronismo invertido, Matt bajó de su Delorean para representar al futuro en plenos años 90. Estaban las hombreras, el pelo cardado, el britpop y Le Tissier. Su técnica superior le permitía albergar una amalgama infinita de recursos futbolísticos plasmados en 210 goles, multitud de asistencias y filigranas infinitas a orillas del río Test. Sin ser un futbolista explosivo, resultaba imparable para los defensas, un asesino a cámara lenta, cirujano de la pelota parada, ejecutor implacable, con 49 penaltis anotados de 50 intentos. Apodado Le God, curiosa deferencia del aficionado por el origen francés de su apellido, Le Tissier priorizó Inglaterra al país galo para defender a los tres leones de forma trágicamente circunstancial, estereotipado por su ley del mínimo esfuerzo y paradójicamente excluido por su ídolo Glenn Hoddle del Mundial’98. Inglaterra quedó fuera en los cuartos de final, irónicamente, en el punto de penalti.
Matt Le Tissier vivirá acompañado de la eterna pregunta de lo que pudo ser y no fue. Siempre fiel a sus colores rojiblancos, su falta de ambición tanto deportiva como económica no quitó lustre a una carrera inolvidable, pero sí la envolvió de una extraña nostalgia. Se retiró en el 2002, tras 540 partidos en la élite y con el Southampton codeándose con los grandes equipos de la Premier. Su vida no se separó del fútbol en ningún momento, sacando el carnet de entrenador, trabajando como analista en Sky Sports y siendo nombrado presidente del club de su tierra, el Guernsey FC. Curiosamente, será la camiseta de este equipo semiprofesional, que milita en la novena división inglesa, la última que vista Le Tissier. Un invierno fatídico obligó a aplazar gran parte de la competición, que desembocó en un efecto embudo con 18 partidos en el mes de abril. La necesidad de contratar más futbolistas fue razón suficiente para que Le God decidiera calzarse las botas de nuevo, afirmando que se encuentra en un tono físico óptimo para afrontar el reto. Once años después, con 44 primaveras, vuelve uno de los jugadores que abanderó la transición de estilo en el fútbol inglés, que hizo crecer las amapolas bajo los tacos de sus botas y cumplió su filosofía de vida de pasar un buen rato. Jugará, bajo petición expresa, sólo los partidos de casa que caigan en domingo y movilizará a ateos y creyentes, a héroes y villanos, que formarán un frente común para volver a ver al ídolo de muchos reencontrarse con el esférico en una fecha marcada en rojo en el calendario. Será el domingo de Le Tissier, el día de Le God.
* Sergio Pinto es periodista.
– Foto: Gary M. Prior (Allsport)
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