La historia de Raymond Domenech es la de un entusiasta con la miel en los labios; de rozar la gloria en la Copa del Mundo de 2006 a su humillación pública en 2010 hay tan solo 4 años. Pero son muchos los jugadores y las historias que tan solo él sabe y que ha decidido publicar recientemente en su libro Tout seul.
En 2004, Domenech veía un sueño cumplido al ser llamado por la Federación Francesa de Fútbol (FFF) para ser el seleccionador. Sus 11 años como entrenador de las categorías inferiores habían tenido recompensa. Varios campeones del mundo en Francia’98 y de Europa en Bélgica y Holanda’00, ya en su época madura, veían con sorpresa la llegada de quien en la actualidad es el entrenador con más partidos internacionales con Francia (79).
Un vestuario con pesos pesados como Zidane, Vieira, Henry o Thuram y la nueva camada de jóvenes talentos como Ribéry, Nasri Benzema, de la que Domenech era gran conocedor, era una gran planificación. Así fue como los bleus llegaron a la final del Mundial de Alemania en 2006 cayendo derrotados en la final ante Italia y dejando para la historia la retirada de Zizou. Desde esa noche Domenech quedó prendado de un título que no le dejaría dormir durante cuatro años.
Precisamente de Zidane, Domenech cuenta en su libro que encontró al líder y motor del equipo que necesitaba en el Mundial de Alemania, pese a que su relación nunca fue del todo buena. El ex seleccionador le pidió a Zidane que ejerciera de líder buscando controlar todos los egos de los más jóvenes que veían en Zinedine un jugador a imitar.
Sin embargo, reconoce que su su carácter tiene un lado oscuro, hecho que reafirma tras el cabezazo a Materazzi, hecho que describe así: “Un capricho que terminó con nuestra relación y confianza”. Relata un diálogo de sordos con el ’10’ cuando le pedía que motivara a sus compañeros y Zizou le respondía que no sabía qué decirles. Apretones de manos forzados y miradas frías aparte, Raymond Domenech afirma que el genio de Marsella fue el hombre clave en la Copa del Mundo y el único líder sólido.
En la misma línea critica a los jugadores de la generación Bosman, jóvenes que con 20 años cobran más que los veteranos y que se olvidan de la esencia del fútbol perdiendo los valores y el respeto por los compañeros. Simboliza la deriva de los jugadores con Samir Nasri: “Un jugador que solo piensa en su bocaza y que no aporta nada al colectivo sino lo contrario, no tapa los daños del equipo sino que los aumenta”. Por eso no se lo llevó al Mundial de Sudáfrica en 2010; al igual que a Benzema, al que tacha de arrogante y de tener un gran ego.
En Tout seul escribe que el peor momento de su carrera fue la Eurocopa de 2008. A causa de la inflación salarial de las jóvenes promesas, los veteranos ya no podían ejercer de líderes y transmitir los valores; la retirada de Zidane había hecho mucho daño. En el último partido de ese torneo, contra Italia, Thuram se negó a jugar porque estaba harto de las tonterías de los jugadores jóvenes, que no mostraban respeto por los colores de Francia “Hay unos imbéciles, entrenador entiéndame, son imbéciles”. De él y de Makelele solo tienes palabras buenas. Francia hace el ridículo y queda eliminado con tan solo 1 punto.
Con el vestuario fragmentado y sin el respaldo de los jugadores, Raymond Domenech es ratificado y decide continuar para ir al Mundial, ya que reconoce que desde que perdió la final del 2006 se aferró durante cuatro años “a un sueño” y “quería volver a sentir esas emociones”. Pero lo cierto es que en Sudáfrica lo que sintió fue angustia: ya antes de la competición el entrenador había perdido el control de los jugadores.
Un Domenech ya abatido antes del torneo escribe: “Estoy hasta las narices de esta inercia colectiva. Tengo solo un capricho: enviarlos a cagar. Qué se busquen la vida”. Tras el empate inicial contra Uruguay llega el partido contra México donde por fin estalla la tormenta. “No tengo más energía, no aguanto más, sus caprichos me hinchan”, escribe algunas horas antes del partido que pierden por 0-1. Durante el descanso de ese encuentro, Domenech recrimina a Anelka su falta de movilidad y este se rebela: “Maricón, arreglátelas solo con tu equipo de mierda, yo me largo”. Según el ex entrenador no fue el insulto lo que le molestó sino que Anelka lo tuteara: “Eso rompía una barrera, la de las funciones, las edades, la jerarquía… Anelka había roto el grupo”.
Es entonces cuando Domenech se da cuenta que se había equivocado, reconoce que debería haber dimitido antes, pero le cegaba el sueño roto de aquella final perdida. Pero la verdadera humillación aún está por llegar. Los jugadores, encabezados por el capitán Evra, se niegan a entrenar como protesta por la expulsión de Anelka de la concentración. Cuando el ex seleccionador se entera estalla en la recepción del hotel: “Me voy. Yo no tengo nada que hacer con esta banda de idiotas”. Pero la pesadilla no había terminado; la FFF le obliga a leer el comunicado de la vergüenza ante la prensa. Domenech critica a los dirigentes que no dan la cara y dice ser el chivo expiatorio perfecto de la trama. Su calvario ya había terminado.
El comunicado que leyó ante la prensa estaba escrito por los jugadores y significó el final de Domenech al frente de la selección, pero el galo murió matando: “Lo primero que pensé al leer el comunicado fue que los jugadores eran incapaces de escribir ese texto ellos solos, con un tono tan frío y recurriendo a términos que la mayor parte de ellos no comprendían”.
Sobre este torneo, Raymond critica con fuerza el papel de Ribéry, al que quería como un líder en el vestuario. Pero lo cierto es que la elección de Gourcuff como eje del ataque hirió al jugador del Bayern Munich. “Pudría el grupo con sus comportamientos de diva quisquillosa, vi en sus ojos el odio, el desprecio y los celos”. Tampoco se salva de la quema Henry, del que opina que no se merecía la convocatoria: “Jugó un partido entero en todo el año, no debería haber venido. Tenía todo el tiempo rostro serio, no se divertía”.
Recientemente, en unas declaraciones a la TF1, Domenech desmintió que Tout seul fuese un ajuste de cuentas con algunos jugadores y volvió a criticar a la generación de futbolistas que gana mucho dinero sin tener la madurez para administrarlo: “No son lo suficientemente maduros para asumir esa situación”. Hay que decir que él alcanzó el máximo salario de su carrera en su última temporada en el Girondins de Burdeos. Aún es pronto para ver reacciones, pero no tardarán en llegar.
* Marc Pons es periodista.
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– Fotos: Libero – PacificCoastNews.com
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