1.- Se presentaba una final apasionante en St. Jakob Park, y no decepcionó en absoluto. Un club históricamente grande en Europa frente a otro que lleva diez años reinando. Basilea se vestía de gala para recibirlos, y la Europa League se debatía entre el cálido sur que ya se ha convertido en su hogar y la fría esencia de la ciudad de los Beatles.
2.- El Liverpool venía de un profundo proceso de renovación futbolística, y sobre todo mental, que ha revitalizado a un equipo que parecía muerto para competir a máximo nivel. Estos ocho meses de Jurgen Kloop son un canto a la esperanza de una vieja gloria a la que nunca hay que dar por muerta. Los aires renovados de un loco alemán que ha convencido a una plantilla de que pueden hacerlo. El gran problema del Liverpool de Kloop es que confiaron toda la temporada a la Europa League como base del proyecto deportivo y les ha salido rana. La Champions era el faro de un nuevo Liverpool, pero tendrán que esperar.
3.- Al Sevilla le precedían un puñado de malos partidos en la competición doméstica. No ha sido el año de los de Emery en el campeonato de la regularidad. Sin un once definido (no ha repetido nunca alineación), y sin síntomas de ser un equipo dominante. Con esas premisas lo más lógico es caer presa del pesimismo. Pero este es un equipo de eliminatorias. Compiten, siempre compiten. Y esta copa parece tan suya que hay que hacer mucho, muchísimo, para quitársela.
4.- Kloop planteó un equipo ultraofensivo, con dos mediocentros y cuatro atacantes, dos laterales profundos, buscando verticalidad y agitación, un ritmo Premier que ahogase al Sevilla. Emery, por su parte, optó por el doble lateral, N’Zonzi y Krychowiak en el doble pivote, con Banega siendo el vértice del triángulo, Coke y Vitolo en los costados y Gameiro en punta.
5.- Los primeros minutos sonrieron a los de la capital andaluza. Pasados los formalismos, el Sevilla fue a buscar al Liverpool arriba. El equipo inglés tenía muchísimas dificultades para superar la presión. Su talento está en tres cuartos de campo y Emery lo sabía. A los mandos de Banega, que volvió a hacer suyo el dominio del juego, el Sevilla se metía en campo rival sin dificultades y proyectaba cierta superioridad. Sin embargo, empezó a recular. Permitió al Liverpool empezar a crear desde más arriba, lo primero que no quería Unai Emery. Y ahí, en esas zonas, la calidad de los red empezó a ser determinante. Las llegadas laterales, la presión muy arriba, el escenario soñado de Kloop. El baño era importante, y el Sevilla necesitaba el descanso. La obra de arte de Sturridge puso colofón a una primera mitad que olía a campeón inglés. Pero ese escaso 1-0 era la gran hazaña del Sevilla, y el punto de partida de un club que tiene grabado a fuego, dentro de su particular evangelio, un lema inquebrantable: “Dicen que nunca se rinde”.
6.- La segunda mitad fue, simplemente, los 45 minutos de más dominio que servidor ha visto en una final de esta competición. Al Liverpool no le había dado tiempo a salir del vestuario cuando Mariano ya había perforado la banda y servido en bandeja a Gameiro el empate. A partir de ahí, solo existió un equipo. El Liverpool concentraba a todos en posiciones centrales, buscando superioridad, y el Sevilla ensanchaba el campo con dos laterales pegados a la cal. Ahí estaba la victoria y así lo entendió Emery, que bombardeó a Alberto Moreno. Sorpresivamente, ni Coke ni Vitolo ocupaban posiciones de cal, sino que ejercían su influencia por dentro. Vitolo en una afianzada asociación con Ever Banega, que volvió a reducir el ritmo y a inutilizar cualquier aspiración de superioridad central del Liverpool. Y Coke como segundo hombre más adelantado. Lo de Coke no es fácil analizarlo desde lo táctico. Lo correcto es hablar de emociones. Era la grada en el césped, sin más.
y 7.- El Sevilla puso punto y final a la Europa League con una victoria contundente, de grande de Europa. Era imposible vislumbrar ese escenario al descanso, salvo para quienes sienten que esa competición les pertenece. Y Emery supo entenderlo y, lo que es más importante, transmitirlo.
* Alejandro Sierra.
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