Hay algo tenebroso en eso de ser anfitrión y el Unicaja lo solventó como pudo. Se puso por delante con gesto de enfant terrible como queriendo enseñar todo lo que tenía, incluidos unos rizos rubios nunca vistos, y desperezó los fantasmas del pasado para ejercer de arrendador amable: pasen y ganen, que para eso es mi casa. Entre su gente, alguna lágrima incapaz de contenerse en la orilla del ojo, donde tantos orgullos se han depositado y tantos sueños se empotraron. El deporte permite que las emociones se desborden en todas direcciones. Seguramente porque lo hacen otros que se sienten como nuestros. En la victoria y en la derrota solo queda la impotencia.
La Copa arrancó por la mañana entre el Centro de Arte Contemporáneo y Muelle Uno, donde como sucede en las inauguraciones de eventos en España se citaron organizadores con políticos y viceversa. El resultado fue, también como siempre, ese estupendo masajeo de mensajes huecos al que nadie atiende. Pronto veremos a Rajoy inaugurando torneos o gimnasios, allí les puedo asegurar que sería un éxito para no contar nada, porque la única garantía es salir con el tiempo perdido. Pero sacamos algo en claro: la Fan Zone es una excepcional oportunidad para el aficionado… con la salvedad de estar a ocho kilómetros del pabellón donde se juegan los partidos.
Málaga, ciudad genial, rezaba un eslogan hace tiempo. Málaga, la del alcalde que se ducha con once litros o la que inaugura museos de gemas sin piedras y casi sin puertas, ha recibido la Copa al natural, o sea, con sus asuntos del metro por resolver y sus aceras bien levantadas. Esto, claro, es una gran noticia para quien se encariña rápidamente: o se pudre usted entre el polvo o la acaba adorando, no puede haber término medio cuando alguien se muestra con toda la ropa: la puesta, la rota y la del escaparate.
Con todo, el Carpena se llenó. Va de suyo que no con gente de la ciudad, ahora desapasionados, sino con los de las islas, Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia y, sobre todo, Vitoria, los más ruidosos a pesar de no jugar. La afición del Baskonia tiene mucho de madre, lo cuida siempre y hace lo que sea por él, hasta animar con la única pulsión de la adrenalina expulsada en cada grito. El resultado fue espectacular: un prisma mágico en el que medir lo absurdo del ser humano cuando grita a lo que no está, como el alarido que va del sofá al televisor o el insulto que viaja de coche a coche en la autovía.
Se extrañarán de que después de 370 palabras no haya aparecido el primer partido, pero el Granca duró lo que la presentación. El diesel del Madrid está por encima del sprint de cualquiera y ni la mejor valoración a los 21 años desde Pau Gasol (la de Tavares) pudo arañar una piel que no esquiva responsabilidades. Ni debuts, ni viajes, ni sol ni excusas. El favorito no aceptó ni el baile. En un rato más, empieza la MiniCopa y arrancan las primeras secuelas.
* Fran Alameda es periodista.
– Foto: ACB Media
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