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La película de David Fincher El club de la lucha siempre me ha hecho reflexionar, y de ahí, enfadarme con la sociedad que me rodea. Puede que sea por esas aspiraciones rebeldes que todos tenemos dentro y que están más o menos encerradas en la cárcel de nuestra mente dependiendo de las motivaciones y posibilidades de cada uno. No es la filosofía de lo absurdo de Camus, pero se acerca si no estéticamente, sí en las ideas expuestas. El libro de Chuck Palahniuk difiere en varios puntos clave de lo mostrado en el largometraje. El protagonista, anónimo en la novela y llamado Jack en la película, no conoce a Tyler en un avión, ni se asombra por tener maletines idénticos, sino que se sorprende con la creación que el mismo Tyler realiza de la sombra de una mano gigante proyectada por unos troncos colocados de manera estratégica, y ahí comienza la conversación entre ellos. Y el final no es en absoluto tan apocalíptico como lo visto en los cines, sino más reflexivo y, siguiendo el hilo del libro, pesimista.
En esencia, el resto de las hojas escritas por el estadounidense coinciden con los fotogramas de Fincher. Como, por ejemplo, la escena en la que (llamémoslo Jack), afectado por su insomnio, decide “destruir algo hermoso”, eligiendo para la ocasión a un novato miembro del Club con cara de ángel. Fincher fue más allá y le dio un motivo mayor que un simple desahogo personal. En la película, Jack era el favorito de Tyler, más que eso, era su mejor amigo, y de repente se había sentido apartado, ninguneado al no haber sido incluido en la planificación del Proyecto Mayhem, y quería recuperar el lugar que le correspondía, a la derecha de Durden.
Dándole vueltas a la nueva realidad del Real Madrid, tan prometedora como intrigante, me he preguntado si no es algo similar lo descrito anteriormente con la situación actual de Di María, cambiando ciertos matices, claro. El Fideo era algo hermoso, muy hermoso (no por belleza física), que después de tres años de un rendimiento casi continuo de notable se ha metido en el bolsillo a la afición madridista. Pero digámoslo claro, un jugador como Di María no es nadie dentro del Madrid. Entendamos nadie como alguien que no tiene el estatus de galáctico. En el Madrid están los galácticos y los demás. Di María no vende camisetas, al menos no muchas, no es glamuroso y puede que no sea rentable en la gran empresa de Florentino. Así que el presidente decidió fichar a Bale e indirectamente “destruir algo hermoso”. Ese algo hermoso, es el chico con cara de Ángel.
El argentino ya no va a volver (espero equivocarme, es una idea muy debatible) a ser importante en el Real Madrid desde ahora hasta que abandone el Bernabéu, lo que podría suceder más pronto que tarde. Di María ha perdido su plaza fija en la banda derecha del equipo y para recuperarla tendría que doblegar a Bale, y eso es harto difícil, no sólo por motivos deportivos. Di María podrá participar asiduamente en el equipo, pero si no lo hace de extremo derecho, ya no va a ser hermoso, como tampoco lo fue nunca más el chico con cara de ángel. En Argentina ha jugado varias veces de interior, cerca del mediocentro para crear juego y trabajar en la recuperación y en la salida desde atrás. Capacidades para funcionar en esa faceta tiene, seguro, pero no será lo mismo. El Fideo es velocidad, regate, desborde, quiebro, asistencia y gol. Por eso, que no se siente cómodo de interior es una evidencia y no hay que irse mucho más lejos del partido de Vallecas para darse cuenta de ello. Además, Ancelotti confía más en Khedira y Modric para esas posiciones, e incluso por delante tendría a Isco.
Las posibilidades que tiene Di María para ser relevante a partir de ahora en el Real Madrid se reducen a momentos puntuales en partidos cerrados en los que pueda saltar desde el banquillo y ser el revulsivo, o cuajar actuaciones memorables en una posición, la de interior, que no es la suya. Özil fue sacado del proyecto Madrid para que pudiera entrar en él Gareth Bale. A priori, el alemán era el único perjudicado directamente por el fichaje del galés por tener que salir apresuradamente hacia el Arsenal, pero no es el único, ni mucho menos. De hecho, es probable que Özil, estrella indiscutible gunner, salga más beneficiado que el Fideo, que va a tener complicado incluso participar asiduamente en el equipo blanco. Resulta paradójico que después de esa pelea entre Jack y el chico con la cara de ángel, la siguiente escena sea la del despeñamiento del coche en el que están Tyler y el mismo Jack.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Real Madrid
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