Derrick Rose: la estrella con las rodillas de cristal

por el 10 diciembre, 2013 • 19:58

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Jugador franquicia de los Chicago Bulls que lo eligieron como número 1 del draft del año 2008. En sus 191 cm están puestas muchas de las esperanzas de los habitantes de la ciudad del viento para rememorar aquellas noches inolvidables en las que Michael Jordan conseguía anillos de campeón de la NBA.

Unas temporadas impresionantes tanto en números como en juego vaticinaban un futuro prometedor para el rookie del año en 2009, All Star en tres ocasiones y MVP en 2011 (el más joven desde Wes Unseld en 1969). Los Bulls le ampliaron el contrato por el máximo: casi 73 millones de euros por cinco temporadas. Y además firmó un contrato mutimillonario con Adidas. Tenía todo a su favor para codearse con Lebron James.

Sin embargo, un contratiempo truncó la progresión de esta estrella formada en la Universidad de Memphis. En el primer partido de los playoffs del 2012, contra Philadelphia, notó un chasquido en la rodilla en una penetración y los signos de dolor fueron evidentes. No pudo seguir. Fue sacado de la pista casi en volandas por parte de dos fornidos compañeros. En los días sucesivos, los peores presagios se confirmaron: rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) de su rodilla izquierda. Fue tal el golpe para sus compañeros que, a pesar de haber sido líderes de su conferencia y enfrentarse con el último clasificado, perdieron la serie por 4-2.

¿QUÉ SUPONE UNA LESIÓN ASÍ PARA UN JUGADOR DE BALONCESTO?

Las rupturas del LCA pueden deberse a lesiones por algún o ningún contacto. Un golpe en un lado de la rodilla, como puede ocurrir en una entrada en el fútbol, puede ocasionar la ruptura. Hacer una parada rápida, en combinación con un cambio de dirección al estar corriendo y con el pie fijo en el suelo y girando la rodilla, aterrizando de un salto o extendiendo demasiado la articulación de la rodilla también puede causarla. Las lesiones del cruzado anterior frecuentemente ocurren con otras lesiones. El ejemplo clásico es cuando este se desgarra al mismo tiempo que el ligamento lateral interno y que el menisco interno (uno de los cartílagos amortiguadores de la rodilla). Este tipo de lesión es más frecuente en los futbolistas y en los esquiadores. Se denomina triada. Las mujeres tienen más probabilidades de sufrir una ruptura del cruzado anterior que los hombres, pero la causa de esta situación aún no se entiende completamente, aunque puede deberse a diferencias en la anatomía y funcionamiento muscular. Los adultos generalmente se rompen su LCA en la parte media del ligamento o el ligamento se arranca literalmente del fémur. Estas lesiones no sanan por sí solas.

Lo normal en un jugador profesional es sustituir ese ligamento dañado no reparable de forma autónoma por un injerto tomado del tercio medio del tendón rotuliano de esa misma rodilla. Esa técnica se llama HTH (hueso-tendón-hueso). Dicho injerto, una vez medido y preparado, es fijado a la tibia y a la parte externa del fémur mediante tornillos de material reabsorbible.

El tiempo de recuperación de una lesión del ligamento cruzado anterior son seis meses. Sin embargo, Derrick Rose estuvo más de un año sin pisar las canchas en partido oficial, de hecho, en la temporada 2012-2013 no jugó. El jugador no quiso arriesgar y no entendemos qué pudo haber pasado en su cirugía o durante la recuperación, porque los plazos para volver fueron sobrepasados en exceso. Falta de confianza, derrames articulares, exceso de presión mental del equipo, patrocinadores y/o aficionados, pudieron ser la clave para que el jugador no fuera cumpliendo los plazos para volver en tiempo y forma. El jugador aprovechó esa inactividad para mejorar muchas facetas de su juego. Mejoró mucho la potencia de salto, cambió su mecánica de tiro y trabajó los brazos y el abdomen, convirtiéndose en un jugador capaz de tener más autoridad física en los duelos individuales con jugadores más altos y pesados.

Grandes esperanzas para los aficionados de la NBA en general y de Chicago en particular cuando se anunciaba a bombo y platillo su vuelta. Pero poco ha durado la alegría. En el undécimo partido de la temporada, en la visita de Chicago a Portland, Rose se lesionó la rodilla derecha mientras luchaba por un balón con el alero francés Nicolas Batum, de los Trail Blazers, a falta de 3:20 minutos para concluir el tercer periodo. El base titular de los Bulls sufrió una torcedura que le impidió seguir en el campo, y aunque se sentó en el banquillo y trató de recuperarse, al final tuvo que ser ayudado por personal del equipo mientras se dirigía a los vestuarios. En esta ocasión era la rodilla derecha, pero la imagen de Rose saliendo del pabellón sin apoyar la rodilla y usando dos muletas no fue nada esperanzadora. Tras la resonancia, en esta ocasión el menisco externo fue el culpable. Una rotura parcial era la responsable de la clínica del jugador.

El menisco externo tiene forma de C, pero más cerrada y estrecha que el interno. Cuando se produce una lesión, se suele extirpar la zona dañada en el caso que no se pueda suturar. Con Rose se decidió la sutura, que es un tratamiento más conservador, ya que deja intacto el menisco y alarga la vida de la rodilla del jugador, en lugar de extirpar ese pequeño fragmento, un procedimiento que provoca una recuperación más precoz, pero con consecuencias más inciertas para la rodilla a largo plazo. La sutura precisa de mayor tiempo de recuperación al necesitar un período de no apoyo de la extremidad operada de alrededor de seis semanas, más un período de rehabilitación más calmado y cuidadoso. De hecho, no se cuenta con el jugador para lo que resta de temporada (aunqué él mismo ha dicho que no descarta su presencia en los playoffs, que comienzan  en abril). No se quiere correr riesgos, pero quizás sea demasiado tiempo sin competir, no para las rodillas de Rose, sino para su cerebro.

* Antonio Ríos Luna es traumatólogo, maratoniano y autor del libro «Del sillón a la maratón».

– Foto: Charles Rex Arbogast (AP)




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