"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
La última oportunidad de levantar un trofeo en el circuito masculino de 2015 –a excepción de la Copa Davis– se encuentra bajo el 02 Arena de Londres, lugar donde se lleva disputando la Copa de Maestros desde 2009 y donde se seguirá hasta, al menos, el año 2018. Una buena noticia para el mundo del tenis siempre y cuando el aficionado pueda disfrutar de encuentros competidos y la emoción que da la incógnita de no saber quién va a ganar un partido. Parecen requisitos obvios, pero estas sensaciones tan unidas al deporte llevan ausentes en nuestro calendario desde que empezase a caminar el mes de enero. El grupo de los ocho mejores del mundo se ha convertido en el grupo de Novak Djokovic y siete más, un líder convertido en una apisonadora que avanza imparable hasta su objetivo más ambicioso: convertirse en el mejor jugador de la historia.
Superior. No pierde un partido bajo techo desde la primera ronda del Masters 1000 de París-Bercy de la temporada 2012. Desde aquel sonoro tropiezo ante Sam Querrey, el serbio ha encadenado 38 victorias en territorio indoor, levantando seis títulos por el camino. Su habitual dominio en el vestuario masculino ha alcanzado su máxima expresión este curso. Novak Djokovic juega ya de manera automática sobre la pista, haciendo fácil lo difícil y real lo imposible. Catorce finales en quince torneos es su bagaje actual, aunque lo verdaderamente asombroso son sus 27 victorias ante el top-10 este curso, números que reflejan que si el de Belgrado lleva ya más de 170 semanas como número uno del mundo no es porque nadie se lo haya regalado, sino porque se lo lleva ganando él solito domingo tras domingo. Solo un milagro impediría al pupilo de Boris Becker proclamarse maestro por quinta vez en su carrera. ¿Se atreverá alguien a parar este huracán?
Límites. Una temporada fantástica que no se ha valorado lo suficiente. El británico prometió volver a su mejor nivel y, a una semana de cerrar el chiringuito, podemos decir que lo ha conseguido. Por supuesto, siempre dentro de sus limitaciones, en especial, una llamada Novak Djokovic. El balcánico le privó de salir campeón en Australia, Miami y París, tres citas que hubieran situado al escocés mucho más alto de donde ahora se encuentra. Posiblemente estemos ante uno de los grandes jugadores de la historia que, debido a la dureza de la época, nunca pueda pisar la azotea del ránking ATP, aunque eso no le roba fuerzas para estar año tras año peleando por todo. En este 2015 ya marca su récord personal de victorias en una temporada y buscará dar el golpe jugando en casa en un torneo en el que nunca alcanzó la final. Eso sí, en caso de que haya turbulencias, la Copa Davis podría obligarlo a darse de baja por fuerza mayor. De hecho, hasta este mismo jueves, el oriundo de Dunblane ha estado entrenando en arcilla pensando en su cita ante Bélgica. Preferencias, nada más.
Récord. El abuelo de los 34 años sigue dando guerra. Por decimocuarto noviembre consecutivo, Roger Federer estará presente en la cita que reúne a los ocho mejores jugadores del año. El suizo no se pierde la velada desde que debutara en la temporada 2002, con lo que marca un nuevo hito superando las trece participaciones de Andre Agassi. Hexacampeón del torneo y uno de los grandes especialistas en indoor, el helvético se siente como pez en el agua con un techo sobre su pecera, pese a haber perdido su hegemonía en el terreno tras la irrupción total de Djokovic. En su zurrón cuenta con la experiencia y el mayor talento que el tenis nos ha regalado, aunque la suerte no ha estado de su parte en el sorteo. Un avance hasta semifinales le daría al más veterano del grupo las armas suficientes para partir con las mismas posibilidades de triunfo que el resto, siempre y cuando no acumule demasiados minutos en las piernas.
Peligro. La irregularidad volvió a ser la compañera habitual en el viaje de Wawrinka, una dulce compañera que le trajo al de Lausana el día más feliz de su vida tras conquistar Roland Garros. Llegando a tomar picos muy altos en su tenis, Stan sufrió, en numerosas ocasiones a lo largo del año, bajones de rendimiento que le hicieron perder fuelle con el resto de sus rivales, pese a que su moral en finales sigue intacta cuando toca dar el do de pecho (no deja escapar un título desde el año 2013). Su recorrido en el O2 Arena es corto, pero fructífero: ha pisado las semifinales en sus dos participaciones previas. Esta vez no llega con números tan inflados ante el top-10, pero quien conoce a Wawrinka sabe que tiene todo para tumbar a quien se ponga por delante, incluido al número uno del mundo. Curiosamente tiene perdido el cara a cara ante todos los miembros de su grupo, algo que añadirá motivación a su ejercicio a partir de la próxima semana.
Oportunidad. Después de firmar la peor temporada de su carrera –palabras salidas de la boca de su entrenador–, Rafa Nadal ya no compite con el único objetivo de levantar trofeos, aunque haya sido su máxima rutina desde hace una década. Ningún Grand Slam ni Masters 1000 vio esta temporada al de Manacor morder su cetro, atrapado en una espiral de autoexigencia que acabó pasando factura ante los menos habituales. Ahora, y sobre todo tras el US Open, el balear ya transmite otras sensaciones dentro y fuera de las pistas de tenis. Ha aprendido a disfrutar, ha vuelto a competir y la derrota ya no supone un paso atrás. Es como volver a empezar, solo que con casi setenta coronas en su registro. Aquí en Londres las cosas nunca le sonrieron: la Copa de Maestros el galardón más importante del circuito que le falta por capturar. Nada que perder y mucho que ganar para un Nadal que ya trabaja a fuego lento para recuperar su mejor versión de cara a 2016. Quizá en Londres podamos ver un adelanto.
Tapado. Nunca gana el sorteo pero siempre entra en las quinielas. Tomas Berdych volverá a ser, una vez más, el tapado de estas Finales ATP. El checo no se baja del carro desde que se subiera por primer vez en 2010, un recorrido que refleja la regularidad y constancia que ha tenido su tenis pese a encontrar en una jungla donde cuatro leones han devorado el 95 % del género. En mayo llegó a colocarse como número cuatro del mundo, superando su mejor ránking individual, un hecho que le hizo desinflarse y perder protagonismo hasta en los torneos de segunda línea. Pero como era de esperar, el indoor volvió para rescatarlo de la mediocridad y poder sumar sus primeros títulos del año, cerrando en París con una meritoria derrota ante el número uno por un doble 7-6. Las condiciones le vienen al pelo, aunque sus números ante el top-10 son un tanto sonrojantes. Esto, sumado a que ha quedado emparejado en el mismo saco que Djokovic y Federer, puede que no le de muchas esperanzas, aunque un susto ante cualquiera de los dos puede poner el grupo A más vibrante de lo esperado.
Recompensa. Dicen que el trabajo y el esfuerzo siempre tienen un premio esperando al otro lado de la puerta. David Ferrer es el mejor ejemplo de ello. Luchando ante gigantes desde hace más de diez años, el de Jávea sigue buscando y encontrando un hueco en la élite. De ahí que hayamos visto prácticamente una resurrección tras un 2014 donde muchos le metieron en la caja y le apartaron de los focos. Ahora, con nuevo entrenador y nuevas ilusiones, Ferru es el tercer tenista con más títulos de la temporada: ha ganado las cinco finales que ha pisado. Determinación de acero para un hombre que con 33 años ha sabido reinventar su repertorio y volver a mirar a los ojos a los máximos gobernantes del circuito. Solamente el llegar aquí ya es una recompensa para él, pero que nadie venda su derrota antes de tiempo porque raro será verle regalar un solo punto.
Incógnita. Nadie sabe lo que podemos esperar de Kei Nishikori después de estudiar detenidamente su temporada. Tras un 2014 de vicio (final en Madrid y Nueva York), todo el mundo soñaba con que el japonés diera un paso hacia delante en su carrera. Pues todo lo contrario. El de Shimane no ha sido capaz ni siquiera de igualar lo acontecido el curso pasado, incluso ha vuelto a caer en una alarmante dinámica de lesiones que le han impedido dar la cara en algunas de las grandes plazas. Inmerso dentro del top-10 por su escandaloso talento, Kei sigue sin escalar hasta la cumbre lastrado por sus continuas visitas a la enfermería y a su poca entereza cuando la cita le exige una marcha más. En Londres defiende unas semifinales muy dignas de su primera participación. Veremos si es capaz, al menos, de competir en un grupo en el que ninguno de sus miembros querrá dar su brazo a torcer ante el más joven e inexperto de los ocho maestros.
* Fernando Murciego es periodista.
– Montaje: Fernando Murciego
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal