El mundo del rugby quedó conmocionado el pasado sábado cuando un ensayo en tiempo añadido del ala Karne Hesketh dio la segunda victoria en un mundial de la selección japonesa, la primera desde 1991, lo que no sería tan significativo si no fuera porque el rival eran los magníficos Springboks de Sudáfrica, bicampeones mundiales y terceros del ranking mundial antes de este partido. Con la victoria, los japoneses han pasado del puesto decimotercero al undécimo. Pero ¿cuál ha sido la repercusión en Japón? ¿Es consciente el país de la gesta de los Cherry Blossoms? La repercusión ha sido tardía y menor de lo que los aficionados que siguen la competición en Inglaterra podrían imaginar.
En primer lugar, la diferencia horaria retrasó el impacto de la noticia y no fue hasta el lunes cuando los periódicos deportivos se hicieron eco del partido en sus portadas, mientras que durante el domingo la prensa generalista (Yomiuri, Asahi, Mainichi o Japan Times) se limitó a informar usando básicamente una nota de agencia.
Por otro lado, el rugby es un deporte minoritario en Japón que cuenta además con un handicap especialmente importante en un país donde en la primera década del siglo XXI un 58 % de los ciudadanos se manifestaba nacionalista o muy nacionalista*: la gran presencia de jugadores extranjeros nacionalizados en su escuadra, empezando por el capitán Michael Litch, de origen neozelandés.
Desplazados a Inglaterra hay hasta once jugadores nacionalizados, más de un tercio de los convocados, y de ellos, seis fueron titulares el sábado. No obstante, el orgullo patriota quedó satisfecho gracias a la actuación de dos jugadores no nacionalizados: el zaguero Ayumu Goromaru, que fue el máximo anotador del partido con 24 puntos, y el primer japonés en el Super Rugby, Tanaka Fumiaki, nombrado Man of the Match. De todos modos, los jugadores nacionalizados suelen tener vínculos con Japón más allá de los deportivos. Michael Litch, por ejemplo, juega en Japón desde sus años de bachillerato (en Japón es de los 15 a los 18 años). Y el seleccionador, Eddie Jones, es de madre japonesa.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta en los primeros momentos después de la sonada victoria es que las expectativas eran mínimas. Incluso los aficionados que se dieron cita para ver el partido en una pantalla gigante en el estadio Escopa de Saitama, que será sede de la Copa del Mundo de 2019, fueron pillados completamente desprevenidos. Cabe destacar, sin embargo, que esta victoria es una gran noticia de cara a popularizar el rugby en Japón antes de que llegue la Copa del Mundo.
Respecto a la prensa deportiva, como hemos mencionado, fue el lunes cuando dedicaron sus portadas unánimemente a la gesta japonesa. «El milagro de Eddie» (Sponichi), «Acontecimiento histórico» (Sanspo), «Daikimboshi** de Japón» (Nikkan Sports) son los titulares con los que amaneció el país. Comparaban la gesta con el éxito de las Nadeshiko, la selección femenina de fútbol que ganó el mundial en 2011, o la de fútbol masculino que ganó a Brasil en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, en un partido que los japoneses llaman ahora el milagro de Miami. Japón había participado en los siete mundiales de rugby celebrados hasta la fecha con un balance desolador: una victoria contra Zimbabue en 1991, 2 empates y 24 derrotas.
Algunos de los analistas más osados hablaron entre el domingo y el lunes de la posibilidad de que, especialmente el subcapitán del equipo, Ayumu Goromaru, se convierta en una estrella mediática a la altura de Keisuke Honda (jugador del AC Milan) o los muchos beisbolistas japoneses que triunfan o han triunfado en EE. UU., como por ejemplo Ichiro Suzuki. De hecho, su comentario después del triunfo «(esta victoria) era inevitable. En el rugby no hay milagros» ocupó los titulares de los medios nipones.
Su cuenta de Twitter (@Goro_15) ya es una de las más populares y su primer comentario pospartido fue retuiteado por 64.000 usuarios en pocas horas: «(para mí ha sido) El primer partido en el mundial. Ha pasado el mejor momento». A continuación, el jugador abordó el espinoso tema nacionalista, con un tuit que describe perfectamente la situación del rugby en el país: «Ahora que se hace caso al rugby, el foco atención está sobre los jugadores extranjeros del equipo. Son compañeros geniales que han elegido luchar por Japón antes que representar a sus países de origen. La nacionalidad puede ser distinta, pero cargan con el peso de Japón a sus espaldas. Esto es rugby». Mensaje que ha sido retuiteado, hasta ahora, 11.000 veces.
Teniendo en cuenta el posible tirón del jugador y de la futura celebración en Japón del Mundial de Rugby en 2019, los más optimistas no descartan, incluso, que pudiera aparecer un manga deportivo dedicado a este deporte, hasta ahora bastante desconocido.
Merece mención especial también el caso del seleccionador de nacionalidad australiana Eddie Jones, pero de madre japonesa que emigró a EE. UU. Cuando llegó al equipo se propuso cambiar su forma de jugar y estableció lo que llamó El camino japonés (Japan Way), una estrategia diseñada precisamente para que un equipo pequeño pudiera ganar a uno grande, y que recuerda al milagro económico japonés de los años 70, que sirvió para levantar el país después de la Segunda Guerra Mundial hasta colocarlo como la segunda potencia económica del mundo a pesar de su falta de recursos y territorio.
Sin embargo, los más escépticos estaban a la espera de, sobre todo, las posibles reacciones institucionales, y esperaban a ver si el primer ministro Shinzo Abe se pronunciaba sobre la gesta sabatina, al tiempo que sospechan que el tiempo borrará el recuerdo de esta victoria, más aún si Japón regresa a la senda de la derrota contra Escocia en su próximo partido del grupo B, y después contra Samoa y Estados Unidos. Lo segundo ya se verá, pero de momento el primer ministro ya ha hablado en Facebook: «Estoy impresionado por la victoria del equipo japonés, que ha luchado por ella hasta el final sin renunciar en ningún momento». Si el mensaje es adecuado, tibio o insuficiente, no los sabemos.
* Amadeu Branera & Takeshi Taniguchi.
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* Sugimoto Y. 2012. An Introduction to Japanese Society. Cambridge University Press.
** Daikimboshi es un término propio del sumo que sirve para hablar de una gran victoria que un luchador menor consigue sobre un Gran Campeón o yokozuna.
– Fotos: Getty Images
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