En el rugby –como en cualquier otro deporte– lo repetido aburre y la novedad llama poderosamente la atención. A partir de esta premisa podemos comprender el deseo indisimulado, en muchos casos, que genera una posible derrota neozelandesa.
Se multiplica la búsqueda de debilidades del equipo de Steve Hansen: inferioridad en el scrum ante la pujanza australiana o argentina, menor intensidad en los puntos de encuentro que sus rivales del hemisferio sur, escasez de fuerzas de su veterana 3ª línea frente a la juventud australiana o ante los mastodónticos sudafricanos… Todas las dudas centradas sobre una parte de su delantera, unas dudas y argumentos basadas en partidos y momentos puntuales que convendría poner en cuarentena.
En estas críticas se obvian las menciones a Dane Coles en el juego abierto, se ignora el nivel de juego de Brodie Retallick y Sam Whitelock o no se le da relevancia alguna al caudal ofensivo y las alternativas que proporciona Kieran Read a sus backs. Se transmite la sensación de que Nueva Zelanda sale permanentemente derrotada en las formaciones fijas y en los puntos de contacto. Pero las estadísticas no lo justifican:
Los All Blacks han ganado, hasta ahora, un lineout menos que Australia (51-50) y también han robado un lineout menos que los Wallabies (7-6); en cuanto a los balones recuperados en el breakdown: 29-27 a favor de los de Cheika. La igualdad es máxima en los supuestos puntos débiles de los neozelandeses respecto a la supuesta superioridad australiana.
Algunos datos defensivos:
Nueva Zelanda tuvo a Argentina, Tonga, Georgia y Namibia como rivales de grupo; Australia se enfrentó a Fiyi, Uruguay, Gales e Inglaterra. Indudablemente los rivales del equipo de Cheika son de mayor entidad y resulta conveniente realizar la contextualización de las estadísticas.
En el mes de agosto hubo dos enfrentamientos directos entre Australia y Nueva Zelanda: 27-19 a favor de los australianos el 8 de agosto. 41-13 a favor de los neozelandeses el 15 de agosto. 60 puntos (7 ensayos) para los All Blacks, 40 puntos (4 ensayos) para los Wallabies. La supuesta superioridad defensiva australiana no tiene muchos argumentos que la sostenga (recordemos que son los dos mejores equipos del mundo actualmente). Parece que a nivel periodístico tiene mucho más valor la derrota de los All Blacks.
Ya hemos hablado con anterioridad de lo peculiar del organigrama neozelandés; salvo Dane Coles, ninguno de los 7 forwards restantes ha estado a un nivel destacado durante la temporada de Super Rugby. En cualquier otro equipo habrían comenzado a aparecer nombres de sustitutos y/o dudas sobre el posible rendimiento de los jugadores en el Mundial. Se encendieron las alarmas mediáticas tras la derrota ante Australia (que implicó no revalidar el título del Rugby Championship) y se apagaron una semana después con la victoria que les permitió alzarse con la Bledisloe Cup.
Para que la comparación tuviese cierto sentido solo hemos mostrado datos defensivos de ambos equipos. Los registros en ataque de los All Blacks no tienen contrapunto por parte australiana.
Nueva Zelanda sigue siendo el gran favorito para ganar el mundial (el plan de trabajo y el modelo no variarán, tanto si lo ganan como si no) pese al excelente nivel demostrado por Australia o Argentina hasta ahora. Respecto a Sudáfrica, Gales e Irlanda, flotan algunas dudas sobre su nivel real (ya que no lo han mostrado con nitidez en la fase clasificatoria). Escocia y Francia lucen el cartel de víctimas propiciatorias en lo que se supone una marcha militar de los equipos del hemisferio sur.
Al final, todos miran hacia el helecho.
* Javier Señaris es analista de rugby.
– Foto: All Blacks (camisetas de 1924 y 1945-46)
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