Quedan cuatro partidos para el final del Mundial 2015 y todos los equipos semifinalistas tienen motivos para sentirse satisfechos por el rendimiento mostrado y por lo que les pueda deparar el futuro.
El equipo de Heyneke Meyer es, de los cuatro semifinalistas, el que menos recursos tiene para complicar a sus rivales sobre el campo; serias limitaciones a la hora de elaborar juego, falta de recursos para explotar las virtudes de sus backs en el juego abierto (factor diferencial en el rugby actual), rival perfectamente previsible para el equipo contrario… En resumen, todo lo que ya sabíamos sobre los Springboks con anterioridad se ha visto reforzado durante el Torneo.
Pero decíamos que hay motivos para el optimismo: en el peor de los casos terminarán cuartos el Mundial y habiendo cumplido con lo que se esperaba de ellos alcanzando las semifinales. Las cábalas situaban a Sudáfrica en el escenario de disputar el pase a la final a los All Blacks y ahí se encontrarán.
Hay un relevo generacional patente en el equipo: Frans Malherbe(24), Eben Etzebeth (23), Lood de Jager (22), Handre Pollard (21), Damian de Allende (23), Jesse Kriel (21). Seis jugadores menores de 25 años titulares en las en el penúltimo partido de un Mundial; si añadimos al lesionado Marcell Coetzee ya tenemos a la mitad del equipo titular por debajo de esa franja de edad.
El final del Mundial nos hace suponer los últimos partidos con los Springboks de Bismarck y Jannie du Plessis, Victor Matfield, Fourie du Preez, Schalk Burger, Ruan Pienaar, Bryan Habana… Heyneke Meyer se despedirá de la generación del Mundial de 2007 y tendrá que adaptar su estilo de juego al de los jóvenes jugadores llamados a liderar el equipo.
Quedan dos partidos para disfrutar de una de las generaciones más importantes de la historia del rugby: Tony Woodcock, Keven Mealamu, Richie McCaw, Dan Carter, Conrad Smith y Ma’a Nonu se despiden (o se han despedido) de la camiseta negra. La buena noticia, el relevo está planificado y desarrollado de forma milimétrica: Joe Moody, Codie Taylor, Sam Cane, Matt Todd, Ardie Savea, Jordan Taufua, Beauden Barrett, Lima Sopoaga, Ryan Crotty, Malakai Fekitoa… Todos ellos con experiencia contrastada en el Super Rugby y esperando poder afianzarse en los All Blacks.
Hay ocasiones en las que el futuro llama a las puertas neozelandesas de forma poco lineal: Nehe Milner-Skudder (titular indiscutible durante el Mundial) debutó en el Super Rugby el 27 de febrero de 2015 y el 8 de agosto estaba jugando su primer Test Match con los All Blacks.
El equipo de Steve Hansen tiene dos objetivos: ser la primera selección en ganar dos mundiales consecutivos y lograr su primer título mundialista lejos de sus fronteras.
Si lo logran habrá que buscarles nuevas debilidades; si se quedan por el camino habrá más motivos para los que se empeñan en poner en duda al «equipo que mejor haya jugado a este juego» en palabras, sospechosas, de Heyneke Meyer.
Michael Cheika ha conseguido construir un equipo, que el equipo tenga un plan de juego claro y que haya logrado resultados.
Sorprende ver a la delantera australiana al nivel de las mejores del mundo (no hace falta más que volver la vista un año atrás), jugadores de un nivel tan discutido como Sio, Kepu, Simmons o Douglas trabajando en bloque y equilibrando las diferencias con jugadores de un nivel individual claramente superior.
Scott Fardy es el jugador que mejor resume la evolución australiana, trabajo silencioso y alejado de los focos que señalan a David Pocock y Michael Hooper. Elemento aglutinador de una tercera línea en la cual siempre ha habido la tentación de olvidarse del tercero en discordia. Recordemos que en la lista de los Wallabies falta el que fue el mejor 8 australiano de la temporada de Super Rugby: Scott Higginbotham.
Australia ha dejado de ser un conjunto de nombres estelares (con más fama que rendimiento real muchos de ellos) y se ha convertido en un equipo con un funcionamiento uniforme que todavía está en fase de crecimiento. Buenas noticias.
Al equipo de Daniel Hourcade le sobran motivos para el optimismo; están por segunda vez en su historia en las semifinales de un Mundial cuando su objetivo real es el Mundial de 2019, han conseguido ganarle cuatro años al calendario a base de un proyecto a largo plazo bien entendido y gestionado.
Los argumentos los hemos repetido hasta la saciedad: PLADAR, CEDAR, Pumitas, WRC U20 (ahí se gestó todo), el ideario de Daniel Hourcade: «Jueguen, si ganan el partido la victoria será suya; si lo pierden la derrota será mía. Jueguen«, Super Rugby 2016…
Decía Agustín Creevy tras la derrota ante Nueva Zelanda de la primera jornada de la fase de grupos: «Nosotros hemos venido al Mundial a ganarle a los All Blacks en la final«.
Claridad de ideas, ya saben. Tanto si lo consiguen como si no, habrán sido uno de los grandes triunfadores del Mundial.
* Javier Señaris es analista de rugby.
– Foto: Getty Images
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