Apriorismos para la #RWC2015

por JAVIER SENARIS SENRA el 12 septiembre, 2015 • 9:54

Menos de una semana para que Inglaterra y Fiyi levanten el telón del Mundial de Rugby 2015. Muchas dudas, muchas expectativas al respecto, muchos equipos y jugadores en boca de todos los aficionados al balón ovalado. Mucha preocupación y cábalas sobre los resultados y muy pocas referencias a lo verdaderamente importante: el juego.

Existe una tendencia muy marcada a descontextualizar el mundial, a convertirlo en un evento con vida propia y con poca relación con todo lo que ha sucedido durante la temporada de competiciones de clubes y selecciones; resulta muy complicado extraer conclusiones desde esas premisas.

Hablamos de Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Argentina, Inglaterra, Irlanda, Francia, Gales… Todos sus jugadores (y los del resto de selecciones) forman parte de un club/franquicia que ha disputado sus torneos respectivos y en el cual el jugador ha adquirido los méritos que le han llevado a formar parte de la convocatoria de su país para este mundial. La premisa parece obvia, hay que ver los partidos de los clubes para saber cómo se desenvuelven esos jugadores en su hábitat natural.

Pongamos algún ejemplo relevante al respecto:

Si Glasgow Warriors aporta más de la mitad de los jugadores de Escocia para el mundial, parece obligatorio el seguimiento a los partidos del equipo para conocer a quienes van a ser los protagonistas.
La crisis de juego de Francia tiene perfecta explicación cuando se ven –con regularidad– los partidos del Top 14.
Para entender el modelo de juego que Michael Cheika intenta imponer en Australia, nada más fácil que haber seguido las dos últimas temporadas de los Waratahs (entrenados por el propio seleccionador australiano) en el Super Rugby.

Los tres ejemplos anteriores son extrapolables, en mayor o menor medida, al resto de los equipos; siempre serán más conocidas y reconocibles las circunstancias de las grandes selecciones que las de los combinados nacionales más modestos.

Hablábamos de contextualizar a los equipos, pero también de conocer las querencias de los cuerpos técnicos que los dirigen para tener ideas más o menos claras de lo que nos vamos a encontrar durante estos 48 partidos.

Desde el rugby abierto y dinámico que puedan proponer Nueva Zelanda, Australia, Fiyi o Japón, pasando por la ausencia de un modelo claro de juego como en el caso de Francia o la actual Gales, o el modelo más tradicional de juego de delantera que nos encontraremos en los partidos de Inglaterra o Sudáfrica.

Todos tienen una perfecta explicación, nada es improvisado ni casual; no hay ningún seleccionador que se dedique a llevar jugadores que no concuerden con su ideario de juego.

Utlicemos a Stuart Lancaster e Inglaterra como ejemplo:

Mucho se ha hablado sobre la ausencia de Danny Cipriani en la lista de 31 jugadores para el mundial, pero no es una decisión –en absoluto– sorprendente conociendo el estilo de juego del equipo.

Luther Burrell, Kyle Eastmond, Joe Simpson, Elliot Daly, Christian Wade, Billy Twelvetrees, Marland Yarde… Jugadores que no encajan en el equipo que tienen los técnicos ingleses en mente. Visualicemos un posible XV de la Rosa en el mundial para disipar dudas:

Alex Goode; Mike Brown, Brad Barritt, Sam Burgess, Jonny May; Owen Farrell, Richard Wigglesworth; Billy Vunipola, Chris Robshaw, James Haskell; Courtney Lawes, Geoff Parling; Dan Cole, Tom Youngs, Joe Marler.

El modelo de juego propuesto salta a la vista, si conocemos previamente las características de los jugadores.

Nueva Zelanda como referencia:

¿Nos sorprende la ausencia de Lima Sopoaga en los All Blacks tras haber sido el mejor apertura –y campeón– del Super Rugby 2015?

Los neozelandeses tienen unas jerarquías muy marcadas en el equipo –especialmente en los mundiales– y el puesto de apertura es el perfecto ejemplo de ello.

Juego y equipos por encima de figuras individuales, ese es el punto de partida para intentar entender lo que nos vamos a encontrar a partir del 18 de septiembre.

* Javier Señaris es analista de rugby.

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