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"Entonces marcábamos goles, pero no nos daban trofeos por hacerlo". Telmo Zarra


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Del Piero, ‘azulclarocasibianconero’

por el 1 febrero, 2013 • 9:01

Debe ser muy duro desprenderse del amor de tu vida. Dejar atrás el recuerdo de tus días más gloriosos y encaminarte hacia nuevas experiencias. Cambiar las fotos en bianconero por otras teñidas de azul. Nada será ya igual porque el calor del hogar ajeno calienta menos, aunque la pelota te siga sonriendo. Hasta allí, hasta las antípodas se marchó para poner tierra de por medio con la excusa de descubrir nuevas pasiones. Es la aventura de un hombre enamorado de la Vecchia Signora. Es la nueva vida de Alessandro Del Piero en Sídney.

Después de 19 años capitaneando a la Juventus, pocas cosas podían sorprenderle. Aquel recibimiento lo hizo. Conocedor de que iba a un país donde el fútbol ocupa el cuarto lugar entre los deportes más practicados y seguidos (por detrás del rugby, el cricket y el baloncesto), Alessandro se esperaba una llegada tranquila. Nada de eso. Varios centenares de personas entre aficionados del Sydney, hinchas italianos y medios de comunicación, recibieron entre cánticos y flashes a la estrella más mediática que jamás había tenido el fútbol australiano. Él les correspondió rápido colgándose una bufanda azul del cuello. El amor incondicional quedó sellado con un grito de otro tiempo: “¡Pinturicchio, Pinturicchio!”.

No obstante, era el primer artista del que iban a disfrutar en un club casi recién nacido. En el 2004, cuando se fundó el Sydney FC, Alessandro ya era un clásico del fútbol europeo, capitano de la Vecchia Signora y el pintor más refinado del Calcio. Su apodo responde a la vieja tradición del difunto patrón Giovanni Agnelli, a quien le gustaba renombrar a sus mejores jugadores. Michel Platini fue Rafaello vestido de bianconero. Del Piero, su heredero directo, sería Pinturicchio para siempre en honor al pintor Bernardino Di Betto, quien colaboró en la realización de algunos de los frescos de la Capilla Sixtina.

Nada más pisar suelo oceánico dejó claras sus intenciones: “Toda mi vida he jugado para ganar y estoy aquí para ganar porque creo en la victoria”. Del Piero sabía que llegaba a un club ganador, que se había alzado en dos ocasiones con la A-League (2005-06 y 2009-10), aunque también había perdido potencial en los últimos años (terminó 5º en la 2011-2012). El debut confirmó que había mucho trabajo por delante. La derrota 2-0 frente al débil Wellington Phoenix, con Alessandro como titular, no era el inicio soñado. Las crónicas resaltaron el complicado estreno de la estrella de los sky blues y los destellos de clase infructuosos que salieron de sus botas.

Ese día jugó de falso 9, al igual que hizo en los últimos meses en la Juve, con libertad de movimientos para bajar a asociarse con los centrocampistas y con la intención de que los remates a gol pasaran por sus botas. Demasiada omnipresencia para un recién llegado. El entrenador, Ian Crook, entendió que Pinturicchio debía ganar presencia en la creación del juego aunque eso supusiera alejarlo del área. Los frutos tardarían en verse. En el siguiente partido, nueva derrota del Sydney FC a pesar de que Del Piero se estrenó como goleador. Como tantas otras veces un excepcional lanzamiento de falta limpiaba las telarañas de la portería de su nueva casa, el Allianz Stadium.

Aquel gol le dio confianza. El siguiente le terminaría convirtiendo en el líder del equipo. Fue en el derbi de Sídney, frente al Western Sydney Wanderers, y tuvo que marcarlo dos veces. Del Piero provocó un penalti en la esquina izquierda del área, su hábitat natural durante tanto tiempo. Luego el árbitro le mandó repetir el lanzamiento tras haberlo marcado. Con suspense, en el rechazo, logró por fin adelantar a su equipo. La buena racha se prolongó una semana más. Frente al Perth Glory, nueva victoria y nuevo gol de Alessandro, que aupaba a su equipo a los primeros puestos de la clasificación. Pinturicchio había trasladado su gen competitivo a sus compañeros y en Sídney empezaban a ilusionarse con una temporada gloriosa.

Fue un espejismo. Noviembre tuvo más sombras que luces para los Sky Blues. La racha se cortó de repente y el Sydney se sumió en una crisis deportiva tras cuatro derrotas consecutivas que se llevaron por delante al entrenador, Ian Crook. Ni siquiera los goles de Del Piero, quien definitivamente se había asentado en la posición de trequartista y suplía con su calidad técnica la falta de velocidad y una débil condición física en un fútbol tan de contacto e intensidad como el australiano, frenaron la dinámica negativa. Su doblete frente al Brisbane Roar en el estreno del entrenador interino Steve Corica no sirvió para conseguir la victoria.

Alessandro observaba con preocupación la distancia con que los aficionados apoyaban al equipo. En Australia, con estadios llenos a la mitad de su aforo, el fútbol sigue los patrones de espectáculo familiar de los deportes norteamericanos y Del Piero echaba en falta la pasión que se vive en Europa. La aventura australiana le estaba dando más quebraderos de cabeza de los que pensaba. Deportivamente, el cambio de entrenador no tuvo un efecto inmediato. Pinturichio seguía poniendo la magia pero el equipo llegó a finales de diciembre como colista.

Y los rumores se desataron. La prensa australiana deslizó que Del Piero abandonaría el club al final de temporada. Su contrato no finaliza hasta el 2014, pero el segundo año es opcional y ahí nacían las especulaciones. Ante ellas Del Piero tomó la palabra: “Todo está claro, tanto para mí como para el equipo. Ahora mismo solo pienso en poner todos mis conocimientos y corazón en los partidos”.

Con el nuevo año, el cielo de Sídney se aclaró un poco. Pinturicchio se encargó de pintarlo de azul. El italiano se echó el equipo a la espalda gracias a la libertad de movimientos que le otorgó el entrenador, Frank Farina. Como en sus años más gloriosos de la Juve, Alessandro aparecía como enganche, por detrás del delantero Griffits y su mejor socio Ali Abbas, ligeramente escorado a la izquierda. Desde allí iluminó su noche más hermosa desde que llegó al país oceánico. Frente al Wellington Phoenix marcó un póker de goles en la goleada por 7-1. Los dibujó de todos los colores, revolviéndose en el área de espaldas y buscando el disparo, de penalti, desde el flanco izquierdo recortando hasta el corazón del área para chutar y de contragolpe resuelto con un disparo inalcanzable para el portero a la misma escuadra. Pinturicchio había vuelto a pintar otra obra de arte: “Estoy feliz por la victoria, es lo que necesitamos ahora, y sí, obviamente también estoy muy contento de los cuatro goles”.

Pero Del Piero, de 38 años, sabe que el fútbol se le escapa entre las manos mientras nos deleita con sus últimos retazos en las antípodas. Tal vez por eso el 10 de los sky blues anunciaba la pasada semana la creación de un equipo de coches para competir en las 24 horas de Le Mans. En esta aventura le acompaña el actor Patrick Dempsey (conocido por su papel en Anatomía de Grey). El motor y sobre todo los coches siempre han sido la otra gran pasión de Alessandro, quien tras crear el Dempsey/Del Piero Racing ha cumplido otro de sus sueños. “Estoy entusiasmado, esperamos competir a un gran nivel y nuestro principal objetivo es ganar campeonatos”, asegura el delantero italiano, que al contrario que Dempsey no pilotará en la prueba francesa.

Posiblemente con los coches pueda paliar los disgustos que le sigue dando el Sydney FC. Una nueva derrota el pasado fin de semana frente al Melbourne Victory ha vuelto a hundir al equipo en la clasificación. Los Sky Blues son antepenúltimos, en una liga de diez equipos, con 20 puntos. Aunque la esperanza sigue viva debido al sistema de competición (se clasifican los seis primeros para el play-off final) y la disputada A-League tiene a seis conjuntos en cinco puntos. En gran medida, dependerá de Del Piero y de sus actuaciones conseguirlo. Sus números demuestran su importancia: titular en 14 de los 15 partidos disputados, máximo goleador de su equipo con 9 tantos y máximo asistente con 5. Todo pasará, en definitiva, por sus botas. Esas que dibujaron durante media vida obras de arte a la Vecchia Signora y ahora apuran sus últimas genialidades teñidas de azulclarocasibianconero en las antípodas.

* Emmanuel Ramiro es periodista.

– Fotos: Reuters – Sydney FC




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