"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Fútbol 2011-2012 / Eurocopa 2012 / Selecciones
El futuro era esto. Competir como nadie antes, salvo el recuerdo de los viejos tanques alemanes y los sagrados brigadistas italianos, cuatro estrellas en el pecho, casi nada. El futuro era sobrevivir a las dos bajas pesadas, Puyol y Villa, alfa y omega, protagonistas de otras polivalencias que permitían variantes y riqueza. No están sobre el campo, se les echa en falta, reducen las opciones, encajonan a la Selección en un corsé más estrecho. Pese a ello, Del Bosque encuentra otra vía: el juego de posición, inevitablemente mermado, ha devenido en juego de posesión, un grado inferior en la jerarquía táctica, suficiente para llegar a Kiev desde la posesión defensiva, ahora mismo la gran fortaleza de un equipo compacto y sin fisuras.
Los mejores futbolistas llegan a su tercera final con el anhelo de convertirse en eternos. ¿Podrán lograrlo sin arriesgarse? No hay nada más arriesgado que no tomar riesgos. Hablamos de arriesgarse ante Italia, un coloso. Desde antes de iniciarse la Eurocopa que hoy termina, el Magazine se ha poblado de artículos elogiando el potencial italiano. No es fiebre de último día. ¿Puede, debe, tomar riesgos España ante esta formidable Italia? ¿Puede seguir jugando a la posesión defensiva, a encajar cero, a meter a los profundos cuando apenas queda tiempo, para sentenciar en otro rasgo de talento? Las respuestas le pertenecen al seleccionador, al único que hay, el único válido por delante de 45 millones de sucedáneos.
Nadie en su sano juicio cambiaría los planes que le han llevado a otra final. Diez fijos más un 9, posesión defensiva, hielo en las venas, corazón sin pulsaciones, temple, frialdad, reloj congelado… Antítesis de la furia. Cerebral, quirúrgico, esperando el minuto 60, o el 73, para remover el cesto de las serpientes y que entren los profundos, los eléctricos, el trueno y el relámpago, el látigo y su chasquido, el clarividente rayo de luz que aparta la cortina y suelta las amarras. ¿Volverá a ocurrir? El futuro era esto, competir, sobrevivir…
– Foto: Reuters
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