Trabajar toda la semana (los todavía afortunados), entrenar después de la jornada y los domingos coger tu coche, echarle gasoil y hacerte un montón de kilómetros para jugar en un campo embarrado, ducharte con agua fría y tomarte unas cervezas después, hayas ganado, perdido o empatado. Esto último es lo mejor y lo que nunca hacen los jugadores de élite. El resto, tampoco, claro.
¿Trabajaría Cristiano Ronaldo todos los días por menos de 1000 euros al mes para luego entrenar como el que más a cambio de únicamente su satisfacción personal? ¿Cogería Messi un utilitario sin tapacubos al que le patina el embrague para conducir por las carreteras gallegas que te llevan a Carnoedo, Bertamiráns o Rua de Petin?
El fútbol modesto lo es por amor al arte; el futbolista aficionado sí puede besar el escudo sin temor al reproche de la afición cuando cambie de club. Entrenadores y directivos no dan ruedas de prensa, pero lidian con toros sin recortar y sufren ahora las cornadas de una crisis que ahoga más a los más pequeños.
El fútbol del barro tiene los días contados: hoy asistimos a la defunción de los campos de hierba natural y el verde artificial se impone para bien y para mal. Soy de los que piensa que, con todas sus ventajas, la hierba que no huele está acabando con la esencia del perfume.
Cada domingo, a las cuatro de la tarde, la hora del fútbol los domingos cuando no había televisión (pocos se acordarán), en el fútbol modesto todavía se juegan esos partidos a la antigua usanza donde los 22 se convierten en auténticos gladiadores del balón y el barro y donde el blanco se vuelve oscuro y el oscuro, más aún. Las rifas de cuatro cifras, la cantina en el intermedio, los comentarios en la grada y las cañas de después hacen también afición.
Nada mejor para la vista que un regate de Leo Messi o un remate duro de Cristiano Ronaldo, pero nada mejor para el sentimiento que un gol del último clasificado en primera regional que pelea con dignidad cada jornada por salir del barro del descenso, nunca mejor dicho.
El fútbol de hoy es fútbol y es espectáculo. El fútbol modesto es ante todo eso, fútbol.
* Manel Díaz.
– Foto: Club Deportivo Altorricón (licencia)
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