"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
Análisis / Fútbol 2011-2012 / Eurocopa 2012
En primer lugar, es necesario comenzar con una siempre aborrecible pero, en este caso, imprescindible aclaración inicial. Ya no corresponde analizar el mayor o menor atractivo del juego que practica el combinado español, ni sus diferencias ni similitudes con la versión de Luis Aragonés. Por el contrario, sí es el momento de considerar las causas por las que, excepto a Irlanda, no se ha superado con claridad a ningún rival (tampoco a Francia, pues hasta los últimos minutos solo se había generado una oportunidad clara, la del gol). Dicha falta de claridad provoca que el hilo que separa la victoria de la derrota sea extremadamente fino, llegando a ser prácticamente inapreciable cuando se alcanza una tanda de penaltis como anteayer. Obviamente, en un contexto futbolístico como el actual, en el que las diferencias son mínimas, los detalles casi siempre son decisivos. Pero, al margen del magnífico desempeño de la experimentadísima escuadra española en estos pequeños detalles, hay razones para pensar que sí se puede ganar sin necesidad de que sean éstos los que decanten la balanza.
Esta afirmación se basa, más allá del seguramente superior potencial de los jugadores de la Selección y de su mayor compenetración, en cómo, tras mover Vicente del Bosque el banquillo, España se mostró superior a Portugal e Italia, cosa que no había sucedido con el planteamiento inicial. Está de más de decir que, en la final, cabe esperar un planteamiento similar por parte de Prandelli, más allá del esquema que utilice (3-5-2 ó 4-4-2 a grandes rasgos), pues la idea continúa siendo la misma con ambos.
No reviste ninguna duda que el acierto de un entrenador en los cambios se puede interpretar de dos formas distintas: que, gracias a su buena lectura del partido, ha tenido una buena actuación, o bien que esta ha sido causada por errar el planteamiento inicial. Reconociendo que el técnico salmantino posee una lectura privilegiada del partido, personalmente me inclino más por la segunda opción. Para justificar tan osada afirmación, analicemos sumariamente los problemas que, mediante sustituciones, se han resuelto en estos dos encuentros:
– Italia. La sorpresa del “9 falso” (Cesc), junto con los otros diez jugadores que se confirmarían a la postre como intocables de inicio para el seleccionador. En este partido, la Selección fue ligeramente inferior a la azzurra durante la primera hora de partido. Dispuso de menos oportunidades, no controló el centro del campo… Mas con la entrada de Navas y Torres esta situación se invirtió por completo. Pero no fue porque entrara un 9, ni porque ninguno de los dos tuviera una actuación brillante, sino por una razón muy sencilla: cuando un equipo no dispone de jugadores profundos capaces de hacer daño con espacios, la mejor defensa posible consiste en adelantar muchísimo la línea. Dado que los zagueros italianos son más rápidos que los centrocampistas que juegan de atacantes en la Selección, ningún balón al espacio puede causarles la menor inquietud (a no ser que aparezca Jordi “hormiga atómica” Alba, claro). Al mismo tiempo, esta maniobra táctica permite que la separación entre líneas sea escasa a una altura avanzada, lo que conlleva una mayor eficacia de la presión de los medios y, por ende, un mayor número de recuperaciones en posiciones en las que se puede atacar con solvencia.
Con jugadores profundos en el campo (o, más difícilmente, solo con uno) esta defensa adelantada pasa a ser arriesgada, lo que implica que, si se mantiene, aun provocando dificultades en la circulación del rival, un pase acertado (para lo que España dispone de más jugadores que ningún otro equipo en el mundo) puede convertirse en una situación de uno contra uno frente al portero. No es otro sino este riesgo el que, al ser asumido por algunos rivales, ha producido que Barcelona y Real Madrid hayan goleado en multitud de encuentros a pesar de haber sufrido enormemente en la circulación del balón. Si bien es cierto que la efectividad de los atacantes españoles no es la misma, no hay razón alguna para pensar que con Pedro y/o Navas y/o Torres en el campo se generarían menos ocasiones (como se comprobó en el tramo final del encuentro inaugural).
Por esta misma razón, lo más frecuente es que se opte por retrasar la línea trasera para minimizar riesgos. Si el centro del campo acompaña, nos encontraremos ante un equipo completamente replegado, lo que facilitará la posesión defensiva (auténtica clave de la imbatibilidad española) española por las dificultades que encontrarán para lanzar el contragolpe y por la escasa presión que podrán ejercer lejos de su propia área. Al mismo tiempo, ello hará sentirse más cómodos a los jugadores nacionales, que encuentran en la posesión del balón su razón de ser. Por el contrario, si la línea de medios no repliega también los espacios serán enormes, por lo que, de forma casi inevitable, las ocasiones se sucederán.
Asimismo, el nivel que un especialista en el pase muestra depende, más aún que del acierto en la ejecución, de la existencia de opciones verticales. Es este y no otro el motivo por el que Xavi Hernández es uno de los jugadores que está rindiendo a un nivel inferior, a pesar de ser el actual Balón de Bronce y haber firmado una gran temporada, excepción hecha de sus participaciones lesionado, situación que afortunadamente ha superado. Al margen de que Del Bosque le haya apartado de su posición ideal, su rendimiento mejora exponencialmente cuando cuenta con jugadores profundos por delante que le den opciones de pase y le liberen del acoso de los defensores. Por esta razón, aun jugando en una demarcación que no es la suya, firmó una brillante actuación en la Copa del Mundo (tenía por delante a Villa y a Torres, Pedro o Navas). Y, por la habitual ausencia de los mismos, su nivel en la presente Eurocopa no está siendo ni de lejos el idóneo. Sirva como ejemplo la buena actuación que firmó contra la selección transalpina una vez ingresaron en el terreno de juego Torres y Navas. Contrástese esto con la actuación de Pirlo, que no creo que sea físicamente superior a Xavi; único jugador capaz de discutir al de Terrassa ser el mejor “cerebro” de la última década.
– Portugal. La igualdad fue máxima durante la mayor parte de los 90 minutos, más allá de que los lusos prefirieran optar por disparos poco peligrosos desde posiciones en las que España prefiere buscar la combinación. Otra vez, los dos profundos cambiaron el partido, que si se decidió en la tanda de penaltis fue exclusivamente por la brevedad de la prórroga. En la misma, paradójicamente, el que se suponía equipo más mermado físicamente se impuso claramente en el juego a su rival, detalle que se analizará más adelante.
En cuanto a las causas, la mayoría de factores citados respecto al duelo frente a Italia serían extrapolables al encuentro de semifinales, si bien conviene realizar algunas precisiones. En primer lugar, Negredo no es un jugador veloz que vaya bien al espacio, con lo que el problema expuesto no se soluciona, confirmando que éste no tiene nada que ver con jugar con 9 o no. En segundo, en esta ocasión los dos profundos fueron los extremos, reiterando lo dicho y demostrando su imprescindibilidad (o, como mínimo, de uno de los dos) cuando se juegue sin un delantero centro veloz (Torres). En tercero, al mismo tiempo que la pareja Xabi-Busquets crece, el rendimiento de Hernández disminuye. Sí, se puede funcionar con doble pivote, pero el que hasta que fuera apartado de la base de la jugada era el mejor del equipo jamás podrá volver a serlo, ni acercarse a ello, con estos dos en el campo. Por ello, el problema no debe limitarse a dos hombres, sino a los tres, de los cuales el único que no ve alterado el papel en el que se siente más cómodo es Alonso.
Dicho todo esto, ¿no se podría pensar que Del Bosque acierta con su planteamiento, empleando a los jugadores profundos una vez que el rival ha sufrido un mayor desgaste? Está de más decir que esta postura sería totalmente legítima. Sin embargo, disiento de la misma por las siguientes razones:
1. En ninguno de estos partidos dicho acierto se ha traducido en el marcador, por lo que el empate se ha mantenido. Dado que España no dispone de un súper goleador, no basta con atacar de la mejor manera posible durante los últimos veinte o treinta minutos. Además, vista la capacidad ofensiva del conjunto de Prandelli, si se plantea un partido de 1-0 es muy poco probable que la selección transalpina sea la que se quede sin anotar.
2. El propio acierto en los cambios, y la lógica mejora que conllevan (la cual rara vez es achacable en exclusiva al momento del partido en este caso) muestra que se deben a la necesidad de correcciones en un equivocado planteamiento inicial. Probablemente, este sea uno de los mayores méritos que se puedan predicar de cualquier director técnico: visualizar y corregir sus propios errores. De este modo, España encontró su mejor nivel gracias a que Del Bosque se quitó la razón a sí mismo, optando por nuevos planteamientos que sacaron a la luz su desacierto en los primeros.
3. El desgaste que se predica no es tan elevado como se piensa. Es obvio que tanto lusos como italianos realizaron un esfuerzo importante, pero no se vieron obligados a correr con frecuencia hacia atrás ni a perseguir sombras sin éxito. Si bien ninguno de los dos consiguió un margen mayoritario de posesión, este fue superior al que habrían obtenido de haberse visto obligados a defender más atrás y fue menor el desgaste.
4. Como consecuencia de lo anterior, tampoco se puede utilizar la posesión como herramienta defensiva. Para poder hacerlo, acertadamente, Vicente alineó a Negredo para evitar que Pepe y Alves increparan a los medios españoles. No obstante, al poder defender estos tan arriba, dicha medida no surtió efecto, pues para su eficacia requería del acompañamiento de uno de los tres veloces atacantes españoles.
5. En ninguno de estos dos partidos se tuvo más oportunidades que el rival mientras duró el planteamiento inicial, situación que luego cambió en ambas ocasiones. Es razonable pensar que por buscar más la profundidad se pueda conceder más oportunidades, del mismo modo que lo es considerar que, con un planteamiento más ofensivo, el balance sería más favorable a la Selección.
6. Portugal era superior físicamente por distintas razones: haber dispuesto de dos días más de descanso, una menor acumulación de minutos de sus jugadores durante el curso y una mayor capacidad física de la mayoría de sus hombres. Habiendo hecho unos y otros un esfuerzo similar durante noventa minutos, no creo que simplemente la frescura de Pedro y Navas compense estos factores. Al contrario, creo que esa diferencia física debería haberse acentuado. Si esto no se ha reflejado es porque una mejor táctica acompañada de una indiscutible superioridad técnica es la mejor manera de compensar un peor estado físico. Asimismo, la superioridad mostrada respecto a la azzurra en los últimos minutos dan a entender que, independientemente de cuál sea la diferencia física entre ambos conjuntos, esta no ha de obligar a tomar más precauciones.
7. Porque la suerte en algún momento se acaba, normalmente muy pronto si no se busca lo suficiente. Tarde o temprano, aunque sea en un accidente, Casillas encajará un gol. Inevitablemente, alguna tanda de penaltis se perderá. Por mucho que las victorias en esta faceta no se deban a la fortuna, sí es en la que las fuerzas se encuentran más niveladas.
Por todos estos motivos, considero que las probabilidades de que España se alce por segunda vez consecutiva con el máximo torneo europeo de selecciones aumentarán exponencialmente si el once que presenta Vicente del Bosque se asemeja más a los que conformaron los jugadores que concluyeron los duelos contra Italia y Portugal que los que los comenzaron. Al margen de ello, no está de más recordar que, al contrario de lo que dan a entender la mayoría de técnicos con su filosofía, a lo largo de la historia el atrevimiento ha llevado a la victoria tantas o más veces que la cautela.
De este modo, ninguna frase definiría mejor la filosofía con la que España vería aumentar sus probabilidades de triunfo que aquella con la que Javier Ibarra, alias Kase-o, adoctrinara a miles de adolescentes: “El mayor riesgo es no arriesgar”.
* Rafael León Alemany. En Twitter, @_rafaleon_
– Foto: EFE – Cordon Press
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