"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
Estaba todo demasiado tranquilo. Un circuito secuestrado por la monotonía, la escasez de sobresaltos y contaminado por un aroma fácilmente pronosticable. Un vestuario tan quieto que entraban ganar de hacer un poco de ruido. Y parecía que un muchacho de 18 años de edad, con una victoria ATP y en su tercer torneo como profesional era el último hombre sobre la tierra en encargarse de agitar este panorama, pero nos equivocamos. Ese joven alcanzó el pasado domingo en Memphis su primera final en la élite y mandó un aviso a todos los navegantes, un mensaje de calma. La nueva generación ni se ha perdido, ni ha naufragado en el intento. Solo está en camino. Un camino complejo, lleno de obstáculos y cargado de armas de doble filo. Por un lado las presiones de un ansiado relevo y a la vez, reprimido por una época de máxima competencia donde llegar arriba ya no es cuestión de dos días. Pero el relevo llegará y para muestra un botón, el mismo que pulsó Taylor Fritz la semana pasada recordándonos la ley más antigua de todas: la del tiempo. Todo llega, todo pasa; en este ocasión, es el futuro el que se ha adelantado a nuestra cita. Justo cuando nadie lo esperaba, justo cuando más lo necesitábamos.
No era el mejor torneo de la semana, quizá fuera incluso el de menos renombre. Sin embargo, al llegar el domingo todas las alarmas marcaban las 22:00 de la noche hora española. Un chico estaba bordando el tenis en la ciudad de Tennessee gracias a una invitación que la organización. Un aplauso cerrado para la persona que tomó esa decisión. Taylor Fritz aterrizó en Memphis con una victoria ATP en su bolsillo y tres partidos disputados como profesional, números acordes a alguien que con 18 años está intentando hacerse un hueco entre los adultos. Siete días después, el de Rancho Santa Fe saldría de aquel concurso con cuatro conquistas más en el zurrón y una bandeja de plata en la maleta, la de subcampeón. Habían pasado 28 años desde que un jugador tan joven (Michael Chang en San Francisco 1988) alcanzara un partido por el título. Curiosamente, iba a ser el actual pupilo del exnúmero dos del mundo el que pusiera fin al viaje de nuestro protagonista. Lo intentó de todas las maneras, pero ni arrancando con un 3-0 a favor pudo construir lo que hubiera sido el diálogo definitivo a una función sobresaliente. Kei Nishikori le arrancó la sartén de su poder y fue friendo poco a su inexperto rival.
Causaba sensación ver a Fritz realmente enfadado sobre la pista al ver que las cosas no le iban bien, al mirar el marcador y observar cómo la séptima mejor raqueta del planeta y vigente tricampeón de Memphis le iba a derrotar por un doble 6-4. Su nivel de confianza había crecido de tal forma que ya no recordaba que él era el 145 del mundo, que estaba en su tercera participación en un torneo ATP o que aquel era su primer duelo ante un top-10. ¿Y qué? En esto consiste la grandeza de estos jóvenes, no entienden de excusas o contextos porque verdaderamente piensan que pueden tumbar a cualquiera, en cualquier momento. Osadía, sí, pero con respeto. Al menos en el caso de Taylor. Su tenis refleja la doctrina americana en toda su esencia: saque y derecha. Pero no se queda ahí, también distribuye de revés, aparece por la red y no teme a los intercambios largos. Y lo más importante, una mentalidad férrea que le concede ese rico catálogo de recursos para hacer frente a cualquier coyuntura. Su drive es una bala que si pestañeas te lo pierdes, gracias a la cual pudo salir campeón del último US Open Junior o ser finalista en el pasado Roland Garros, síntoma de que su juego puede acoplarse a todo tipo de superficies (también hizo semifinales en Wimbledon), aunque su predilección sean las canchas duras. Nacido en California, teniendo a Pete Sampras como ídolo y con ambos padres conectados al mundo de la raqueta (su madre incluso llegó a ser número ocho del mundo). Con todos estos ingredientes parecía inevitable que esta joya no acabara brillando.
Puedo prometer y prometo que no recuerdo una irrupción que ilusionara tanto como la de Taylor Fritz desde que Rafa Nadal empezar a comerse el mundo en la temporada 2005. Quizá la actuación de Alexander Zverev en Hamburgo 2014 es lo que más se le parezca, aunque el alemán cayó en semifinales de aquel torneo. Eso sí, era un ATP 500. No se puede no soñar con alguien que empezó el 2014 siendo el número 1141 del mundo y terminó el 2015 en el puesto 177. Ahora, cuando solo llevamos mes y medio de la nueva temporada, la esperanza estadounidense ya toca a las puerta de los cien primeros (#102), siendo el segundo tenista más joven del top200 (su compatriota Francis Tiafoe [#177] nació tres meses después). La mayor potencia del mundo vuelve a generar atención en sus escuelas gracias al trabajo bien hecho tras muchos ciclos de desaliento. Fritz, Fratangelo, Tiafoe, Rubin o Paul son solo algunos nombres con un lugar reservado en el futuro de este deporte, evolucionando día a día con el objetivo de acompañar y mejorar las trayectorias de Isner, Sock o Johson. Hace tiempo que se nos caían las lágrimas recordando los tiempos de Sampras, Agassi, Courier o McEnroe, hasta Roddick fue un dignísimo eslabón del tenis yankee. Una década después, parece que el vacío vuelve a generar materia, un escuadrón de talento que amenaza con liderar la próxima generación deportiva.
Delray Beach será su próxima para en el calendario, el cuarto torneo profesional de su carrera. Ahora ya todos le conocen, todo el mundo intentará visualizar sus partidos y presenciar sus hazañas. Calma. En la pista continúa estando ese chico de 18 años al que le encanta el fútbol americano, que se divierte jugando al FIFA con el Manchester United y que sueña con ser número uno del mundo algún día. Respetemos sus últimos abriles tiernos antes de correr el riesgo de romper este juguete de lujo. Este chico va a llegar, no me cabe ninguna duda, pero entre todos debemos ayudarle para que no le ocurra lo que ya sufrieron jugadores como Donald Young o Ryan Harrison. El primer paso ya está dado, conferido por él mismo y situándole en el mismo vagón que Federer, Nadal, Murray, Nishikori, Gasquet, Monfils y Robredo: únicos jugadores en activo en alcanzar su primera final antes de cumplir los 19. Memphis, aunque todavía en el recuerdo, ya forma parte del pasado. Hoy ya es futuro y está en las manos de este chico. De nombre Taylor. De apellido Fritz.
* Fernando Murciego es periodista.
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal