"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
Cuando el 16 de octubre de 2005 debutaba con la camiseta del Leche Río Breogán, nadie podía imaginar lo que iba a llegar a ser aquel americano llegado de la liga griega. Sin embargo, aquel no era el primer viaje español en la carrera de Fenton Pete Mickeal.
Nacido el 22 de febrero de 1978, a sus 21 años tomó la llamada más dulce que hasta aquel momento había recibido. Mickeal fue convocado por la selección estadounidense para que disputara la Universiada de 1999, que debía celebrarse en Palma de Mallorca. El alero, que por entonces militaba en la Universidad de Cincinnati, no era ni de lejos el jugador más destacado de aquel doce que viajaría a las Baleares. No era, tan siquiera, la estrella de su universidad, pues vivía bajo la sombra de un Kenyon Martin que también estaría en aquel combinado estadounidense. Él sí sería quien actuara bajo los focos con hombres como Peter Mihm, Michael Redd o Brendan Haywood.
Como era de esperar, Estados Unidos logró el oro en el gran evento universitario mundial, derrotando en la final a Yugoslavia y dejando por el camino a Canadá y España, que finalmente se haría con el bronce. Lo que no era de esperar es que uno de los mejores jugadores fuese aquel espigado alero de Cincinnati. Mickeal promedió 9,1 puntos, siendo el tercer máximo anotador del equipo, y capturó 3,1 rechaces por partido.
Su juego no distaba mucho del que acabaría siendo profesional. Gustaba de llevar a su par al poste y si no podía le superaba en el uno contra uno con su zurda prodigiosa. En los ocho partidos del torneo apenas intentó cuatro triples, anotando uno. Después de aquel buen torneo cumpliría un último año universitario de gran nivel que le permitiría ser elegido por los Dallas Mavericks en el draft del 2000.
Su historia de amor y odio con la NBA ya es conocida por todos. Una historia en la que, desgraciadamente y ante el desconcierto de todos, primó el odio. Jamás le dieron una oportunidad sincera y demostró su valor en la ABA, primero, y en la liga filipina luego, en la que sería su primera experiencia fuera de Estados Unidos. En el verano del 2005 llegaba al Leche Río Breogán. Aquel 16 de octubre debutó con 16 puntos y 6 rebotes, pero con 8 pérdidas y una serie de 5/14 en tiro. Los gallegos cedieron ante el Pamesa Valencia de un joven Víctor Luengo, que precisamente había disputado también la Universiada del 99.
Aquella primera toma de contacto con la liga ACB tuvo claroscuros. Pero fueron los únicos oscuros de una temporada majestuosa en la que acabaría promediando 19 puntos, 8 rebotes y 22 de valoración. Para la historia queda su exhibición ante el TAU Cerámica el 25 de marzo de 2006 en la, quizá, derrota más dulce del Breo. Mickeal se fue hasta los 35 puntos (14/19 en tiro), 9 rebotes y 4 tapones para 54 de valoración en el triunfo baskonista por 76-79.
El resto es historia. Pete Mickeal se ha ganado con su lucha, su calidad y su carisma un hueco entre los mejores americanos que han pasado por España. Primero con el Baskonia y luego con el Barcelona Regal, el oriundo de Rock Island, Illinois, ha paseado sus casi dos metros de altura por todas las canchas del país para ser odiado y pocas veces amado. Imposible, eso sí, no envidiar al rival por tenerlo en sus filas.
Desde que en el 2007 aterrizara en Vitoria, Mickeal ha ganado 5 Supercopas ACB, 3 Copas del Rey, 2 ligas ACB y 1 Euroliga repartidas entre Baskonia y Barça. Ha sido un asiduo a las finales domésticas y se ha convertido en una de las estrellas de la competición.
A veces en la sombra, pero siempre determinante cuando los focos le alumbran, Pete Mickeal se enfrenta a un tromboembolismo pulmonar que le alejará de las pistas durante los próximos meses. Le dieron la noticia de manera agarrotada, temerosa y sufrida. Al trombo, claro, por tener que enfrentarse a la roca de Rock Island. Mickeal ya ha superado una vez esta enfermedad y, a sus 35 años, le toca reválida. Nadie duda de que la aprobará con sobresaliente.
Su amor español, que comenzara en aquel verano del 99 en Palma de Mallorca, está lejos aún de terminar. El último verso no está escrito, y el último puño en alto no ha sido levantado.
* Jesús Morales es periodista.
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– Fotos: Joan Ignasi Paredes (Sport) – Saski Baskonia
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