Había un factor que se le resistía a Estados Unidos en este Mundial de España. Venía ganando funcionarialmente por intensidad, hacía transiciones con talento, Davis y Faried estaban imponiendo su ley bajo los aros (defensiva y ofensivamente), Harden asumía su papel de estrella y los exteriores penetraban con la contundencia que se les presupone. Todo en orden, pero el tiro exterior no era un factor diferencial. A Mike Krzyzewski le da un poco igual, porque él cree que su selección irá marcando su superioridad en base a las virtudes que se le presuponen de una forma diésel. Cada día y cada kilómetro de juego, Estados Unidos marcará más las diferencias. En cuanto a los triples, ya las practicaba con la versión 1.0. de esta selección, y ahora ha conseguido que este grupo se crea tan capaz como su antecesor. Ha domado su autoestima. Pero ir por la misma senda no le exonera de tener un debe en el conjunto: el tiro exterior.
Stephen Curry, el gran francotirador de la plantilla, se había expresado públicamente evaluando de manera generosa su realidad. Se sentía inquieto y había que aprender a leerlo entre líneas. Cuando decía que en esta selección todos los jugadores tenían menos tiempo el balón en sus manos, en realidad decía que lo añoraba; cuando decía que tenía que estar preparado, en realidad decía que tenía ganas de demostrar más. Transformó su lamento en un discurso de autosuperación.
Llamadlo casualidad o causalidad (relacionada con el orgullo), Curry sacó ayer su fusil a pasear comportándose como su versión berseker de Golden State Warriors. En el minuto 3:30 metió su primer triple y ya no paró. Hizo lo mismo haría hasta 5 veces más, convirtiéndose en el mayor anotador del equipo y, sobre todo, mostrando una actitud encomiable. Se desembarazaba de su defensor en cada estático, trabajaba el bloqueo indirecto y salía que se las pelaba hacia las esquinas. El tema ya no es Curry y su autosatisfacción, el tema es que a USA le viene Curry a las mil maravillas, como antes le venía Carmelo Anthony, un desatascador en momentos apretados desde la larga distancia. Si este equipo consigue que Curry se comporte así en lo que queda de campeonato, será difícil batirles. Si a la intensidad defensiva, a su juego en transición y a las segundas y terceras oportunidades, se les suma el tiro exterior, U.S.A podrá mirar sin rubor a sus predecesores.
En México, todo salió como se intuía: una actuación sobresaliente del pívot Gustavo Ayón (que suena para completar la rotación de los Spurs de Popovich) entre una plantilla demasiado convencida de su inferioridad. Se echó en falta osadía. Ayón había conseguido la mejor anotación de su equipo (25), pero al mismo tiempo, el peor diferencial de cuantos jugadores estuvieron en pista (-23). A veces, en el baloncesto, los picos son también los baches. Curry se gana el respeto sumando de tres en tres y, hoy, Estados Unidos parece mucho más temible.
* Javier López Menacho.
– Foto: Garrett Ellwood (NBAE)
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