Cuestión de equilibrio

por MARCOS LLAVATA el 5 noviembre, 2013 • 15:13

En el fútbol, cuando un equipo está mal la prensa recurre a argumentos como el nivel de la plantilla y los problemas internos o físicos, entre otros. Nunca se busca la explicación en el juego, o mejor dicho, la ausencia del juego y los problemas colectivos y de organización. La temporada del actual Valencia de Miroslav Djukic es un claro ejemplo de esto.

LOS PRIMEROS PASOS

Djukic comenzó a construir su Valencia en base a un sistema 1-4-2-3-1 que, en fase ofensiva, subía a los laterales uno o dos escalones posicionales y los centrocampistas jugando todos por dentro y queriendo todos recibir al pie, adoleciendo de una enorme falta de profundidad, lo que comprometía seriamente la posesión del balón y provocaba muchas pérdidas en la zona de inicio que provocaron muchos goles en contra.

Así se colocó el primer Valencia 13/14:

Ante los problemas, tanto a nivel de organización como de vestuario, que llevaron al equipo a un inicio desolador, Djukic decidió introducir algunas modificaciones tanto a nivel de nombres como de posiciones: el entrenador serbio, ante los problemas en la salida de balón y, sobre todo, para encontrar al jugador argentino a Éver Banega a la hora de circular, decidió retrasar su posición junto a Javi Fuego en el doble pivote e introdujo la doble punta con la entrada de Jonas. Además, Pabón se incorporó para ser ese jugador que dotara al equipo de la profundidad necesaria y que le faltaba hasta el momento. En la jornada 4, el Valencia salió a Mestalla con el siguiente once para enfrentarse al también necesitado Sevilla de Emery:

Djukic decidió tras la debacle de la Europa League frente al Swansea simplificarle a sus jugadores el panorama, hacerles las cosas más fáciles. Plantó una formación con sus hombres de confianza a través de la cual crecer en base a no encajar y a evitar riesgos innecesarios. El Valencia consiguió ganar aquel partido por 1-0. Se vio una salida mucho más lateral y en largo a partir de la que pudo girar al rival y no asumir riesgos en zonas donde hasta ese momento se había sufrido.

Aquella victoria se cimentó en la mayor intensidad que mostraron los locales ante un partido que de perderse podía haber supuesto la destitución del técnico serbio y ante la presión de los aficionados en Mestalla.

Sin embargo, pese a que el Valencia consiguió ganar cuatro partidos seguidos, continuaba sin convencer. La mejoría del equipo no se plasmó en el terreno de juego y surgieron nuevos agujeros en la línea de flotación del equipo. El sector derecho, donde participaban Pereira, Fede y Éver hacía aguas. Ricardo Costa y Javi Fuego debían compensar todas las pérdidas que estos tres jugadores producían en un equipo al que le costaba barbaridades correr hacia atrás.

Quizás el mejor partido ofrecido por el equipo che se pudo ver frente al Athletic en el nuevo San Mamés. Aquel día los de Djukic salieron con la siguiente alineación:

Los de Djukic dominaron el encuentro hasta mediada la segunda mitad, cuando el empuje local giró la contienda. Hasta ese momento, los de Valverde tan sólo amenazaban el entramado defensivo valencianista por su lado derecho (lado izquierdo del Valencia), curiosamente defendido por Éver Banega y Guardado. Los problemas se reproducían en el sector contrario. ¿Casualidad? A pesar de ello, el equipo de Djukic no sufrió porque atacó bien. Feghouli rajaba los espacios generados por Alcácer y Banega consiguió asentarse, más que de costumbre, en campo rival.

La siguiente jornada llegó la Real Sociedad a Mestalla tras el parón liguero y Djukic repitió con Feghouli en la derecha junto a Pereira con Postiga y Jonas arriba. Allí se coció todo durante los primeros 35 minutos. Justamente, hasta que la Real anotó en un fallo defensivo del equipo local. A partir de ahí, todo cambió. La Real se llevó el partido y volvieron las dudas.

Dudas que se plasmaron en su visita al Madrigal. El resultado final fue de 4-1 para los amarillos, que ganaron el duelo con una facilidad pasmosa. De nuevo el flanco derecho valencianista hizo aguas.

El Valencia saltó al césped con esta alineación:

Una delantera Jonas-Pabón es rara por dos motivos: ninguno tiene capacidad para fijar a los centrales y generar espacios para la segunda línea che y además adolecen de una evidente falta de intensidad defensiva. Si además detrás tienes a Banega en el doble pivote, el paso al 4-4-2 convierte el equipo en un flan. A todo esto hay que sumarle, como ya he anticipado, que el sistema defensivo no se sostiene con Fede en la derecha. Lo mejor del equipo sale de ahí, pero hay que compensarlo. En mi opinión, el trabajo de Feghouli es indispensable.

Surgen muchos interrogantes que el técnico serbio deberá resolver con premura para que el equipo enderece su rumbo. Quizás Parejo debe adoptar un papel más protagonista en todo esto. Dota de fluidez al equipo; cuando él está en el campo el equipo es más vertical, gira mucho más a menudo al rival y así todo es más fácil. Si la calidad de las posesiones es mayor, es posible equilibrar mejor el equipo y, por tanto, se corren menos riesgos.

La conclusión es que hay muchos elementos que no encajan. La debacle no es mayor porque hay voluntad y recursos individuales, pero el colectivo no funciona. Cuestión de equilibrio.

* Marcos Llavata es entrenador nacional de fútbol.

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– Foto: EFE