1.- Partido intenso, muy intenso. En juego, arrancar la segunda vuelta del campeonato mirando por encima a los rivales directos y algo más. O mucho más, según se mire. Emociones dispares para las dos aficiones: el cabezazo de Mbia que valió media Europa League y que derrumbó Mestalla en el último minuto, los cien metros lisos de Unai Emery por la que un día fue su banda –se lo recordaron hoy con sorna en Mestalla cantándole “Unai, corre la banda”–, el regreso de Banega a Valencia y el reencuentro de Negredo con el Sevilla. El vallecano se despidió del Pizjuán una noche de primavera en 2013, con cuatro goles que le robaron la Champions al Valencia. Poco después llegaría Bacca para sustituirle. Historias cruzadas y cuentas pendientes.
2.-La primera parte no fue satisfactoria para ninguno de los técnicos. Al conjunto de Nuno parece que tanto cambio de esquema ha acabado por confundirles. El 5-3-2 funcionó en Ipurúa y contra el Real Madrid, pero desnudó las carencias del Valencia contra Celta y Espanyol. Ahora ensaya con un rombo formado por Javi Fuego como cierre, Parejo y Gomes de volantes y Enzo Pérez en la punta. Se nota que ahí aún falta trabajo, porque la presión local fue tan desordenada que apenas incomodó la salida del balón del Sevilla. Emery posicionó perfectamente sus piezas: doble pivote innegociable, Krychowiak-Iborra, y Banega en la mediapunta, donde despliega su talento sin que sus pérdidas de balón sean tan dañinas. Con el paso de los años Unai ha ido perdiendo la inocencia con la que deslumbró en Almería, es un técnico cada vez más pragmático, más conservador y los resultados avalan su evolución.
3.- El partido tardó poco en enredarse. Primero con el Valencia reclamando dos posibles penaltis a Negredo y Rodrigo y, sobre todo, por culpa de un portugués que va camino de ser el cromo más rentable de toda la colección de Peter Lim. André Gomes avisó enseguida, con un pase en largo de exterior a la espalda de la defensa sevillista que a punto estuvo de ser el primero. Centrocampistas con clase hay muchos, pero que además tengan el físico de André no tantos. Pulmón, zancada y muchísima calidad. Fue él quien, con su casi 1,90 de altura, prolongó de cabeza un balón para Negredo; el delantero se internó en el área, fue derribado por Diogo y no falló Parejo desde los once metros.
4.- Parecía solo un traspiés del Sevilla, cada vez más cómodo con Vitolo y Deulofeu martilleando por los carriles centrales, dejando espacio en los extremos para los laterales. Cercando el área, provocando faltas, sacando de lugar a Mustafi y Otamendi. Pero Deulofeu le pegó horrible a una falta en la frontal del área. Una acción clara de peligro se convirtió en un contragolpe de manual, que arrancó Enzo Pérez de cabeza, descargando hacia Rodrigo en banda derecha, y que culminó el argentino asistiendo el gol de Parejo con la pierna mala. El plan de Nuno funcionó casi sin querer. Pese a que Negredo sigue viendo la portería muy pequeña y a que la estrella de Alcácer se apaga en el banquillo, los goles de la segunda y la tercera línea permiten al Valencia ser el cuarto equipo más goleador de Primera.
5.- El segundo golpe no noqueó al Sevilla, un equipo combativo, y efectivo, que llegaba a Mestalla con 9 victorias en sus últimos 11 choques, en los que solo había recibido 6 goles. Banega empezó a amasar balón cerca del área, creciendo con los pitos que le llegaban desde la banda. El Valencia reculó demasiado y Parejo acabó defendiendo a Diogo en su área. Error. Llegó tarde al choque el capitán valencianista y Diogo ya andaba derrumbándose cuando notó el contacto. Penalti y comienzo de la fiesta de Diego Alves. En el primer asalto contra Bacca el balón acabó en la red, pero sus estadística son el mejor aliado del portero brasileño. El segundo penalti nació en una internada espectacular de Deulofeu, a la que Cancelo puso freno derribando a Vitolo cuando el canario devolvía una pared.
6-. Cinco minutos después se volvían a encontrar Bacca y Diego Alves en los once metros. Duelo psicológico con diálogo no verbal. Esta vez Alves sí acertó el lado, pero se lanzó demasiado pronto y pasó antes su cuerpo que el esférico. Aún le quedaron reflejos para sacar un pie que valió medio partido. Bacca se acercó al portero, sonriendo solo a medias, y le felicitó. Empezaba el principio del fin del Sevilla, una víctima más de Diego Alves y de una habilidad que es menos innata de lo que parece. Que Alves solo haya encajado la mitad de los lanzamientos de penalti que le han tirado desde que llegó a España tiene una sencilla explicación: unos reflejos extraordinarios y trabajo, muchísimo trabajo. El minucioso estudio de la mecánica de tiro de los lanzadores de cada equipo. El arte de parar penaltis empieza fuera del campo.
7.-Al Valencia de los centrocampistas le faltó balón y templanza. Javi Fuego se incrustó entre los centrales en la salida de balón, pero había demasiados metros entre líneas y el guión fue previsible. En su cabeza Emery debió pensar que el partido estaba controlado, mascándolo poco a poco, como más le gusta al Sevilla. Pero hay cosas que son incontrolables: una contra al primer toque bien lanzada, la velocidad y la intuición de Diego Alves o la efectividad de Parejo, que ya es el máximo goleador en Liga del Valencia.
8.- Le vino bien el descanso a Nuno para repasar conceptos. Saltó al campo un Valencia mejor plantado, con André Gomes y Parejo más abiertos para ocupar las bandas, y Enzo Pérez echando una mano a un Javi Fuego que dio una lección de cómo estar siempre bien colocado en un terreno de juego. El Sevilla se encomendó al desborde de Deulofeu y no le quedó más opción que subir las líneas. La peor noticia posible es que en banda izquierda se encontraron Rodrigo y André Gomes. Una autopista en la que disfrutaron los dos jugadores más virtuosos del Valencia.
9.- Javi Fuego amortiguó con el pecho un mal saque de Beto –quizá por eso de las cuentas pendientes– y enseguida encontró a Rodrigo en la banda izquierda. El hispanobrasileño, intrascendente en la mayoría de encuentros dominados por lo táctico, vive feliz en la anarquía, cuando el partido se rompe; con su velocidad y su conducción es casi imparable con metros para correr. Tras una bicicleta y un cambio de ritmo, se la devolvió a Javi Fuego para que marcase el tercero con un tiro colocado desde la frontal. Premio al esfuerzo para el jugador en la sombra de este Valencia. El plan B de Emery llegó tarde: Denis Suárez y Gameiro crearon peligro a la espalda de Otamendi, pero se encontraron con un partido que ya estaba muerto. La lectura más positiva que se puede hacer del Valencia de Nuno hasta la fecha es que Mestalla vuelve a ser Mestalla. Esta temporada han caído Atlético de Madrid, Real Madrid, Sevilla y a punto estuvo de hacerlo el F. C. Barcelona.
y 10.- “Importante, pero no decisivo”. Coincidieron Nuno y Emery en su análisis previo a este duelo directo por la Champions. ¿Una mentira piadosa? ¿O simplemente se protegían por lo que podía llegar? Nuno respira tras caer con estrépito en la Copa del Rey. A Mestalla no le basta el lavado de cara y los fichajes de relumbrón, necesita volver a escuchar los acordes de la Champions por megafonía. Tanto por prestigio como para que el proyecto de Lim sea sostenible. Es el único objetivo deportivo que tienen a su alcance y el más importante. Por eso mismo no deben olvidar que en Sevilla planifican su futuro haciendo los mismos cálculos. Que tampoco pierdan de vista a un silencioso vecino que progresa a la misma velocidad que Vietto. Queda mucha liga por delante, pero parece que en este baile Valencia, Sevilla y Villarreal se disputan la única silla que va a quedar libre.
* Alex Argelés es periodista.
– Foto: Manuel Bruque (EFE)
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