Cuatro cartas sobre el tapete

por el 26 junio, 2015 • 10:07

 

Wimbledon. Solamente leer su nombre provoca inevitablemente una sonrisa. Un lugar al que llaman la Catedral del tenis es imposible que no te ponga los pelos de punta. Imagino ya esas gradas repletas de gente con la cultura de este deporte corriendo por sus venas, a los jugadores vestidos de blanco impoluto haciendo una reverencia hacia la grada, los silencios sepulcrales que gobiernan cada encuentro entre punto y punto, los cientos de aficionados disfrutando en el inmenso complejo del All England Lawn Tennis and Croquet Club mientras degustan un tazón de fresas con nata, tan típicas durante esas dos semanas, pero por encima de todo me quedo con el ambiente a historia que se respira en cada rincón de ese lugar, en cada pista, en cada trocito de hierba, en cada jugador que allí se presenta con el sueño de conquistar la plaza más emblemática de todo el circuito profesional. En este camino hacia el cielo volverán a cruzarse 128 jugadores, y solamente uno levantará el tan prestigioso cáliz dorado.

Si medimos la temperatura de la calle con una pequeña encuesta, llama la atención escuchar quién es el favorito del pueblo para salir campeón el próximo 12 de julio. No es una respuesta unánime, pero sí son muchos los que ven en Andy Murray al tenista con más probabilidades para terminar invicto su andadura en Londres. Más allá del ranking, del palmarés y de cualquier estadística particular, el británico llega en uno de los mejores momentos de su carrera, después de una espectacular gira de tierra batida (15 victorias y una sola derrota) y un título en su primer certamen sobre césped (Queen’s). El de Dunblane es todo un especialista en la materia y en Wimbledon, aunque los números no lo apoyen. Sin bajarse de los cuartos de final desde el año 2006, el escocés sabe lo que es quedarse a las puertas del trono en casa (2012) para volver doces meses después a ocuparlo. Su última semana en Reino Unido ya fue para enmarcar, con su cuarta corona en el AEGON Championships, con lo que ni la ciudad ni la superficie pillarán de improvisto al pequeño de los Murray.

En el mismo saco que número 3 del mundo, aunque algo más profundo, aparece, como en los últimos tres lustros, el nombre de Roger Federer. Con 33 años y sin ningún tipo de presión sobre sus hombros, al suizo todavía le suenan mariposas cada vez que pone un pie sobre el tapete verde donde se proclamó siete veces rey del mundo. ¿Cómo no contar con el mejor jugador sobre pasto de la Era Abierta? ¿Cómo no meter en las quinielas a un tenista con 15 cetros en hierba y reciente campeón de Halle por octava vez? ¿Qué más dará lo que diga el carné de identidad si sus Nike siguen volando y su Wilson continúa dando cátedra? El curso pasado ya nadie contaba con él y se quedó a dos juegos de la gloria. ¿Volveremos a dudar del helvético cuando es el único jugador capaz de sumar títulos esta temporada en todas las superficies posibles? “Ahora mismo mi objetivo es ser feliz, aspectos como el número uno del mundo no me preocupan, voy pensando torneo a torneo”, relataba el de Basilea hace unos días. He aquí el peligro de sus palabras, ausentes de expectativas, cargadas de ilusión y enfocadas hacia un único objetivo: capturar su 18º Grand Slam. Y ningún sitio mejor para ello que el césped de Wimbledon.

Escondida entre tanto barullo, justo detrás de los títulos de Halle y de Queen’s, sorprende ver lo apartada que se encuentra la figura de Novak Djokovic en la carrera de favoritos. Recordamos que el serbio es el número uno destacado desde el verano pasado, ganador esta temporada en Australia, Indian Wells, Miami, Montecarlo o Roma, llega tras encadenar siete finales de manera consecutiva y es el vigente campeón de Wimbledon, donde inclinó hace un año a Roger Federer. El balcánico, que llegará a la gran cita sin disputar un solo partido sobre pasto –algo que ya hizo en 2011 y 2014, y no le fue mal–, es el principal candidato en cualquier casa de apuestas, una sensación que se tambalea si traspasamos la pregunta a los medios especializados. Es cierto que Djokovic solo cuenta con dos entorchados sobre hierba en toda su carrera y que no es la superficie donde más cómodo se siente, aunque su aura de líder y su mano de hierro actual deberían ser suficiente para situarle en una posición privilegiada respecto al resto de aspirantes. Solo falta ver cómo digiere el enorme mazazo recibido en Roland Garros: puede llegar hundido o simplemente tocado.

Para completar este primer vagón de excampeones es obligado meter a Rafael Nadal Parera. Aunque esté en el peor momento de su carrera, con el ranking más bajo en la última década, y aterrice con el alma rota tras el cambio de turno en Roland Garros, el tenista de Manacor sigue ejerciendo ese miedo a sus rivales cada vez que se presenta una cita de Grand Slam. Quizá en Wimbledon no despierte tanto respeto como pudiera haber sobre arcilla, pero ahí residen sus cinco finales en La Catedral con dos coronas en las vitrinas. En Stuttgart nadie lo esperaba y salió por la puerta grande, aunque luego en Queen’s Dolgopolov la cerrara de un portazo. Deportistas de esta talla merecen siempre una penúltima oportunidad, tan habituados a recibir estocadas al mínimo tropiezo y tan acostumbrados a darnos en las narices cuando todas las conexiones vuelven a funcionar. Rafa Nadal no será la excepción que confirme la regla, ya que en el ámbito de las leyendas no hay normas que valgan. El manacorense volverá a ganar un major, quizá no dentro de un mes, pero sí antes del adiós definitivo. Aquí lo leyeron primero.

Por último, para completar un cuadro donde la sorpresa brillará por su ausencia, contamos también con un tridente reserva esperando la debacle de los principales cabezas de serie. Stan Wawrinka se ha situado por méritos propios como el quinto elemento del vestuario ATP, el único capaz de hacer frente a la oligarquía imperante arañándoles dos Grand Slams en plena dictadura. Tomas Berdych, la eterna promesa, buscará recuperar las sensaciones de 2010, donde tras apear a Federer y a Djokovic, se vio indefenso ante Rafa Nadal en el partido por el título. Por último, Marin Cilic, un peligro cuando la pista está rápida y la bola le corre, ocupa el tercer sillón de posibles outsiders a invadir un sillón gobernado por el BigFour durante las últimas doce temporadas, casi nada. Nishikori y Ferrer aún padecen algo de alergia a la hierba, Raonic y Dimitrov están pagando el precio de un gran 2014 y Tsonga sigue siendo una incógnita debido a su irregularidad. ¿Quieren una predicción convincente? Apuesten por aquellos que llevan conquistados 40 de los últimos 46 grandes, las cuatro cartas de la baraja que ya probaron el sabor de la victoria. Eso sí, no me pidan que elija a uno.

* Fernando Murciego es periodista.




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