"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Cuando Messi ya no esté, el fútbol nos parecerá un deporte diferente y habrá un gran vacío. Se vivirá un duelo inmenso, largo como un ayuno. Un duelo de proporciones colosales. Un vacío en el estómago del fútbol. Cuando Messi no esté nuestra mirada sobre el fútbol cambiará porque andaremos angustiados recordando lo que fue y ya no es. Messi es lo más próximo a una certeza. Messi es la certeza de que ocurrirá lo imposible o lo impensable y lo incierto e improbable. Que por difícil que sea, sucederá. En un deporte de incertidumbres, accidentes y azares, Messi representa la certeza: lo que no podía ocurrir ocurre. Porque es Messi, que ha dejado de ser un nombre propio para convertirse en un adverbio de causa: ¿Por qué razón ocurren las cosas? Por Messi.
Cuando Messi ya no esté, el balón será un huérfano en busca de alguien que lo acune y le pasee por caminos divertidos. Harta de ser maltratada, la pelota será la primera que llorará por el adiós de quien tanto la quiso. Ya llora un poco ahora que Xavi se va y Pirlo empieza a irse. Lloró cuando Zidane se fue y Ronaldinho se aniquiló, pero nada será comparable al adiós de Messi, que abrirá un paréntesis sin final, un agujero ignoto. Cuando Messi no esté, el tiempo dará marcha atrás y regresaremos a algún lugar prehistórico donde todo vuelva a empezar, de nuevo la larga marcha en busca del elegido.
Porque será así. Millones de aficionados del mundo entero vigilarán cualquier gesto de algún supuesto sucesor, que será escrutado por una corte de adivinadores de posos de café en busca de un signo que augure la llegada del nuevo elegido, del hombre que no solo vuelva a acunar la pelota sino que realice lo improbable, lo imprevisible y lo imposible. Serán tiempos de zozobra y angustia esperando que regresen las certezas. Quizás un tiempo que dure treinta años o cien años, quién sabe. Será un tiempo negro y vacío, donde el fútbol ya no nos parecerá el mismo fútbol. Y esta es la verdadera dimensión de Messi.
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