Inicio de temporada plagado de lesiones para Barça y Real Madrid. Las bajas de Piqué, Puyol y Alves, sumadas a la ausencia de Abidal, han mermado la zaga del conjunto azulgrana. Caso similar le ha sucedido a su eterno rival, privado de Marcelo, Coentrao y Arbeloa además de Sami Khedira.
Un extenso grupo de profesionales está, ahora mismo, mientras usted lee este texto, preocupado por la salud de estos atletas, futbolistas de alto nivel, máquinas de hacer dinero. Médicos, fisioterapeutas, nutricionistas, psicólogos, masajistas, recuperadores, etc., están dedicados al 100 % a ayudar a los jugadores. Nada que ver con las primeras décadas de la historia del fútbol, incluso cuando ya era un deporte de masas.
El mundo ha cambiado mucho respecto a 1966, también en el deporte. De eso se acuerda bien el doctor Neil Phillips. Ahora un anciano que prefiere jugar al golf antes que ver un partido, en aquella época era un reputado médico que se convirtió de la noche a la mañana en el primer galeno a tiempo completo de la selección de Inglaterra, y quizás también de la historia del fútbol.
“Hasta que Alf Ramsey se convirtió en gerente del combinado inglés nunca habían tenido a un médico. La profesión médica en ese entonces no creía en la medicina deportiva y los jugadores no estaban muy bien atendidos”, explica el propio Phillips en sus memorias Doctor to the World Champions.
Todo empezó en 1964. Sir Alf Ramsey acababa de firmar como entrenador de Inglaterra tras un exitoso paso por el Ipswich Town, al que llevó de Tercera División a ganar el título en Primera en solo cinco años. El técnico de Essex había oido hablar de un médico que estaba haciendo un gran trabajo en el Middlesbrough.
“Un día estaba sentado en mi consulta (de medicina general en Redcar, un municipio al noreste de Inglaterra) cuando recibí una llamada. Cuando descolgué, oí una voz que decía: ‘Soy Ramsey, usted no me conoce’. Al principio pensé que era un paciente, pero mi recepcionista me había dicho que la llamada venía de Londres”, explica Neil Phillips.
Ramsey le explicó que conocía su desempeño en el Boro y que quería que se convirtiera en el doctor de la selección Sub-23 en la que jugaban, por ejemplo, Nobby Stiles y Alan Ball. Durante un año, el galeno estuvo con el equipo en todos los amistosos que disputaron, incluída la gira veraniega en la que viajaron hasta Friburgo para medirse a Alemania Federal. Estos encuentros se utilizaron para preparar el Mundial de 1966, que se disputaba en tierras británicas.
La Federación solo tenía dos médicos en cartera, Neil Phillips y Alan Bass, que se encargaba de la absoluta. Ambos tenían sus consultas particulares y solo estaban a las órdenes de Ramsey a tiempo parcial. “¿Puede usted creer que el Gobierno no nos daba tiempo libre para cuidar a los jugadores? ¡Teníamos que utilizar nuestras vacaciones!”, exclamaba Phillips.
Por eso no se sorprendió cuando Bass, que tuvo que supervisar todas las instalaciones médicas de las sedes del Mundial y se había quedado sin descanso anual, le pidió si podía ocupar su lugar en la concentración de 15 días que el equipo de los Three Lions iba a realizar en el complejo de Lilleshall. Por aquel entonces, ser médico de un equipo de fútbol profesional no tenía absolutamente nada que ver con la actualidad.
“Cuando llegué a Lilleshall me encontré sin ningún tipo de programa médico establecido y sin material. No había ni una tirita ni una simple venda”, relata Phillips. Por eso al día siguiente tuvo que desplazarse hasta Whitchurch, un pueblo cercano, para obtener lo necesario. “Cuando entré en la farmacia, el dependiente pensó que le caía el maná del cielo. Compré cosas que él nunca antes había vendido”.
Cuidar a los futbolistas no era una tarea sencilla, no solo por la falta de instrumental. En aquella época, el galeno no solo se ocupaba de determinar lesiones o tratar metatarsianos golpeados (sobre una mesa de juego que cubría con un mantel para que los futbolistas no vieran la precariedad en la que trabajaba). También era quien daba masajes y se ocupaba, como si fuera un psicólogo, de curar el ego herido. Había 27 futbolistas en el stage en Lilleshall y solo cinco personas en el cuerpo técnico.
“Alf nos dijo que quería que fueramos miembros del equipo, que hicierámos todo lo que hacían los jugadores. Si ellos entrenaban, todos entrenábamos. Si ellos jugaban a cartas, todos jugábamos”, recordaba. Así comenzó a labrar estrechas relaciones con un grupo de muchachos que poco tiempo después iba a pasar a la historia por ganar el primer y único Mundial para Inglaterra.
La implicación era tan alta que el doctor incluso llegó a jugar con el equipo en un entrenamiento durante una visita a Holanda. Ese día, Phillips pudo hacer buenas migas con el central Jack Charlton, el hermano mayor de Bobby Charlton y que se caracterizaba por su dureza y mal carácter dentro del terreno de juego y sus pocas ganas de relacionarse con los demás cuando estaba fuera.
En medio del fango holandés, sin embargo, Jack se mostró distinto: “Un jugador se lesionó y Alf me dijo ‘Doctor, usted jugará en la portería’. No lo podía creer, porque justo cuando me pongo bajo los palos, Jack decidió jugar de delantero centro. Quería demostrarme lo que realmente le gustaba, lo duro que era el juego”.
En una jugada, el mayor de los Charlton encaró la portería. Tenía todo el tiempo del mundo, podía marcar por el lado derecho o por el izquierdo, por arriba o por abajo. Pero no lo hizo. Prefirió disparar justo al estómago de Phillips. “Pero yo estaba decidido a no mostrar que me había hecho daño”.
Al final de la sesión, cuando todos se dirigían caminando hacia los vestuarios. Jack rodeó los hombros del galeno con sus brazos, sin terciar una sola palabra. Desde ese momento se convirtieron en amigos. Fue Neil Phillips, por ejemplo, quien le dio al defensa su primer trabajo como entrenador. En 1973, tras retirarse de Leeds, Jack Charlton fue contratado por Middlesbrough, donde estuvo cuatro años.
El desempeño del médico del equipo Sub-23 convenció a Alf Ramsey, que decidió que formara equipo con Alan Bass en el Mundial. El combinado inglés fue superando rondas con su peculiar estilo. Les conocían como los Wingless Wonders, las maravillas sin alas, porque aportaron una evolución táctica cuando resituaron a los extremos como centrocampistas y pasaron de una formación 4-2-4 al más moderno 4-4-2. Fueron primeros en un grupo formado por Uruguay, México y Francia y más tarde dejaron en la cuneta a Argentina y Portugal en su camino hacia la final.
En Wembley, el 30 de julio de 1966, Neil Phillips estaba en la grada para presenciar el encuentro ante Alemania Federal. Cuando Wolfgang Weber envió el partido a la prórroga con su gol en el 89, el médico del combinado inglés no las tenía todas consigo. “No pensé que íbamos a ganar. Creía que los jugadores estaban demasiado cansados, que habían perdido fuerza”. En el caso de que uno se lesionara, la única instalación médica en el mítico estadio londinenses era una camilla en el vestuario local.
Pero Alf Ramsey, un obseso el fútbol, tenía las plabras adecuadas para conseguir que sus futbolistas sacaran fuerzas de donde fuera. “Alf nos dijo: ‘ Habéis ganado una vez, ahora id y hacerlo otra vez’”, desveló Bobby Moore, capitán de aquel equipo. Luego vino el ‘gol fantasma’ de Hurst y el definitivo 4-2, ya con el campo lleno de gente que celebraba el título incluso antes del final del encuentro.
La celebración de los jugadores fue tan comedida en el vestuario como en los días posteriores. Neil Phillips recordaba que estaban todos sentados, casi en silencio. Solo Stiles rompió la calma cuando se acordó de que tenían una prima de 1.000 libras cada uno por la victoria.
Los festejos se saldaron con una celebración “bastante discreta”, según Jimmy Greaves. Unas 2.000 personas fueron al hotel de Kensington donde seguían alojados los jugadores de Inglaterra, que compartieron una comida de homenaje. Una semana después, todo el mundo pensaba ya en la nueva temporada de la Football League, otro ejemplo de lo que han cambiado los tiempos.
Neill Phillips pasó 12 años trabajando para Sir Alf Ramsey, aunque la FA nunca le pagó. Y después de la Eurocopa de 1968, donde Inglaterra fue tercera, el técnico inglés le pidió un esfuerzo más, que se dedicara plenamente a la selección. Le necesitaba para establecer un plan para jugar en elevada altitud y bajo un sol abrasador en el Mundial de México’70.
Pasaron ocho semanas fuera de casa, hasta que Alemania Federal les eliminó en cuartos de final. “Recuerdo que fue muy difícil. No sólo desde el punto de vista de la competencia, sino también para hacer frente a la altitud y las temperaturas. Además, en ese entonces México no era el país más higiénico del mundo. Tuvimos problemas en la cocina con los alimentos”, justifica.
El doctor Phillips fue testigo de lujo de uno de los incidentes más polémicos durante la preparación para el torneo. Él estaba en la joyería del hotel de concentración en Bogotá cuando una dependienta acusó a Bobby Moore de robar un brazalete de esmeraldas. El defensa fue detenido.
“Estaba en la tienda con los dos Bobbys (Moore y Charlton), mirando las caras joyas. Salimos, nos sentamos en un sofá, y llevabamos allí unos minutos, cuando la chica salió del establecimiento y dijo: ’¿Quién de ustedes tiene el brazalete?’”. Inglaterra presentaba un equipo muy fuerte para México’70 y siempre ha argumentado que aquel incidente desestabilizó al grupo.
Y hay otro detalle. Gordon Banks, uno de los mejores porteros del mundo de la época, se perdió el decisivo encuentro de cuartos por culpa de una intoxicación alimentaria. En su lugar jugó Peter Bonetti, del Chelsea, un buen portero pero que no inspiraba la misma confianza en sus compañeros. Y un error en la prórroga del guardameta suplente condenó definitivamente a Inglaterra (3-2).
En la víspera del partido, justo cuando Banks enfermaba, el médico del equipo estaba camino de Guadalajara a León para solucionar unos problemas de alojamiento. “Si yo hubiera sido capaz de tratar a Gordon estoy seguro de que habría jugado”, se lamenta Neil Phillips en sus memorias.
Cuando en 1974, tras no clasificarse para el Mundial de Alemania, Sir Alf Ramsey fue destituido como seleccionador de Inglaterra, el doctor también se despidió del equipo. “Nunca digo que trabajé para la FA, porque no lo hice. Yo trabajaba para Alf y nunca me pagaron un centavo. Ni un solo centavo”. Otra muestra de cómo hemos cambiado.
* David Ruiz Marull es periodista.
– Fotos: Foto-net – Action Images
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