1.- Intensidad e imprecisión. Al Atleti le mueve la venganza; al Real, el aliento que siente en el cogote. Son dos motores de potente gasolina, pero que garantizan un número impropio de errores no forzados. Dos equipos acelerados más allá de la precipitación, como si quisieran ganarle tiempo al reloj.
2.- Dos equipos que inician con el mismo objetivo: que sea el otro quien mande. Buscando desesperadamente un contragolpe para sentenciar. Pero dos no contragolpean si nadie cede espacio. Hasta que la querencia por el cuero les puede a Diego y Arda y toman la dirección opuesta: tomar la iniciativa con el balón.
3.- Atleti jugando al límite reglamentario, con Pepe como saco de los golpes. Parece haber un consenso: puesto que el portugués ha perpetrado las mayores barrabasadas sobre el césped en los años recientes, ahora cualquier acción en su contra parece admisible. Y no debe ser así. Las barbaridades cometidas por Pepe debieron ser gravemente sancionadas en su momento, pero no autorizan acciones en su contra. Salvo que estemos en la ley de la jungla, que todo es posible.
4.- Real Madrid desorientado futbolísticamente. Ya son muchas semanas, con el paréntesis de Real Sociedad y Pamplona. Desorientación acrecentada porque algunos rivales (Valencia el domingo, Atleti hoy) parecen olisquear los puntos débiles: la dependencia de Xabi, las dificultades en los laterales, la inanidad de Khedira, esta noche bastante más provechoso que en las últimas actuaciones…
5.- Interiores rojiblancos bastante abiertos de inicio. Falseando la posición porque quienes progresan por fuera son los laterales, en tanto Arda y Gabi se van hacia dentro para conectar con Adrián que siempre cae a banda. Falcao fija más arriba, aunque no le importa imitar a su compañero si es preciso.
6.- Diego marca el tempo del partido. Pisa y maneja. El Atleti se mueve a su ritmo y el Madrid retrocede ante sus conducciones. Durante muchos minutos, el brasileño le quiebra el espinazo al Madrid. No solo manda y amenaza: empuja a los blancos contra la portería de Casillas hasta que Falcao empata casi por aplastamiento a la hora de partido.
7.- Media hora antes, Cristiano había bombardeado a Courtois en una falta mal tapada por el guardameta belga, un flan con guantes. Obús enorme de potencia y colocación del pichichi liguero, monstruo comegalletas de inmenso cuadriceps. El gol madridista propicia los mejores minutos rojiblancos y el empate, pero el empate encoge al Atleti, dispara a Cristiano y es el punto de inflexión rotundo del encuentro.
8.- Cristiano se desmelena y gana personalmente un partido que a sus compañeros se les escurría de las manos. A falta de una propuesta concreta de juego, más allá de empujar y empujar con fe, el portugués suplió directamente a su propio equipo, apocado, torpe, espeso. A Cristiano, ligero, veloz y contundente, solo le siguió Coentrao, acertado en la sustitución de Marcelo.
y 9.- Temporada extraordinaria de Cristiano. No solo por sus números desorbitantes, sino por la contribución fenomenal al colectivo. Su crecimiento futbolístico ha sido soberbio, espoleado por ese horizonte móvil llamado Leo Messi, una leyenda con piernas. Cristiano Ronaldo, fenómeno sideral, pilar y cimiento de un equipo que sigue dejando sensaciones contradictorias, sometido a una cierta montaña rusa emocional.
– Foto: Ángel Martínez (Real Madrid)
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