Control de daños

por AGUSTIN GALAN el 1 febrero, 2015 • 0:06

1. Dos candidatos a todo con heridas visibles hicieron acto de presencia en Stamford Bridge en la reanudación de la Premier League tras un fin de semana copero. El Chelsea, eliminado en su propia casa por el Bradford pero clasificado para la final de la Capital One Cup, lucía un parte de bajas en el que destacaban sobre todo Cesc Fàbregas (lesionado) y Diego Costa (cumpliendo el primero de sus tres partidos de sanción), además de un tenso partido con prórroga incluida frente al Liverpool en la mochila. El Manchester City, por su parte, tenía que mostrar una reacción después de ser apeado de la FA Cup por el Middlesbrough, con el hándicap de las notables ausencias de Touré Yaya y el flamante nuevo fichaje Bony, ambos en la Copa de África con Costa de Marfil.

2. Además del momento inoportuno en el que la cita llegaba para ambos equipos, la diferencia de cinco puntos a favor del Chelsea convertía el partido en una suerte de match ball para el Manchester City, más aún con la Champions League a la vuelta de la esquina. José Mourinho, consciente de ello, planteó un partido de mínimos, consciente de que, más allá del potencial espectáculo que ambas escuadras podían ofrecer a la afición, le convenía un perfil bajo en el que el riesgo quedara reducido en la medida de lo posible. Esta voluntad se vio con la alineación inicial, en la que la ausencia de Fàbregas quedaba cubierta por Ramires. Como suele suceder en los partidos que exigen una mayor concentración, la medular quedó recubierta por una capa extra de músculo y sacrificio para intentar limitar al rival.

3. El Manchester City era el equipo que tenía que llevar la voz cantante, y a ello se dedicó el Kun Agüero, principal fuente ofensiva de los skyblue, que no afrontan un momento excelso de juego, pero sí les da para mantenerse con vida en la Premier League. El argentino se empeñó en demostrar por qué es el jugador que presenta un mayor ratio de goles por minuto en la historia de la competición, y fue un constante estorbo para Zouma, esperando que su inexperiencia terminara pasándole factura. El central francés, titular en detrimento de Cahill, está demostrando una adaptación a la élite del fútbol inglés pasmosa, y no desentona en absoluto en una zaga veterana y perfectamente conjuntada como la del Chelsea. El principal beneficiado de ello fue Courtois, quien aun así tuvo que emplearse a fondo en más de una ocasión.

4. La posesión fue patrimonio casi exclusivo del Manchester City, pero los contraataques que lanzaba el Chelsea invitaban como poco a la cautela, más aún cuando el jugador más determinante de los blues, Hazard, enfilaba constantemente a un Sagna casi testimonial esta temporada y que demostró que la falta de minutos le afecta hasta el punto de que es difícil reconocer al lateral solvente que defendió la camiseta del Arsenal en el pasado. Precisamente una desatención del francés permitió que Hazard recibiera un envío por alto. El enorme talento del belga hizo que no fuera necesario ningún control, y de primeras puso el balón en el corazón del área, donde esperaba atento Rémy, que aprovecha como pocos los escasos minutos que le dejan Costa y Drogba. El gol del francés suponía un duro golpe para el Manchester City, que en ese momento se veía ya a ocho puntos del líder.

5. Por suerte para Manuel Pellegrini, su equipo reaccionó con velocidad, consiguiendo un gol al filo del descanso que restableció rápidamente la igualdad. Un potente disparo de Agüero lo desvió a gol Silva, sin posibilidad de respuesta para Courtois. Las dos escuadras se habían controlado mutuamente durante todo el partido, excepto en esos cinco minutos que fueron del 40 al 45, en los que sucedió prácticamente todo. En la segunda parte, todo comenzaría de cero en Stamford Bridge.

6. José Mourinho sacó la calculadora y juzgó que, dadas las circunstancias, el empate era un buen resultado: frustraba a su máximo rival por la liga y permitía dosificar fuerzas en un momento clave de la temporada en el que los titanes de Europa comienzan a posicionarse de cara a la lucha por los títulos en primavera. El juego de los blues pasó a ser entonces de un control mayor de la situación, mientras que el City no tenía otro guion que seguir que el que le indicaba su segundo puesto en la tabla: atacar y buscar apretar la lucha por el liderato.

7. De cara a esta misión, Matic se convirtió en el mejor exponente de lo que buscaba el Chelsea. Su amplio recorrido a lo ancho del campo permitió oxigenar en no pocas ocasiones el juego de sus compañeros, al tiempo que ahogaba el de sus rivales. El rendimiento del serbio es tan elevado que la presencia de un compañero rocoso como Ramires queda empequeñecida, e incluso se ve como prescindible, por mucho que enfrente estuviera el doble pivote formado por Fernando y Fernandinho. El mejor socio para Matic fue en muchas fases del partido Willian, alargando las posesiones y arañando segundos al cronómetro, mientras Oscar y Hazard seguían vaciándose sabiendo que este partido no era para ellos. Mucho menos para Rémy, quien ya había cumplido más que de sobra con su gol inicial.

8. Hasta tal punto se convirtió en una batalla táctica el encuentro que ambos entrenadores retrasaron al máximo sus movimientos desde el banquillo, temiendo que más que suponer un revulsivo, una leve modificación desconcentrara al colectivo. La situación obligó a Manuel Pellegrini a mover ficha primero, dando entrada a Lampard, ovacionado por la casa en la que se convirtió en una leyenda viva del fútbol inglés. Con solo 13 minutos para desnivelar la balanza, ni él ni los otros cinco jugadores que se incorporaron desde el banquillo en el tiempo restante tuvieron ocasión de marcar claramente la diferencia. Navas y Milner no se cansaron de intentar abrir huecos por sus bandas, pero ante dos huesos de la talla de Ivanovic y Azpilicueta, sus buenas intenciones se quedaban simplemente en eso, en intenciones. Courtois sellaba los escasos resquicios que permitía el sólido muro blue, y el partido quedaba condenado irremisiblemente al empate.

y 9. Para la estadística quedará que el Chelsea-Manchester City cortó la impoluta racha londinense en casa, ya que esta temporada lucía diez victorias consecutivas, sin empates ni derrotas. Para José Mourinho, sin embargo, lo relevante del partido fue el control de daños que realizó. El duelo frente al más directo rival queda definitivamente atrás sin que sus notables bajas ni el cansancio hayan tenido un reflejo directo en la clasificación. Todo sigue igual, pero con una jornada menos en el horizonte, motivo de satisfacción suficiente para el portugués. Manuel Pellegrini, por el contrario, tendrá que esperar que el resto de rivales consiga encontrarle la debilidad al Chelsea si quiere revalidar el título de liga. Sus jugadores no pudieron.