A falta de una jornada para afrontar el segundo parón de la temporada y el penúltimo antes de final de año, el Villarreal C. F. se mantiene firme en la parte alta de la tabla. Junto al trío de candidatos al título (F. C. Barcelona, Real Madrid y Atlético) los amarillos se mantienen en zona europea, pese a ser un recién ascendido. Acumulan cuatro victorias , dos empates y una derrota. Ésta llegó el domingo ante el Betis, cerrando una semana con tres jornadas en disputa.
Entre los aspectos que se están destacando como claves en el gran inicio de temporada del Submarino Amarillo está la condición física del equipo. Ello sumado al rigor táctico, el orden, la solidez, la intensidad, el dinamismo y la velocidad en ataque. Tal vez, el único pero sea la escasa pegada. En lo referente a la preparación física, cuando se le pregunta por este tema, Marcelino García Toral lo tiene claro: “Eso es cosa del preparador físico –Ismael Fernández, que siempre le ha acompañado en cada uno de los equipos en los que ha estado (Sporting, Recreativo, Zaragoza, Racing y Sevilla)– y de los jugadores”.
Precisamente, con motivo de que se han disputado tres jornadas en escasos siete días (ante Celta, Espanyol y Betis) ya hay quien pedía que se realizaran rotaciones por el cansancio que acumulan los jugadores. Marcelino anunció que ante los pericos tenía pensado realizar entre dos y cinco cambios en el once habitual que repitió las tres jornadas previas. Así fue. Realizó cuatro cambios. Ante los verdiblancos, respecto al equipo que jugó contra el Espanyol, fueron seis. En este punto quiero centrarme. ¿El Villarreal C. F. está en un nivel físico tan superior que arrolla a sus rivales, especialmente en los minutos finales? ¿O está cansado y hay que introducir cambios?
Ambas afirmaciones son ciertas, aunque no completamente. Hay que matizarlas, pues contienen una parte de inexactitudes. Porque realizar análisis taxativos sobre la condición física de un equipo cuando se lleva apenas un mes de competición real (ya hubo un anterior parón) es cuando menos reducir el gran momento del Villarreal a un concepto al que se recurre con frecuencia. Se convierte en un simple tópico. El mismo que dice que cuando un equipo no corre es porque arrastra una mala preparación física.
Evidentemente, el fútbol, como la mayor parte de las prácticas deportivas, sea a nivel profesional o amateur, requiere de esa preparación. Pero el buen momento de un equipo, sea cuál sea, no se puede explicar únicamente por esta causa. Que un equipo arrolle a otro, lo supere futbolísticamente, no es sólo porque esté mejor físicamente. Por poner un ejemplo, cuando se habla de picos de forma: en un grupo de 22 jugadores, ¿cómo se puede lograr que todos estén igual, al mismo nivel, sea el que sea? Cada jugador es distinto, no por su condición futbolística, sino precisamente por su genética y constitución. Por esta razón, lograr ese objetivo en el fondo no es posible. Es una afirmación más bien inexacta. Lo que no significa que se trabaje para intentar que cada uno de los miembros de una plantilla esté en las mejores condiciones físicas posibles a lo largo de toda la temporada. Cada uno con sus particularidades y exigencias.
Por tanto, y pensando que hasta que comience la Copa del Rey realmente sólo hay una competición que afrontar, ¿necesita el equipo rotaciones? Sí, pero no sólo y exclusivamente por cuestiones físicas, sino de necesidad competitiva. Es decir, Marcelino necesita tener a la mayoría de la plantilla enchufada e involucrada. Es indudable que ante el nivel de exigencia del entrenador asturiano todos los jugadores son necesarios. Y para ello deben sentirse útiles. Por esta razón se realizarán las rotaciones. Pues en momentos en que puedan llegar lesiones o sanciones, ¿con qué confianza afrontarán un partido Gabriel Paulista, Pantic o Jokic? Tres futbolistas con experiencia en Primera División, pero en otros países. O ante los problemas que ha arrastrado en la rodilla Cani, ¿sabrá el equipo vivir sin el futbolista que da la pausa en medio de la velocidad en la fase ofensiva? Estas y otras cuestiones son las que deben resolver los que ahora son suplentes.
Atendiendo a los minutos que acumulan todos los jugadores, y salvando la lesión de Farinós y la condición de portero suplente de Juan Carlos, quedan 20 jugadores. De todos ellos, realmente son 15 los utilizados por Marcelino: el once tipo que ha jugado ante Osasuna, Real Madrid y Celta, a los que habría que añadir Pina, Hernán Pérez, Uche y Perbet. Luego está el caso de Pablo Íñiguez, que sólo ha disputado dos partidos enteros (Almería y Espanyol), puesto que Dorado no había realizado la pretemporada en su totalidad. O Jokic, que debutó en el Benito Villamarín por una dolencia de Jaume Costa en una rodilla. El internacional sub-19 Moi Gómez, hasta la fecha, no se ha estrenado en una convocatoria oficial. Sólo fue citado para el choque ante los blanquiazules, pero fue el descarte de una lista de 19 jugadores.
De ahí que para solventar esas dudas sobre el rendimiento del equipo sin alguno de sus pilares y comprobar la fiabilidad del fondo de armario haya que utilizar las rotaciones en plena competición. Por eso, Marcelino decide realizarlas. Evidentemente, no cambiando el once de arriba abajo. No se trata de realizar una revolución. Porque el equipo está rindiendo más que bien. Siempre se dice que lo que funciona no hay que tocarlo. Sin embargo, a veces hay que hacer lo contrario. En el fondo, no es así, sólo lo parece. Se trata de una contradicción que no lo es.
* Pablo Beltran es periodista.
– Foto: EFE
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